abril de 2024 - VIII Año

‘La ruptura no será televisada’ de Mana Muscarsel Isla

La ruptura no será televisada
Mana Muscarsel Isla
Ediciones Liliputienses, 2022
Colección Proscrita
95 págs.

A veces las esencias más notables se guardan en frascos pequeños. Es el caso del poemario ‘La ruptura no será televisada’ de Mana Muscarsel Isla, publicado recientemente por Ediciones Liliputienses.

Mana Muscarsel Isla es psicóloga, artista transindisciplinaria, escritora, música y activista cuir. Nacida en la Patagonia argentina en 1987, migró a Buenos Aires a mediados de la década del 2000. ‘La ruptura no será televisada’ fue publicado con anterioridad, en 2020, por Editorial Palíndroma. La autora cuenta también en su haber literario con la novela Casino Casa Grande (2018); el libro infantil con música original Un regalo de Cuento (2017) y el ensayo La Fiesta de las Amigas (2022).

‘La ruptura no será televisada’ es un libro que ahonda en la relación amorosa descrita desde la perspectiva de una mujer lesbiana, donde poesía, identidad y género se aúnan para conformar un itinerario lírico que recorre el paisaje más íntimo de una ‘ruptura’: sus indicios, aristas y contradicciones. También nos hablan estos versos de aquello que puede rescatarnos de la aflicción y del malestar que genera el desamor, para poder seguir camino en el devenir inexplorado.

Plenitud del amor y amarga disolución del vínculo amoroso, materia prima que moldea Mana Muscarsel como una artesana de la palabra, plasmando, por ejemplo, en cuatro versos cortos la paradoja del sentir más afilado: “Tengo tantas / ganas de verte / que no te quiero / ver más”, poema breve que abre la puerta de este libro en el que la autora nos adentra sin paliativos en su discurso poético.

De manera sutil y, al tiempo, explícita, a lo largo de las páginas de este poemario la poeta va a exponer ante el público lector su tristeza penetrante en poemas como el que sigue:

Tengo mi casa toda llorada
el baño la ducha
mi habitación llorada
la mesa de luz llena de papel higiénico llorado
entre las sabanas lloradas
donde duerme mi gata con
el ronroneo opacado por el ruido de mi llanto

Con un léxico cuidado, imágenes elocuentes y un estilo directo, Mana Muscarsel Isla no emplea recursos innecesarios a la hora de referir los episodios de su experiencia vital trasladada a este libro de poemas o para manifestar su tenaz condición humana que se autoafirma en su poesía:

A veces siento que tengo que copiar
algunas letras y números
tener en cuenta las mayúsculas
elegir las imágenes correctas
para demostrar que no soy un robot

En cualquier caso, la palabra, la palabra poética, surge aquí como elemento sustancial en la autora. Herramienta con la que advertir e indagar todo aquello que le rodea y descubrirse en su propia afectividad. Así escribe:

   Me acuerdo de la primera vez que te desconocí
                                                             me escribiste
y me pregunté si alguien lo habría hecho por vos
          incluso si alguien desconocido e ignorante
                                                             de nosotras
                                      lo habría escrito por vos

También surge la palabra como causa y medio de reconocer las interferencias, en una conexión amorosa que se irá fracturando por diversos condicionantes:

[…] a través de las palabras de ese alguien
que se entrometía en nuestra intimidad
con palabras que no eran nuestras

La poeta construye sus versos con el material de la tristeza. Una tristeza que ‘…duele de verdad, físicamente’ y a la que quizá pueda ponerse remedio con “un paracetamol por día” que “alivie el dolor del corazón”. ¿Quién sabe? En cualquier caso, para la autora, tanto abatimiento termina por transformarse en «llaga» acentuada y, como no podría ser de otro modo, lo señala en sus versos: “¿Cómo se mide la profundidad de las cosas? / Un pozo en la tierra tiene la potencia de ser / infinito”

El padecimiento toma así forma de anhelo inalcanzable en nuevos versos:

Me hubiera gustado poder decirte
necesito estar cómoda en tu casa
cebar un mate sin que el agua se enfríe

Al fin, el desgaste y la rotura es inevitable, seguramente porque como apunta la poeta “algunos cuerpos se friccionan / hasta que se rompen”. La autora se contempla a sí misma ante la circusntancia que la envuelve: “Pienso en mi repitiendo tantas veces cosas sin pensar / pienso en formas de reparación /…”, aunque solo quede ya mirar hacia adelante. Al fin y al cabo, “para que deje de pasar siempre los mismo / hay que hacer cosas diferentes”. El futuro es ya la respuesta. En todo caso, la ruptura no ha sido televisada, pero sí trasformada en poesía.

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