El pasado mes de abril, mientras se desarrollaban los buenos eventos en torno a la data del Día del Libro (23 de abril); por esas fechas, digo, aquí en el formidable barrio de Puente de Vallecas, tenían lugar sin embargo otros muy diferentes, y tristes, hechos:
Se concatenaron casi de seguido dos asesinatos a cuchillo en aquellos días en los cuales celebrábamos la palabra como vehículo de razón y entendimiento. No es que tenga yo a Vallecas por un barrio más peligroso que otros. Tengo un gran amor por donde habito hace ya veinte años; por su gente, que es también la mía. Por su idiosincrasia; la nuestra. Creo que esto es constatable en cuanto escribo, ya sea en verso o en prosa. Sí pienso —y eso también lo he escrito…—, que como otros barrios obreros de nuestro país, no recibe —Puente de Vallecas—, los recursos sociales necesarios por parte de las Administraciones Públicas.
Pero iba yo diciendo ahora, que el coincidir, este pasado abril, aquello; de letras y de armas, me vino a la cabeza, casi como un reflejo, un poema —de mi serie vallecana—, el cual escribí hace ya más de trece años, pero he mantenido inédito hasta hoy.
Compruebo ahora cómo enlaza, en varios elementos (incluido el propio barrio de Vallecas), con otro poema que tuve el gusto de que me publicaran aquí en “Entreletras”:
https://www.entreletras.eu/letras/un-poema-en-pasillo-verde-ferroviario-texto-y-contexto/
Sigo entonces un esquema parecido, poniendo el contexto. También hay “elemento ferroviario”, además…
A diferencia del anterior, que había sido publicado en papel en una obra colectiva en 2011, siendo su primera edición digital la de “Entreletras” este 2025, el poema que ahora traigo, es la primera vez que se imprime. Es un texto el cual realicé específicamente para terminar un recital que me invitaron a hacer en la Tertulia Hispanoamericana “Rafael Montesinos”, fundada en 1952 y, ciertamente, referencial. Ello, junto al hecho de ser presentado por Emilio Porta, de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (la AEAE; también de referencia), me motivó a hacer algo un poco “especial”; concreto para esa ocasión.
(Nota: para esta 1ª edición, se incluyen las palabras con las que introduje el poema en aquel recital).
“A modo de Credo”, di en titular el texto de poesía. Guarda, como ya he señalado, varios paralelismos con el anterior que aquí mismo me publicaron: referencia a Vallecas, a personas de extracción humilde quienes, aun con todo en contra, luchan sin rendirse; al pundonor… y referencia, también, al cine clásico. En esta ocasión, atañe sobre todo (también en mi poema anterior se mencionaba más de un título cinematográfico), a la película “El tren”, de 1964, y con el gran intérprete Burt Lancaster.
El film es ya, por méritos propios, uno de esos considerados “de culto”. Fue una coproducción franco-ítalo-estadounidense. Sucintamente, narra las operaciones de la Resistencia en la Francia ocupada por los nazis, para evitar que éstos trasladen a Alemania, ante el avance Aliado, un tren lleno de cuadros expoliados de los museos parisinos. Es una película de acción, pero no sólo: propone también una interesante reflexión sobre el Arte y su importancia: las élites nazis, aunque formalmente condenen esas pinturas, saben bien de su valor. Por eso quieren llevárselas. Paradójicamente (o no tanto, en mi opinión…), será un grupo de técnicos, maquinistas y obreros ferroviarios, miembros de la Resistencia, pero poco inclinados —inicialmente—, a arriesgar sus vidas “por cuadros”, los encargados de intentar impedírselo. Esa dialéctica entre quienes —se supone—, entienden el valor del Arte, pero quieren robarlo, y quienes —se supone también…—, “no lo entienden”, pero lo dan todo por evitar que se robe; esa dialéctica —digo—, está magníficamente desarrollada en el film. Además, se rodó con trenes reales franceses. Para quienes, como el que ahora escribe, nos formamos como maquinistas de vapor, esta película resulta una joya a nivel técnico-mecánico y hasta en sus pequeños detalles, pues todo —estaciones, vías, señales, locomotoras, piezas, herramientas…— es vérité.
