septiembre de 2023 - VII Año

Almudena Grandes, en el mapa de honor de la literatura

Almudena Grandes y Pablo Méndez

En 1990 algunos escondíamos un libro en los pupitres y nos lo pasábamos de unos a otros, con algunas páginas señaladas, como una especie de bomba erótica, prohibida y maravillosa, era Las edades de Lulú y llevaba meses sorprendiendo a unos y enseñando a otros lo bien que casan la buena literatura y el erotismo. Novela generacional, magistralmente escrita, lúcida, irónica y que, como las grandes novelas eróticas, dejaba el erotismo en un rincón poderoso y apasionado y profundizaba en la vida de una chica que se casa joven con un amigo de su hermano mucho mayor que ella. Me da la sensación de que hoy, una novela como esta, no tendría el mismo respeto unánime de la crítica.

Sin embargo, Almudena Grandes vivió un éxito inesperado que cambió su vida para siempre y le permitió conseguir su sueño más alto: vivir solo de la literatura, de la suya, ella que amaba como muy pocas, la literatura de los demás. Pero como era una escritora extraordinaria, visceral, decidida, de las que nacen con la palabra literatura en la frente, no tuvo duda en dejar atrás el erotismo y se adentró en novelas ambiciosas, complejas, de largo aliento, donde podía leerse el comportamiento de toda una generación y de todo un país. Después de las edades, publicó Te llamaré viernes, y dos años más tarde Malena es un nombre de tango, donde ya nadie dudaba que estábamos ante la voz femenina más brillante de la novela española contemporánea.

Después de Atlas de geografía humana, ya en 2002, publica Los aires difíciles, que me parece su mejor novela y que figurará entre las grandes obras de los inicios de nuestro siglo. Una historia de náufragos, que se encuentra en un pueblo con mar y que luchan por reconstruir su vida mientras el lector descubre como han llegado a su naufragio. Nadie ha sabido contar, en una misma obra, dos historias al mismo tiempo como Almudena Grandes, mantener la misma tensión en los dos espacios narrativos, aunque sean diversos, casi opuestos.

En 2010 se embarcó en sus Episodios de una guerra interminable ofreciendo títulos que dieron luz a determinados momentos de la vida española en el siglo veinte, yo de esta etapa me quedo con Las tres bodas de Manolita, con un final tan hermoso como inteligente y una descripción portentosa de la España de la posguerra, que tanto me ha interesado a mí siempre.

Ya no podrá acabar los episodios que se propuso con tanta determinación y es una noticia terrible para la novela española. La vida es aterradora y cada día debemos celebrar este tiempo y este dolor que tenemos en la rodilla o en la espalda, porque vemos el sol, las calles y los libros sobre la mesa, los libros maravillosos que Almudena no podrá volver a leer.

De ella me quedo no solo con la construcción de una gran obra. Me quedó con su gran amor por la literatura, sus ganas siempre de leer, leer, leer como una única y asombrosa forma de vida. Y después de leer, o al mismo tiempo, escribir de forma obsesiva, sin concesiones, construyendo un mundo complejo y a la vez humano, que se hace pleno en el transcurso de una historia y donde las piezas, todas, casan, ocupan su exacto lugar. Tardaremos en tener una novelista tan grande.

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Archivo Entreletras

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