Notas del Edén
Blas González de la Fuente
Editorial Nueva Estrella
126 págs.
Una vez más, y esta es la quinta, Blas González de la Fuente, el poeta y prosista de Mombeltrán (Ávila), residente en Madrid, nos ofrece un nuevo libro de relatos breves o microrrelatos que tiene el título de Notas del Edén, publicado como los anteriores por la editorial madrileña Nueva Estrella. Son noventa textos de temática diversa, que en raras ocasiones se extienden más allá del límite de una página y que constituyen una fórmula discursiva en sí misma y no al servicio de un proyecto textual más amplio. Prosa fragmentaria y heterogénea, apuntes, glosas, notas variadas donde el autor nos ofrece a modo de estampas literarias su particular visión y versión del comportamiento humano y del entorno social, siempre con una óptica costumbrista y de carácter popular.
El libro abre sus páginas con una dedicatoria a Mombeltrán, lugar de nacimiento de Blas González de la Fuente, espacio geográfico rural y sentimental, “cuna de mi reino» lo denomina, en el que el autor ha situado muchos de los relatos de sus anteriores libros y donde se desarrollan también algunos de los pasajes incluidos en Notas del Edén, como “Las lavanderas” o “Labor de campo», apuntes descriptivos sobre las antiguas y tradicionales actividades de la vida campesina. Una existencia bien conocida y a menudo rememorada por Blas González de la Fuente, y que constituye una de sus señas distintivas como escritor.
El libro está dividido en tres partes. La primera, la más breve y la que da título al propio libro, ‘Notas del Edén’, cuenta con un notable antecedente literario, El diario de Adán y Eva (1893), del popular escritor estadounidense Mark Twain. Son notas bienhumoradas acerca del supuesto vivir cotidiano de la pareja Adán y Eva en el huerto o jardín edénico. Pareja recién formada que ha de bregar con el descubrimiento de su situación personal y la investigación de un medio natural aún desconocido. Situación tratada con la irónica socarronería que también forma parte consubstancial del bagaje literario de Blas González de la Fuente.
La parte segunda, tal como su título indica, ‘Notas cortas’, ofrece los relatos más breves del libro. Escritos de tono aforístico: “Soy incapaz de… Tocar el arco iris como si fuera una flor dotada de todos sus atributos”. Y, a menudo, textos que exhiben un estilo de clara estirpe surrealista, otra de las señas personales del autor: “Ansiedad por encontrarse con el arte escondido. En su límite, las musas sacan a relucir su ausencia. La alegría infinita mueve celosamente las miradas», “Imágenes desnudas de calor, pintadas sobre la lentitud de ósculos presagiados» o “Leer los signos de las nubes; la venganza de la sangre y, a más distancia aún, la huella sobre Júpiter, en las migajas de una boda real».
La tercera y última parte, titulada ‘Notas de otros paraísos’, reúne los relatos de mayor extensión, pero sin superar nunca el límite de las dos páginas. Son historias de temática diversa, entre las que no faltan algunas procedentes de ámbitos típicos y muy característicos del autor, tales como los recuerdos de costumbres antañonas y los pequeños acontecimientos ocurridos y recogidos en las calles del barrio popular. Aunque tampoco faltan las disquisiciones poéticas y las narraciones imaginativas e incluso un punto curiosas y extravagantes.
Un libro que, en suma, ofrece un excelente compendio de la obra narrativa y prosa literaria de Blas González de la Fuente. Autor que es capaz de combinar la temática costumbrista, el lirismo y el lenguaje de signo surrealista, y hacerlo de modo original; una empresa que no parece sencilla. Lectura entretenida y variada, tal como debe corresponder a un volumen de prosas misceláneas. Relatos mínimos, sí, pero valiosos para los lectores. Y eso es lo más importante sin duda de Notas del Edén.