En resumen, un magnífico film por guion, dirección/realización, e interpretación. La más completa reseña, y que le hace justicia, la he leído yo aquí:
https://elgabinetedeldoctormabuse.com/2022/10/18/el-tren-the-train-1964-de-john-frankenheimer/
Además de en Vallecas, de en esta película y cuanto en ella vi relacionado con mi propia formación maquinista de juventud y también como metáfora del combate entre una idea de la Cultura como algo posesión de una élite, o algo que el pueblo también puede apreciar, tener, defender…; aparte de en eso, digo, el poema basa asimismo, como podrá leerse, en el hecho de “quedar segundo” (algo lo cual me ha sucedido muchas veces y en muy diversos ámbitos, la más reciente vez hace bien poco; en algunas ocasiones también he “quedado primero”, o “tercero”, o “último”…). Y por añadidura, se pregunta —el poema—, sobre las nociones mismas de “éxito” y de “fracaso”, tal como son entendidas en nuestra sociedad. En función de ello, formula “una poética”, el siguiente texto.
(La opinión de un autor, una autora, sobre sus propios escritos, no deja de estar expuesta a subjetividades y circunstancias. Asumiéndolo, pienso que este es, también, uno de los poemas más “personales” que yo nunca he hecho).
Este poema, el último de hoy, lo he escrito ex-profeso para el recital. Va dedicado, pues, a la Tertulia. A todos Vds.
Es una especie de «autopsicografía», parafraseando a D. Fernando Pessoa. Él es el poeta cuyos versos se citan.
Parte, mi poema, de una constatación: la de cuántas veces he quedado segundo en mi vida. En deporte, amor, literatura… Como si el número 2 fuera mi sino: Cabo Segundo, Secretario Segundo… Y sin embargo, lo cierto es que lo llevo bien, casi con orgullo, si no queda mal el decirlo. ¡Cuántos números no habrá peores que el 2! Además, el 1 es muy expuesto…
El poema se titula «A modo de Credo». Pero ya saben lo del poeta «que finge la verdad que en verdad siente» (también Pessoa). O, más en castizo, D. José Bergamín al comparar (con perdón), Toros y Poesía, ambas —según él— «Artes de burlas y de veras». Cierre pues este poema mi lectura, sin que Vds. se crean todo lo que yo creo…
“A MODO DE CREDO”
Para la Tertulia «Rafael Montesinos» en mi recital del 22 de mayo de 2012
Muere gente donde vivo,
aquí en el barrio.
Como tener trilita entre los dientes.
Muere o la matan.
Leo el periódico, miro la calle,
la poesía, el tiempo.
Creo en los trenes y en quienes
conducen trenes como Burt Lancaster
en “El tren”, la película.
Brutos con dignidad, gente de honor,
capaces de morir por la belleza
hecha por otros, defendiéndola.
Y ya también así un poco suya.
Recuerdo a Warren Oates, un actor
de serie “B”. Lo digo ahora
porque estoy leyendo sobre él
y creo que el momento
forma parte del poema
también, en su momento.
No sólo el lapislázuli
y otras esencias
(como otros, yo he escuchado
alta la voz del mar
sobre los valles).
Decía, que era un buen actor
—salía en “Dillinger”, “Grupo salvaje”
y en “Quiero la cabeza
de Alfredo García”—. Se gana el oro
y sin embargo
la plata se pierde. Eso dicen.
¡Oh grandes hombres del Momento!
¡Oh grandes glorias, de quien viendo
huir la oscuridad estoy!
¡Aprovechaos sin pensamiento!
¡Sed famosos, seguid comiendo,
que el mañana es de los locos de hoy!
Palabra de poeta portugués. Personalmente,
creo en algunas causas justas
y algunos hombres buenos, y mujeres
(sobre todo) Quizá escribir
sea eso: hacer memoria,
verdad, justicia…
Hablando en plata y sin perder
del todo la cabeza. Así lo pienso.
Y al fin, en la tarea, quien les habla,
un segundón, un cabo, un secretario
segundo, a su servicio. (Gracias)