¡Mis queridos palomiteros!
El Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa acoge hasta el 22 de junio La aventura de la palabra, una ambiciosa propuesta escénica y excelente resultado, que produce el propio teatro en colaboración con La Compañía del Figurín.
El espectáculo, que se representa en la Sala Jardiel Poncela, no es una obra teatral cualquiera; es una audaz adaptación del discurso de ingreso de Fernando Fernán Gómez a la Real Academia Española (RAE), pronunciado el 30 de enero de 2000 y titulado Aventura de la palabra en el siglo XX. Coincidiendo con el 25º aniversario de este hito, la pieza rinde homenaje a una figura polifacética —actor, director, novelista, guionista y dramaturgo— que fue el primer actor en ocupar un sillón en la RAE. Después ingresaron en la distinguida institución el también intérprete José Luis Gómez en 2014 y el dramaturgo Juan Mayorga en 2019.
Por su lado, el desafío inherente a esta adaptación consiste en la transformación de un texto de naturaleza académica y profundamente reflexiva en una experiencia teatral viva y envolvente. Como se sabe, un discurso, por brillante que sea, está diseñado para la exposición intelectual y la persuasión racional, mientras que el teatro se nutre de la acción, el conflicto y la emoción, entre otras características.
Así las cosas, el éxito de esta empresa ha dependido, esencialmente, de la habilidad de la dramaturgia y de la dirección para infundirle una estructura narrativa y una tensión escénica que trascienda lo meramente didáctico, para que de esta manera pueda generarse una experiencia dramática genuina que fusione literatura, teatro e historia. La dificultad residía en evitar que la obra se convirtiera en un recitado del mencionado discurso o en la elaboración de una conferencia ilustrada, logrando en cambio una auténtica aventura escénica, que confiere al montaje uno de los más bellos tratados sobre la potencia de la palabra.
En su esencia, La aventura de la palabra se presenta como una defensa apasionada de la libertad a través de la palabra. La obra se adentra en la incertidumbre de la creación y la agonía que el proceso creativo produce en el creador, explorando los miedos, complejos y aspiraciones del ser humano, así como la fuerza sustentada desde la fragilidad. Entre otras lindezas, el montaje analiza la evolución de la lengua en el siglo XX, sus usos, transformaciones, manipulaciones y bellezas, tanto en su dimensión hablada como escrita, centrándose en la palabra en su más amplio y etéreo sentido.
Al éxito del resultado mostrado ha contribuido el minucioso trabajo de Raúl Losánez, quien se ha encargado de la finísima y elegante adaptación. Su formación en Filosofía y Ciencias de la Educación, combinada con su experiencia como crítico teatral, favorece el alcance que tiene su profunda dramaturgia, con la que ya disfrutamos en Vano fantasma de niebla y luz (2023) o más recientemente con Me trataste con olvido (2025). Losánez es, sin ninguna duda, el autor idóneo para abordar un material de tal calado intelectual.
Para los dos protagonistas de La aventura de la palabra, su dramaturgia es como misteriosa, lúcida y emotiva (Nancho Novo), mientras que la actriz Marta Poveda la considera muy respetuosa, muy sutil, muy complicada. Como quiera que sea, Losánez ha conseguido cargar de humanidad a Fernán Gómez, revelando un lado desconocido, vulnerable, un ser humano como otro cualquiera y un niño grande. No en vano la estructura dramática que propone es simbólica, de manera nada realista, con un personaje masculino en permanente búsqueda de conocimiento y verdad, y un personaje femenino que encarna esa verdad. La formación filosófica de Losánez y su interés en la búsqueda de la perfección y el sentido de la vida son fundamentales para la profundidad de la obra.
Para más detalle, su adaptación no es una mera transcripción, como antes hemos sugerido, sino una reinterpretación que infunde al discurso una capa de reflexión existencial, elevando el homenaje a Fernán Gómez a una meditación universal sobre la creación y la condición humana. Esta capacidad para ir más allá de la superficie textual, vinculando el discurso de Fernán Gómez con inquietudes filosóficas más amplias, permite que la obra no solo celebre al autor, sino que también invite al espectador a una introspección profunda sobre el acto creativo y la esencia de la existencia.
