marzo de 2024 - VIII Año

Emilia Pardo Bazán y su vinculación con el Ateneo de Madrid, en visperas del centenario de su muerte

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Doña Emilia como familiarmente se la conocía fue una mujer admirable. Protofeminista, viajera, buena conocedora de las literaturas europeas, uno de los más sólidos ejemplos literarios del naturalismo en España… y muchas cosas más.

En 2021, conmemoraremos el Centenario de su muerte. Es un buen momento para divulgar su gigantesca tarea cultural y el significado que tuvo su lucha constante en pro de los derechos de la mujer y para que fuese ocupando el lugar en la sociedad que le correspondía por sus méritos y que, sin embargo, sistemáticamente se le negaba.

Tuvo una educación exquisita y completa. Tal vez por eso, fue plenamente consciente de que la mujer era menospreciada y tratada como un ser inferior, no tenía acceso a la educación sino que se le inculcaba la obediencia, la pasividad y la sumisión. Lógicamente, Emilia Pardo Bazán se rebeló contra esta situación y la combatió con inteligencia y tenacidad.

Otro aspecto al que no se le ha dado la importancia que merece, es que fue una infatigable promotora de la cultura gallega. No es de extrañar, por tanto, que en las proximidades de la plaza María Pita, se encuentre la sede de la Real Academia Gallega desde 1979, así como su Casa Museo, donde se exponen muebles, utensilios y cuadros que fueron propiedad de la familia. Su hija Blanca Quiroga, cedió esta mansión del siglo XVII, para que se destinara a estos fines.

Nació doña Emilia el 16 de septiembre de 1851 en A Coruña,  ciudad que siempre aparece en sus novelas bajo el nombre de Marineda.

Su relación con Madrid empezó muy pronto ya que acostumbraba a pasar aquí los inviernos. Pronto comenzó su vinculación con El Ateneo que se prolongaría toda su vida. Fue la primera mujer en ser admitida en la docta Casa, llego a desempeñar durante varios años la presidencia de la sección de Literatura y allí conoció a Benito Pérez Galdós, con el que le uniría una buena amistad. En aquellos años El Ateneo era el punto neurálgico del pensamiento y de la cultura española.

Puede documentarse que pronunció magníficas conferencias en la Docta Casa.

Como socia bibliotecaria creó un deber divulgar y dar a conocer la presencia de doña Emilia Pardo Bazán en nuestro Ateneo. Es interesante destacar que es la única mujer que figura en la Galería de Retratos.

Diario ‘La Época’ 15/2/1905

Era enormemente complicado romper los techos de cristal que impedían dar visibilidad social a la mujer. Doña Emilia era tenaz y combativa. Intento, por ejemplo, ingresar en la Real Academia de la Lengua. No lo logró a causa del reaccionarismo imperante y de los prejuicios contra la mujer… Pero ahí quedan como  testimonio los esfuerzos que llevo a cabo.

Consiguió en cambio otros reconocimientos: Consejera de Instrucción Publica, socia de numero de la Sociedad Matritense de Amigos del País o nombrada por el Ministro de Instrucción Pública, Catedrática de Literatura contemporánea en la Universidad Central de Madrid, conocida durante muchos años, como la universidad de San Bernardo.

Otra faceta destacada es la de viajera. Inteligente y perspicaz como era, el ponerse en contacto con varios países europeos ensanchó su horizonte cultural, hablaba varios idiomas y leía a algunos de los más destacados novelistas europeos, en su lengua original, como a autores rusos de la talla de Dostoievski y especialmente a Leon Tolstoy.  Creo que merece ponerse en valor que pronunció en París algunas conferencias, prueba de su amplia cultura y de su preparación.

Es, asimismo de justicia, aunque no se haga especial hincapié, que estuvo en contacto con el krausismo y que tuvo una relación de amistad con Francisco Giner de los Ríos. Eso, la llevo a leer a pensadores de distintas épocas que van desde Platón y Aristóteles hasta Descartes.

El desprecio y el vacio que le hacían algunos se veía compensado por la popularidad, la pasión y hasta la devoción que despertaba en otros. Así, en El Ateneo de Madrid, nada menos que 825 alumnos se matricularon en el curso de literatura francesa que impartió.

Su prosa es recia y rotunda. Sabía ser irónica e hiriente. Respondía a los ataques poniendo en ridículo a quienes propagaban infundios contra la valía de la mujer en general y de ella en particular. Como pone de manifiesto el siguiente texto: ‘por la boca solemos morir como los simples peces, y no es muerte propia de hombre avisado, sino de animal bruto, frío y torpe’

Sus novelas, muchas de las cuales se desarrollan en su Galicia natal, son una magnífica muestra de lo más granado del naturalismo. Asimiló, perfectamente, las nociones y el ideario de Zola… y lo plasmó aunque sin traspasar algunas líneas rojas. No suele caer en situaciones escabrosas ni en truculencias. Así los ‘Pazos de Ulloa’ o ‘La Madre naturaleza’  constituyen un ejemplo junto con ‘La Regenta’ de Clarín y algunas páginas de Galdós, del papel  y del peso del ambiente, de las condiciones sociales e incluso de la herencia biológica en el comportamiento y reacciones de los personajes.

