El texto que presentamos se refiere a la prudencia que debe imperar en las relaciones de los hermanos masones en el mundo profano, evitando ostentaciones, y siendo precavidos a la hora de recibir cualquier signo masónico, realizado sin la debida reserva. Al parecer, se estaban divulgando los signos masónicos en la vida social española, vulgarizándose con alardes y ligerezas en el uso de los mismos. Debemos recordar que nos encontramos en pleno Sexenio Democrático con un mayor grado de libertades. Este ambiente, indudablemente más favorable para la Masonería, tenía también sus consecuencias negativas, como era, en este caso, que se perdiera la debida discreción, con el consiguiente peligro de que la Orden se convirtiera en objeto de diversión o mofa social. Así pues, una llamada de atención a favor de la discreción y sobriedad.
“Si el bien del Orden exige la mayor prudencia en todas nuestras relaciones con el mundo profano; si la regla de nuestra conducta se diferencia esencialmente de todas las instituciones hasta hoy conocidas; si á un masón no le es permitido hacer ostentación de sus actos , ni sus compromisos le permiten revelar los medios de comunicarse entre sí, es deber de todos rechazar ó recibir con prevención cualquier signo masónico, toda señal que hecha sin la conveniente reserva, por puro capricho, entre personas ya conocidas. conduce únicamente á hacer alardes innecesarios en los paseos, en los cafés y en los sitios públicos; no es mayor masón aquel que con censurable ligereza hace uso de sus signos masónicos cuando no conducen á nada.
Es altamente inconveniente que á cualquier señal masónica, abramos nuestros brazos tal vez á un fingido h.: no puede prescindirse, no puede establecerse relación masónica con ninguna persona, sin antes haber adquirido la evidencia de que tratamos con un masón; el abuso que se viene haciendo de algunos signos, hace que hoy sean conocidos de cualquiera persona ilustrada nuestros saludos; si siempre que nos encontremos con indicaciones masónicas no prescindimos de nuestros deberes, nunca seremos .sorprendidos, ni nuestras alegorías serán objeto de diversión. ni mofa, de esos seres desgraciados que en la sociedad se ríen de todo, faltos de creencias, sin fé de ningún género, y que no alcanzan, ni han gustado nunca la dulce emoción de hacer bien, el purísimo regocijo de un alma que alivia una desgracia, el valor inapreciable de una triste y lánguida mirada de gratitud, única recompensa que pueden devolver los seres que agobiados por la desgracia , huyen de la sociedad, para sepultar en el seno de una desolada familia sus amarguras y pesares; ¡oh! si alguna vez gozaran de tan delicada recompensa, si alguna vez su mano se sintiera convulsivamente estrechada, en medio del elocuente silencio de la mudez forzada de un alma que no puede mas que sentir, que ni aun una lágrima puede derramar, ¿cómo es posible que no creyeran en la sublimidad de nuestra Orden? ¿Cómo es posible que no hablaran de ella con veneración?
Seamos sobrios en el uso de signos; solo cuando sean de absoluta necesidad debemos hacer uso de ellos; tengamos precaución cuando se nos llame la atención Mas.: y no aceptemos sin examen lo que tal vez sea un perjuicio para el Orden, ó por lo menos el ridículo para nosotros.”
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(Boletín Oficial del Gran Oriente de España. Madrid, 1 de septiembre de 1871. Nº 9. Año I)












