
CaixaForum ha traído a Madrid esta fabulosa propuesta cultural que se podrá visitar hasta el 12 de abril de 2026.
En ella convergen un sinfín de obras que exploran el uso del desenfoque desde el siglo XlX hasta el XXl y que cobran aún más fuerza gracias a la riqueza en el uso de técnicas que incluyen óleo sobre lienzo, hollín aplicado sobre acrílico y madera, cartón quemado o diferentes tipos de impresiones digitales, serigrafías, etc. y abarca disciplinas artísticas como fotografía, pintura, videoarte, incluso escultura.
Ya en el Renacimiento, el esfumado, pariente lejano del desenfoque, superponía finas capas de pintura transparente para dejar contornos imprecisos. Pero es a finales del siglo XlX, gracias al impresionismo, cuando el desenfoque alcanza especial relevancia hasta el extremo de disolver la figura.
Nuestros ojos se dirigen nada más entrar a Estanque de nenúfares (1900) de Claude Monet. A su lado destaca el delicado y desdibujado busto Ecce Puer (1906) de Medardo Rosso, de forma que ambas obras parecen dialogar entre sí.

Más adelante nos sentiremos diminutos ante la inmensidad del cosmos que nos propone Dove Allouche en su obra Emission Reversal 1 (2018), realizada en grafito y tinta sobre papel, donde aúna dos desafíos para el ojo humano: lo infinitamente pequeño y lo infinitamente lejano. Mantiene, además, una relación muy estrecha con la fotografía cuya estética recogen sus dibujos.
En Homenaje a Monet (2024), Vicent Dulom juega con las ilusiones ópticas. Su técnica de impresión produce un halo de color que emerge en la superficie del soporte. A medida que el ojo intenta acomodarse aparecen frente a nosotros capas de color y matices cromáticos. Se produce entonces una disolución progresiva de la forma. Si mantenemos la mirada fija en el centro de la obra, sucede la magia; el halo desaparece ante nuestros ojos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, donde las certezas dejaron de ser serlo, algunos artistas adoptan el desenfoque como estrategia necesaria para dar testimonio de algo, denunciar o mostrar lo que se quiere ocultar u olvidar.
El artista Zoran Music, deportado a Dachau en octubre de 1944, arriesgó su vida realizando numerosos dibujos testimoniales del horror vivido en aquel campo de concentración. Tras la guerra su pintura dio un giro hacia la abstracción. La obra que contemplamos en esta sala, Cerco primitivo (1960), es un recuerdo de los paisajes de su infancia. Con sus manchas negras de arbustos quemados por el sol y el color óxido de la tierra ferruginosa nos invita a hacer introspección y nos dice que, a pesar de todo, la vida continúa.

En Metamorfosis l (2011), Philippe Cognée maneja una singular técnica; reproduce imágenes fotográficas en las que aplica diferentes pigmentos mezclados con cera de abeja, ésta se disuelve hasta fundirse por ciertas zonas de modo que obtiene una imagen difusa donde el motivo inicial aparece con una nueva morfología borrosa. Aquí ofrece una visión precaria de nuestros entornos urbanos superpoblados en una imagen metafórica del mundo a punto de colapsar. El autor elige un tema a menudo banal que adquiere entonces dimensiones trágicas.
La última sala trata de ofrecer respuestas a las incertidumbres contemporáneas. La fotografía Primeros días de cuarentena, Brooklyn, Nueva York (2020) de Nan Goldin. Realizada durante los confinamientos del 2020 subraya la belleza y fugacidad de una cotidianeidad alterada en un mundo que pierde sus referentes.
Esta exposición nos invita a reflexionar y trascender los modelos unívocos de la realidad, a ensanchar las miradas y enfoques con los que percibimos el mundo más allá de los límites conocidos, desde lo cercano a lo remoto.












