diciembre de 2024 - VIII Año

‘La estación más ardiente. Un diccionario emocional poesía’, de Asunción Escribano Hernández

La estación más ardiente. Un diccionario emocional poesía
Asunción Escribano Hernández
Editorial Eolas, 2023
134 págs.

Herido de transparencia, mi corazón se oculta en la belleza. ¡Cómo sabía Antonio Gamoneda de la fronda, de la espesura protectora, ardiente espacio —como el de la poesía—, que es la belleza para el ser humano! ¿Qué vuelo llevará a imaginar que la palabra alcance a rozar con las puntas rosadas de sus dedos lo indecible?

De Asunción Escribano, profesora catedrática de Lengua y Literatura Españolas en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, podríamos esperar tanto el más exhaustivo de los textos académicos que abordase en su mayor completud este diccionario, como el más lírico e íntimo de los pasajes literarios. Resulta complicado discernir cuál de las dos voces de las que Asunción maneja con maestría resulta más necesaria. En una cuidadísima selección de entradas este diccionario emocional, La estación más ardiente, la autora rastrea los parajes más intuitivos del corazón y la memoria, arquitectura total en donde residir y por la que encontrar el camino de regreso a uno mismo.

Conocemos la trayectoria literaria de Asunción Escribano; su biografía literaria, ya desde los títulos, es celebración y misterio. Obras como Solo me acarician alas, Diputación de Salamanca, 2012; Hebra y sutura, Libros del aire, 2012; Acorde, Visor, 2014; Salmos de la lluvia, Vaso roto, 2018; El canto bajo el hielo, Ed. Carena, 2021, o la reciente La belleza de lo bienaventurado, Eolas Ediciones, 2024, entre otros, son la más decantada expresión de la transparencia, del vuelo lírico.

En La estación más ardiente la autora se detiene en las cumbres y valles más fértiles y poderosos del vivir y pensar poético. Conoce las limitaciones del idioma y de la lógica y, como ya hiciera María Zambrano, recurre a esa razón poética, mediadora, que entabla relaciones con “lo otro”, con la piedad y el amor.

Entradas como BIENAVENTURANZAS, CUERPO, IMAGEN, LUZ, PALABRA, RITMO, SILENCIO, VOCACIÓN van conformando este diccionario en el que, en una pulidísima prosa poética, la autora nos regala su sabrosa mirada sobre el mundo y los más preciados dones que en él le fueron obsequiados al ser humano. Capítulos tan ricos en citas y referencias literarias que cada uno de ellos podría dar para un libro entero. Motivos de reflexión y viaje a través de las lecturas poéticas que, tamizadas con la mirada y voz de Escribano, cobran su significación más elevada.

La poesía respira y nos colma a lo largo de este exquisito y necesario texto cuya belleza es solo equiparable a la belleza que hay que cantar necesariamente del mundo, desde la entera gratitud. Refugio para la intemperie que somos, como bien nos aventuraba, decíamos, Antonio Gamoneda. En un delicadísimo fluir, primero por los ojos de la autora, después por galerías interiores hasta la expresión más depurada de la que solo un poeta verdadero es capaz, Asunción Escribano nos entrega en este título un collar de perlas engarzadas con el significado que solo adquiere la palabra tras el trabajo orfebre de la poesía.

Octavio Paz en El arco y la lira nos decía que los grandes libros, los libros necesarios, eran aquellos que lograban responder a las preguntas que, incluso de manera inconsciente, se hace el resto de los hombres. Así sucede con el presente libro.

Catedrática de Lengua y Literatura Española, periodista, profesora y poeta, Asunción Escribano conoce las trincheras —dirá el DRAE en su segunda acepción, ese “corte hecho en el terreno, con inclinaciones a ambos lados, para construir una vía de comunicación”— del idioma. Conocimiento e intuición que van abriendo, de su mano, de su voz, el claro del bosque.   “Lengua colmada de carne de misterio” será para la autora el trino de los pájaros en la entrada POEMA, pues, continúa Escribano, “en ellos se suspende la razón y se cobija el inicio de un idioma nuevo que solo es comprendido por los lúcidos”.

En alguna ocasión leí que de la verdadera poesía uno salía con la imposibilidad, al menos por un tiempo, de herir el mundo. Palabra como levadura. Dirá Escribano “los pájaros caen sobre la tierra como la levadura caliente sobre la harina sagrada” en la entrada PÁJAROS. Así su palabra sobre los ojos del lector. Y en este recorrido en el que vivir es don y misterio cargado de asombro la palabra de Escribano es sanadora. Su escritura se va deshilando sobre los ojos del lector, que no saldrá indemne, sino herido, herido de transparencia, vulnerable, consciente de esa intemperie de la que habla la poeta: “La intemperie es el estado natural del poeta. Hambriento de todos los frutos que contienen en sí la carcasa del mundo y la del cielo, ante ellos adopta la postura de la página en blanco, siempre en apertura a la eterna posibilidad de ser escrita, como un mendigo, sediento de luz y palabras”. Consciente de la intemperie, con un venablo de silencio ardiente entre los ojos, pero también sanado.

Libro profundamente lúcido y atado a la permanencia, en la entrada SÚPLICA Asunción nos detiene ante el silencio purificador y defiende que “el mundo está hecho para la delgadez de los salmos”, la exigencia de un eje íntimo, pues en esa permanencia se contiene el sentido de todo.  “Cuando se encuentra el centro, el nudo, el átomo interior de la lumbre, sólo se puede —luego— hablar con lo pequeño en el crepitar de la calma que sostiene el paladar de las palabras, y en ese hueco puede construirse un hogar perdurable”.

Las citas y versos de Piedad Bonet, José Ángel Valente, Vicente Gallego, Basilio Sánchez, Ada Salas, Eugenio de Andrade, Antonio Cabrera, Ko Un, Ida Vitale, Christian Bobin, Isla Correyero, Jeannette Clariond… a lo largo de este diccionario emocional son fractales que conforman el mineral más precioso, arquitectura íntima y esencial. Como el texto de Asunción Escribano, basamento de claridad que, en palabras de Peri Rossi, despierta “nostalgia de infinito” y es revelación.

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