agosto de 2025

‘Viajeros sedentarios’, de José Luis Morante

Viajeros sedentarios
José Luis Morante
La Garúa. Barcelona, 2025
100 págs.

 

Viajeros Sedentarios: Un itinerario poético en miniatura de José Luis Morante

José Luis Morante, tras una trayectoria marcada por obras como A punto de ver (Polibea, 2019), y las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020), regresa con renovado brío al haiku, una forma de expresión concisa que ha cultivado con esmero junto al aforismo. Su libro, Viajeros sedentarios, publicado en la cuidada colección poética de La Garúa (Barcelona, 2025), se presenta como una “callada labor de cuatro otoños”, según la propia nota del autor, destilada a partir de vivencias y reflexiones acompasadas al ritmo pausado de los viajes. Este periplo introspectivo se explicita en el subtítulo: “(Haikus, 2020-2024)”.

En las páginas introductorias, el poeta y crítico de Ávila nos prepara para la inmersión en este universo en miniatura, un espacio que, como él mismo indica, “acoge el contacto con lo efímero, el suceso mínimo cotidiano y la maraña de encuentros”. Son, en esencia, “instantáneas” que capturan la fugacidad del instante, que “despliegan rutinas” y “dibujan con trazo descriptivo la dermis del tiempo”, revelando una poética “ecléctica”.

En una entrevista concedida a Culturamas, Morante reveló que “empecé a escribir haikus en la primera década del 2000; salieron entonces dos pequeñas publicaciones, Pateras (Santander, 2005) y Nubes (Málaga, 2013)”. Este período de experimentación y asimilación del espíritu nipón se materializa ahora en Viajeros sedentarios, una entrega que consolida su dominio de la estrofa japonesa. La obra se articula en dos secciones principales: “Oficio de mirar” y “El rumor de la luz”. La primera, integrada por 101 haikus, nos sumerge en un universo de imágenes conmovedoras, donde el ser humano se encuentra frente a la inmensidad de la naturaleza, hallando en ella un remanso de paz y serenidad. El “yo” poético, ese observador introspectivo, se manifiesta con delicadeza en versos como:

“Pizca de brisa
mientras el estornino
vuela por mí”.

Este sentimiento de recogimiento y conexión íntima con el entorno impregna otros poemas, donde la soledad se convierte en un espacio propicio para la reflexión, como en:

“Cita la sombra
y es la piel el atajo.
Estoy más cerca”.

O en este otro, que transmite una sensación de distancia existencial, un anhelo de trascender la propia individualidad:

“Todos los días
amanecen conmigo,
pero qué lejos”.

Encontramos, además, deliciosas miniaturas poéticas que capturan la esencia de momentos fugaces, instantes de revelación que nos invitan a conectar con nuestros sentidos. Tal es el caso de:

“Labios abiertos
no sé lo que desea
la voz del río”.

Y de:

“Nubes de frío.
acampan en mis labios
y ponen lumbre”.

En estas composiciones, la naturaleza se humaniza, adquiere voz y presencia, dialogando con el poeta en un lenguaje sutil y evocador.

La segunda persona, el “tú”, por su parte, irrumpe en este universo introspectivo, otorgando una dimensión interpersonal a la experiencia poética. La presencia del otro, del ser amado, se convierte en un catalizador de emociones y sensaciones, como se aprecia en:

“Entrega urgente,
el mar, el sol también,
si tú lo quieres”.

Sin embargo, a pesar de la presencia ocasional de este «tú», la objetividad y el tratamiento distanciado, pero impregnado de una profunda naturalidad, predominan en la obra. Morante demuestra un dominio magistral de los recursos estilísticos propios del haiku, recurriendo tanto al encabalgamiento, para plasmar la contingencia y la fragilidad inherentes al entorno natural, como a la esticomitia, que recupera esa pausa reflexiva, ese silencio elocuente tan apreciado por los antiguos maestros japoneses. Un claro ejemplo del uso del encabalgamiento lo encontramos en:

“Nadie pregunta
al manojo de lilas
si tiene sed”.

Mientras que la esticomitia se manifiesta en poemas como:

“Un vigor del suelo.
Un aroma a raíz,
a noche y barro”.

En ciertos pasajes, aflora una leve sombra de desánimo, una melancolía que evoca, inevitablemente, el espíritu de Antonio Machado. Esta tonalidad se manifiesta en haikus como:

“Oscuras nubes
cabalgan entre juncos.
Tambores ciegos”.

Una atmósfera que el haijin prolonga, sutilmente, en la segunda parte del libro:

“Livianos, vuelven.
La vela del recuerdo
chisporrotea”.

A pesar de estos momentos de introspección melancólica, la amistad también encuentra su espacio en la obra, manifestándose en lo tangible, en la compañía silenciosa que reconforta y acompaña:

“Alza sus brazos
la palidez del día.
Es cuanto queda”.

En “El rumor de la luz”, la segunda sección de Viajeros sedentarios, los haikus adquieren una mayor plasticidad, desplegando una paleta de colores y sensaciones que evocan imágenes de una belleza serena y sutil. El poeta juega con la luz y las sombras, capturando la esencia de instantes fugaces con una precisión admirable, como en este ejemplo:

“Una acuarela
de la claridad difusa
pinta las manos”.

En otros casos, la mirada se convierte en el eje central de la composición, el punto de partida para una reflexión sobre la naturaleza de la percepción y la belleza del mundo que nos rodea:

“Amanecer,
reflejos del cristal:
trinos y pájaros”.

Y también su opuesto, la transparencia y la desnudez que revelan la esencia de las cosas:

“Al despertar
cielo limpio, desnudo,
ojos sin nubes”.

En definitiva, Viajeros sedentarios es un tesoro de instantes preciosos, capturados con la sensibilidad exquisita de un poeta que ha sabido interiorizar la esencia del haiku, trascendiendo la mera forma para alcanzar una profundidad emocional y estética admirable. José Luis Morante nos invita a detener el tiempo, a observar el mundo que nos rodea con una mirada renovada, y a descubrir la belleza que se oculta en los detalles más insignificantes de la vida cotidiana, dejando que sus versos resuenen en nuestro interior y nos conecten con la esencia misma de la existencia.

COMPÁRTELO:

Escrito por

Archivo Entreletras

La necesaria democratización de la derecha
La necesaria democratización de la derecha

A lo largo de la Transición, l@s español@s hemos tenido que soportar una dolorosa piedra en el zapato que obligadamente…

¡A por ellos!
¡A por ellos!

Ese era el grito de grupos minoritarios, envueltos con la bandera española, al salir de los centros policiales de Andalucía…

Real: Don Juan en un bosque de ‘cruising’
Real: Don Juan en un bosque de ‘cruising’

Una parte de quienes se presentan a sí mismos como ‘amantes de la ópera’ hablan de un etéreo e imaginado…

389