Poeta en Madrid
Justo Sotelo
Huso Narrativa Contemporánea
Madrid, 2021
EL OBSERVADOR OBSERVADO
El incontinente cauce digital ha convertido a Justo Sotelo (Madrid, 1964), novelista, catedrático de Política Económica y profesor universitario en una presencia fuerte de las redes digitales. Tertuliano convicto e incansable divulgador de contenidos, ha creado un perfil intelectual heterodoxo y humanista, apasionado y culto, que opta siempre por el juicio propio sobre cualquier aspecto de la actualidad literaria, musical y artística. Sus enfoques acumulan méritos suficientes para alzarse con la gratitud del lector y con la relevante condición de ser un sujeto sospechoso de independencia crítica, que no titubea al subirse al escenario de internet y representar el papel de loco cuerdo escribiendo reseñas, apuntes culturales o el pulso narrativo del aula.
Desde los años noventa ha sedimentado un dilatado espacio creativo, un mural diverso que aglutina novelas, ensayos, relatos, publicaciones económicas y artículos misceláneos. Un sorprendente friso literario de impronta subjetiva, ajeno a la literatura convencional, que niega estereotipos y convierte el oficio de escritor en itinerario de búsqueda, en paso vanguardista.
Publicado, cuando todavía estaban en el aire los efectos de la pandemia y el largo intervalo de clausura, Poeta en Madrid es una novela con una concepción esencialmente lírica desde el título y con innegables vínculos con el texto teatral. La apertura recuerda la acotación orientadora de una puesta en escena. Los enunciados detallan la identidad nominal del protagonista y las minuciosas contingencias de vestimenta y contexto. Queda en primer plano Gabriel Relham, inquilino de una vieja buhardilla de la calle Atocha de Madrid. Un escritor emergente, indeciso y sentimental, con un alto poder de seducción. Pero el narrador no duda en sentirse un figurante más cuando se abre el telón, un observador observado por los demás. Por tanto, con derecho a ubicarse en escenarios reales y oníricos, suspendidos todavía en la placenta de la creación literaria. La fantasía poética dota de una extraordinaria lucidez para narrar lo que no ha vivido, todavía sin el sentido apremiante de las coordenadas espaciales y temporales. El cronista escucha, dibuja con profundidad otras partes del escenario y describe actitudes y rasgos de una poblada galería de personajes.
El marco de representación cambia continuamente, lo que convierte a las escenas en instantáneas de un relato fílmico, una cadena de secuencias de ritmo rápido. La realidad nunca es estática, moldea su apariencia continuamente, como si solapara ángulos y esquinas, como si la esencia de la vida fuera una actitud de búsqueda infructuosa. El narrador se convierte en un nómada que personifica la ciudad; el entorno es un personaje vivo y mudable cuya vigilia muestra la vida al paso: la buhardilla, el teatro real, los solemnes cafés de principios de siglo, las avenidas salpicadas de gente…conviven e inspiran los espacios oníricos de la imaginación, único no lugar donde es posible acunar expectativas. Cada sujeto arrastra sus propias razones, como si fueran notas de un último sueño rompiendo la estridencia de lo cotidiano. Y en medio de ese clima emerge la figura del poeta Gabriel Relham, un sujeto complejo, capaz de simbolizar el espejo donde se miran los demás, un ideal que encarna “su propio mar”, donde se vierte y alza su propia espuma. Un habitante de lo intangible, empeñado en convertirse en escritor.

En la narrativa de Justo Sotelo persiste una sombra en permanente vuelo: el aporte cultural. Los referentes cultos se multiplican, sean de música, arte, literatura, cine o cualquier otra manifestación de originalidad creativa: como zona central de cualquier coloquio, el magma cultural siempre está ahí: “La belleza, lo infinitamente perfecto, la cultura, la salud, lo indefinido”.
La estructura narrativa de Poeta en Madrid se apoya en una convivencia de estrategias formales. El lenguaje mantiene el relato desde una hibridación de géneros, entre la prosa ficcional y el texto dramático. El tono narrativo mezcla elementos y personajes, con un continuo cuestionamiento de la realidad y con el añadido de nuevas capas de significado.
Surge así un retrato coral, capaz de expandir puntos de vista sobre el discurrir del presente, marcado por el anhelo de la creación. El yo poético de Gabriel Relham vive una continua insatisfacción, donde el ideal de la escritura soporta el vaivén complejo de lo contingente. El discurso narrativo se bifurca, pierde el paso de lo previsible y se hace posibilidad y espera. Interrogación y espejismo, donde la realidad es siempre un encuentro interior repleto de obsesiones y fantasmas.











