abril de 2024 - VIII Año

‘Cuando vuelvan los elefantes’ de Dionisio López

Cuando vuelvan los elefantes
Dionisio López
Editora regional de Extremadura
140 págs.

Dionisio López (Cáceres 1978). comenzó publicando Entramados (TAU, 2017) un primer libro de relatos. Cuando vuelvan los elefantes es su segundo libro en prosa. Él comenta que se siente muy cómodo escribiendo poesía lo cual no es óbice para seguir escribiendo relatos y por qué no una novela.

Su opera prima en el género poético es Los nombres de la nieve (RIL, 2022), un magnífico libro de poemas que está siendo un éxito editorial. La obra, según Álvaro Valverde (cuaderno digital, mayo 2022), corresponde a un autor maduro, «un libro que quema» como indica en su reseña Javier Rodríguez Marcos (citado por AV). Es un libro, dice Álvaro, «tan conmovedor como verdadero».

Cuando vuelvan los elefantes nos muestra unos paisajes existenciales de forma coherente y equilibrada. Para situarnos ante su contenido empecemos por indicar algunos elementos importantes:

-El primero de ellos, la dedicatoria a los abuelos. El autor los tiene en cuenta de forma emocional y acierta al colocar en este frontis del libro, a quienes son contadores natos de historias, los abuelos. Estos son para Dioni, los que le  «enseñaron a buscar huellas de ele fantes».-

Otros elementos que no debe pasar desapercibido son los inter-textos, las citas de otros autores colocadas de forma inteligente al inicio de los capítulos. El primero de ellos, es la cita de Terenci Moix en la que este escribe «quisiera ser el mendigo que cuenta historias en la puerta de los templos». Qué interesante, la expresión que a la postre resulta ser una paradoja: alguien que necesita, un menesteroso, es al mismo tiempo, desde su necesidad, alguien generoso. Sí, quien pide cuenta historias en la puerta de los propios lectores (los templos).  Esta expresión de Moix, retomada por López, es todo un cúmulo de intencionalidades.

Dicho esto, es bueno acercarse al contenido nuclear de la obra. Para esto se me ocurre pensar que este libro es como un edificio, donde los elementos espaciales se ordenan de forma que unos llevan al apuntalamiento de los otros. Así, nos encontramos con dos elementos que nuestro autor sitúa al principio de la obra (Biografía) y al final de esta (Bibliografía), englobando con ellos todo el contenido textual. Este contenido se divide, a su vez, en dos grandes capítulos: La sombra y La lluvia.  Importa decir que todos los títulos son puras metáforas que nos acercan al sentido existencial, vivencial, de los relatos. No es de extrañar que esto sea así dado que el sentido de lo poético es algo que habita y sobreabunda en Dionisio López.

Si tomamos el apartado Biografía, el título apunta a la vida misma (bio), a la significación de las propias historias. En este capítulo inicial aparece un relato en el que un niño, ante el manojo de llaves de su padre, se pregunta «qué abriría cada una de ellas«. La historia termina con el anclaje de tres llaves más en aquel manojo imposible que, en definitiva, son tres claves con posibilidad de abrir más espacios vitales. Estos espacios, estos lugares literarios, son los que aparecerán ante el lector en los veinte relatos del libro.

Por otro lado, al final del libro aparece el capítulo titulado Bibliografía. Este es un apartado que cierra los espacios contados, las historias, lo relatado, remitiéndonos otra vez a la infancia y al hecho de abrir cajones después de descubrir las tonalidades del color. Este espacio literario final subraya el significante de los relatos y, curiosamente, lo hace con el gesto de mirar por una ventana sujetando un libro.  Esto señala de cómo este libro lleva al lector a abrirse a la propia existencia abortando los elementos estancos (cajones).

Los espacios centrales, los dos grandes capítulos: La sombra y La lluvia que contienen, cada uno de ellos, diez relatos muestran citas importantes (intertexto), como la de Graham Greene, que advierte del alimento del que se nutre la ficción, ante los materiales de la creación literaria; y la de Muñoz Molina sobre el instante mismo de la mirada, o mejor dicho sobre el gesto único de saber mirar.

La sombra, se me antoja entenderla aquí como lo que se proyecta de sí mismo en el otro. Lo que uno, a veces, oculta pero que- tarde o temprano – sale afuera: el efecto de una infancia truncada (lo terrible de la violencia); la soledad y el deseo de ser amado; el aprender a esperar; la aceptación de no saber decir; el vivir otra vida; la libertad que posibilitan los libros cuando estos llegan de forma generosa.

La lluvia, el segundo capítulo, nos hace pensar en una realidad que te moja y empapa, sobre todo cuando te sorprende. Después de leer los relatos de este espacio, así titulado, reparas que unos relatos magníficamente elaborados, te han empapado, te han mojado de los mejor. En este capítulo los diez relatos que lo componen están envueltos en tres elementos interesantes: la mirada, el tiempo y la creación misma (meta-relatos). Podría decirse que son las imágenes literarias más interesantes.

En este apartado se rastrea, por un lado, la nostalgia a través de unas manos, de unas dedicatorias de libros (viejos); de un silencio vivido ante el hecho de la muerte deseada (eutanasia). Por otro lado, también se afronta el escepticismo con las imágenes de unos protagonistas que queman el tiempo, un crono que ata y esclaviza. Y, por último, algo que merece no obviar de estos relatos de lo positivo, se destaca el hecho mismo de la creación, el gesto de crear desde la propia realidad hasta emocionarnos, como si la ficción fuera real. Dicho de otra forma, aquí nuestro autor nos coloca ante el hecho de escribir que, más allá de una metamorfosis de intenciones, tiene el poder de llevarnos a unos paisajes interiores donde el lector se vuelve, irremisiblemente, protagonista de la acción. La cita final de Hemingway, con la que se cierra el libro, traza este dilema entre la ficción y la realidad: «Si el lector prefiere, puede considerar este libro una obra de ficción. »

Tanto en un capítulo como en otro nuestro autor subraya elementos de gran ejemplaridad, aspectos éticos que se van dejando manera muy sutil, como «huellas de elefantes«. Y aquí destaco la importancia de mirar y releer el final de  cada uno de los relatos, de cómo nuestro autor -en pocas líneas- de forma asertiva nos muestra aspectos existenciales que no queremos tocar. Dionisio provoca un enfrentamiento de la vida ante a la vida misma, y esto lejos de ser una tautología es el titular que sintetiza este libro que merece la pena volver -una y varias veces- a leer.

La obra de Dionisio López, Cuando vuelvan los elefantes, nos invita a mirar por la ventana de sus textos los grandes paisajes que lo conforman para descubrir, como lector-protagonista, el cómo iniciar la propia aventura. Sí, la aventura de ir tras las huellas de los elefantes, aunque aparezcan lejanas, eternas y dejarlas que se queden en la mirada, para siempre.  Y así, ver el mundo de otra manera.

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