¡Mis queridos palomiteros!
¡Cómo pesa escribir sobre las grandes personas, cuando ya no están entre nosotros! En el caso que me ocupa, a cuentas del actor don Manuel Zarzo, con más motivo. Su bondad, su simpatía, su cariño hacían de él alguien muy especial y muy querido para todos.
Don Manuel nos falta desde ayer a la noche, cuando ya había cumplido 93 años y cuando a todos ya había demostrado todo. Su ejemplo de saber estar, de dar espacio a desconocidos con los que hablar, de resultar accesible sin gestos especiales de alguien que sabe estar en su sitio. Por ello, no me ha extrañado saber que ha fallecido con serenidad, en paz, con una sonrisa, y rodeado de sus personas queridas.
Le vi por primera vez en Última locura, como consecuencia de mi inquietud por las artes escénicas hace 30 años. Sí o sí tenía que ver esa función de teatro. En ella, no solo participaba don Manuel, también le acompañaba su hijo, don David, don Miguel Ángel Garzón, doña Ana María Vidal y doña Romy Abradelo. No contento con el buen resultado de la pieza, me adentré en los camerinos y allí puede conversar un buen rato con todos los actores. Nos intercambiamos teléfonos y de ahí nació, inconscientemente, una feliz amistad.
La segunda vez que coincidí con don Manuel fue en la capilla ardiente de Lina Morgan en el Teatro de La Latina. Era 21 de agosto de 2015 y servidor llegaba de viaje. Emocionado, junto a Moncho, don Manuel me relataba el transcurso de los últimos acontecimientos relativos a la popular actriz con quien compartió un primer amor de juventud. Y, gracias a él, me permitió quedarme sobre el escenario, a su lado, prestando el máximo respeto por Lina.
La última vez que nos encontramos fue el 3 de febrero de este año. El Círculo de Escritores Cinematográficos le otorgaba la Medalla de Honor a toda su trayectoria. Ese día fue especialmente entrañable, dado que sintetizó los momentos más entrañables que habíamos compartido juntos. Jamás imaginé que, a pesar de su edad y de algunos achaques que le llevaron a ingresar varias veces en el hospital sería el último.
Aquí podéis verle durante su discurso de agradecimiento.
Se ha ido, pues, una bellísima persona, generosa, de bondad infinita, que tanto en el cine como en el teatro demostró su talento y supo comportarse como un señor dentro y fuera de los rodajes y los escenarios.
Un abrazo grande, don Manuel, le vamos a echar de menos.