A este respecto creo que debe releerse el prólogo a ‘Un viaje de novios’, En él pone de manifiesto el significado y las derivaciones del naturalismo. Asimismo, debe repasarse atentamente la serie de artículos que reunió bajo el título ‘la cuestión palpitante’  que son de una enorme importancia para valorar la recepción del naturalismo en nuestro país.

Doña Emilia no era fácil de encasillar, recibió la influencia de diversos estilos y pasaba con facilidad de uno a otro. Creo que merece la pena mencionarse al menos ‘La sirena negra’,  cuyo tema central es nada más y nada menos que la muerte. El libro fue publicado en 1906 y parece ser que fue escrito en el Ateneo, en el que tantas horas pasó doña Emilia cuando era presidenta de la sección de Literatura. Pensaba y lo puso en práctica,  enérgicamente, que la novela debe ser un reflejo del momento presente, por eso, cuando la ocasión lo requiere no desdeña la estética modernista e incluso simbolista. Creía que era importante divulgar sus ideas, ponerse en contacto con los lectores y propagar sus tesis protofeministas, culturales y literarias.

No desdeña los temas polémicos y contra lo que se ha dicho, con cierta ligereza es una mujer valiente y moderna.

Por parte de ciertos sectores sociales, iba ganando adeptos la idea de que se aboliera la pena de muerte. Pues bien, doña Emilia en ‘La piedra angular’  que data de 1891, aboga con toda claridad por su supresión al considerarla cruel, anticuada y desproporcionada.

A lo largo del próximo año habrá ocasión de ir exponiendo y desarrollando los distintos aspectos de la vida y de la obra de doña Emilia y de dar a conocer aquellos que han permanecido en la penumbra hasta ahora.

Es conveniente poner en valor que nunca se dejo vencer por el abatimiento y que combatió con denuedo los prejuicios de una sociedad provinciana, inculta, machista y donde la misoginia había arraigado fuertemente.

Hay que destacar, el papel cultural avanzado y de punta de lanza que en aquellos años estaba fuertemente arraigado en El Ateneo. No me resisto a exponer un hecho notablemente significativo. A comienzos del siglo XIX, concretamente en 1905, más de cincuenta socios progresistas presentaron a la Junta de Gobierno un escrito en el que se planteaba el que las mujeres pudieran ser admitidas en la Docta Casa. Segismundo Moret,  el que fuera varias veces Ministro y que por aquel entonces era Presidente del Ateneo se mostró favorable, la Junta General de Socios poco después, ratifico esta decisión.

Por tanto, doña Emilia fue la primera mujer con carnet de socia de El Ateneo. Queda para la Historia que su número de carnet era 7.925 ¡qué importante es innovar, abrir caminos, llegar hasta donde ninguna mujer lo había hecho! Una vez sentado  el precedente, otras continuaron la senda que doña Emilia les había marcado.  Citemos entre otras muchas a Blanca de los Ríos o a la periodista y ensayista  Carmen de Burgos, conocida como ‘Colombine’.

Emilia Pardo Bazán era consciente de la importancia del paso que había logrado protagonizar. A este respecto comentó ‘soy la primera mujer que pisa oficialmente El Ateneo y esto es para mí una de las mayores satisfacciones que he recibido’.

Tal vez, merezca la pena poner de relieve su espíritu peleón,  independiente y sobre todo valiente. No se arrugaba ante las dificultades y tenía bien presente el recorrido a realizar en línea recta, siempre que era posible y si no eligiendo otros itinerarios para alcanzar la finalidad anhelada.

Fue también, una coleccionista de arte, en su Casa Museo de A Coruña se conserva una escultura de Maria Luisa Roldan, dos Madrazo y un Sorolla a quien, más de una vez y más de dos, debió cruzarse en las distintas dependencias de El  Ateneo.

Hoy ya no es posible dejar de ver a doña Emilia como una intelectual de valía que por su esfuerzo logró convertirse en un referente social y literario para muchas mujeres.

Tiempo habrá para desarrollar algunos de los aspectos que he ido enunciando. Aquí y ahora, quisiera enfatizar su labor pionera como protofeminista. Las mujeres hemos ido conquistando espacios que nos habían sido sistemáticamente vedados…

Aquí y ahora, en la conmemoración del Centenario de su muerte, se hace más necesario que nunca reconocer la labor social, cultural, política e incluso histórica de quienes supieron encauzar la lucha por los derechos… y consiguieron los primeros triunfos que fueron el prologo de otros que vendrían después.

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