Por otro lado, Juan Carlos Pérez de la Fuente, actual director artístico del Teatro Fernán Gómez —que con todo merecimiento ha cosechado gran éxito con la dirección de La señorita de Trevélez— aporta una extensa y premiada trayectoria, que incluye la dirección del Centro Dramático Nacional y el Teatro Español. Para Nancho Novo su estilo es equivalente a un viaje o una marejada de pasión, con la capacidad de sacar teatro hasta de la guía de teléfonos. Marta Poveda añade que su método progresa de lo externo a lo interno, utilizando el artificio como vehículo para alcanzar la emoción. Por todo ello, Pérez de la Fuente considera el discurso de Fernán Gómez una de las mejores piezas jamás pronunciadas en la RAE, lo que subraya su profundo compromiso con el material.
Además de la dirección de La aventura de la palabra, Pérez de la Fuente asume el diseño de escenografía y vestuario, lo cual subraya su implicación personal en este proyecto de gran envergadura en el que sirve una visión artística de gran cohesión y coherencia con el espectáculo, que se sintetiza en otro de los grandes aciertos del montaje, al que ha dotado de una plasticidad y textura casi al alcance del espectador, prueba irrefutable de su imaginación, estilo y talento. De esta manera, las emociones que trasladan con gran verosimilitud sus intérpretes entran en armonía con todos los elementos escenográficos que se instalan en escena. Y ello le da aún más valor al homenaje que llega al espectador nítido y límpido.
Respecto a las excelentes interpretaciones de estos dos gigantes de la escena, Nancho Novo se enfrentaba al reto de encarnar a Fernando Fernán Gómez, una figura tan reconocida y tan icónica que era difícil no caer en la imitación o en la reproducción de clichés. Por fortuna, nada de eso sucede. El actor se parece físicamente al homenajeado, es reconocible su forma de hablar, de caminar como el hombre anciano al que da vida, al que además ha dotado de personalidad y de suficientes registros emocionales para resultar totalmente creíble. O dicho de otro modo: Nancho Novo ofrece una lección de interpretación.
En cuanto a la polifacética Marta Poveda —vista recientemente en televisión en la serie Asuntos internos o en el teatro en Historia de una escalera— encarna a La Palabra misma, un personaje conceptual que interactúa con Fernán Gómez, juega, provoca e incita a poseerla.
Su interpretación se caracteriza por su habitual pujanza, inspirando y dotando de valentía al artista. Tanto es así que la química entre ambos es manifiesta y su peso en la narración queda repartido a partes iguales. Resulta muy hermoso ver cómo poco a poco va se explorando la palabra a través de lo femenino, la elegancia, la belleza, la sofisticación, la sensualidad, lo filosófico y lo carnal, al menos como se la imagina don Fernando. Una actriz de premio.
Naturalmente, en un proyecto como este, no podemos olvidarnos del importante papel que desempeña el equipo técnico en la materialización de la propuesta escénica.
El diseño de iluminación está a cargo de José Manuel Guerra, mientras que el espacio sonoro es asunto de Ignacio García.
En este sentido, los elementos no verbales adquieren una importancia capital. Y la música, al resonar con las inquietudes filosóficas y las inquietudes de los personajes, se convierte en un puente entre la abstracción del discurso y la experiencia sensorial del público.
Por todo lo dicho, podemos concluir que La aventura de la palabra es una propuesta valiente y significativa para el panorama teatral contemporáneo. O dicho de otro modo: un ejemplar, ambicioso y necesario homenaje a Fernando Fernán Gómez y al poder transformador del lenguaje, que cuida hasta el más mínimo detalle para ofrecer una experiencia casi inmersiva.
Seguramente, la reflexión más honda de la pieza tiene que ver con la importancia del idioma en nuestra identidad y cultura; un mensaje especialmente pertinente en la era de las nuevas tecnologías.
¡No os la perdáis!