junio de 2025

‘Una salida honrosa’, de Eric Vuillard

Una salida honrosa
Eric Vuillard
Tusquets Editores, 2023
Traductor: Juan Manuel Salmerón Arjona
184 págs.

Eric Vuillard es un escritor francés, premio Goncourt por otra de sus obras más famosas, “El orden del día”. En este caso el autor recoge en un minucioso trabajo la participación de las empresas alemanas en el ascenso del nazismo al poder, y singularmente, las vías de financiación de Hitler en aquellos aciagos años del final de la República de Weimar.

En este caso el autor aborda el análisis de la participación de Francia en sus colonias, sustancialmente en Indochina, donde después de muchos años de presencia francesa sobre el terreno, las sucesivas derrotas contra el Viet Minh determinaron su derrota y claudicación. Primero la batalla de Cao Bang con 5.000 bajas, y finalmente, la entrega de las posiciones francesas en el valle de Diên Bién Phu, fueron decisivas para arruinar la guerra desde el punto de vista militar.

El declinar y la derrota de la administración francesa queda reflejada en los debates parlamentarios que se sucedieron en la Asamblea Nacional. Los debates entre las posiciones de las principales figuras políticas del momento quedan anotados con bastante precisión, tanto en el lado de la mayoría parlamentaria, como en la oposición. Destacan entre esas intervenciones la posición de Pierre Méndes France, partidario de reconsiderar la posición de Francia antes de que una derrota militar se lleve por delante tantos años de presencia en Indochina. Fue todo un acontecimiento su intervención en la tribuna por encima del resto de los intervinientes, a riesgo incluso de fracturar la mayoría gubernamental.

La guerra emprendida era un grave lastre a las finanzas de Francia. El déficit y el endeudamiento del país no lo podía soportar. El país en 1950 acaba de salir de la II guerra mundial y realmente no estaba en disposición de sostener una guerra cuando todavía la reconstrucción del territorio metropolitano se encontraba en un estado desastroso y aún quedaban secuelas del racionamiento en la población. Pero el desafío de Ho Chi Ming de 1945, al proclamar la independencia de Indochina suponía un reto de muy difícil asimilación para Francia.

Ho Chi Ming como dirigente vietnamita había estudiado en París, conocía Francia y las huellas de la guerra. No dejó pasar la oportunidad acariciada durante mucho tiempo de volcarse en la independencia de su patria.

Por el mando francés en Indochina desfilan los mejores generales, primero Leclerc, el héroe de París, luego Lattre de Tassigny, su colaborador en la liberación de Francia, hasta Salan o Navarre. Este último encargado ya al final, de cerrar militarmente el conflicto cuando todo estaban perdido.

La IV República francesa sobre la que se despacha este conflicto nace a toda prisa reconstruida al calor de la victoria del general De Gaulle, y se caracteriza por la incorporación a la política de muchos de los antiguos alcaldes y parlamentarios surgidos durante la III República, e incluso algunos de ellos con un cierto pedigree anterior a la invasión alemana de Francia. Son muchos de ellos vinos viejos en odres nuevos. En ese totum revolutum del final de la invasión alemana, la administración francesa no se depuró y buena parte de los funcionarios civiles y militares menos los más significados del gobierno Pétain volvieron a formar parte de la nueva administración. A partir de ahí, los sucesivos gobiernos que se sucedieron compaginaron sus puestos en las diferentes carteras. Este análisis pormenorizado por el autor deja sobre el tapete un importante análisis sociológico y político de la Francia entre 1950, año en que se desencadenan las hostilidades, y 1953, momento de su derrote militar a cargo de las tropas del Viet Ming comandadas por el general Giap, Es el inicio del declinar de Francia respecto a sus colonias, luego vendrán el resto. La más amarga la independencia de Argelia.

Es preciso señalar, no obstante, que figuras como el democristiano Maurice Schumann, a la sazón en esos años Ministro de Asuntos Exteriores, participó como protagonista, junto con otros líderes de Italia y Alemania, en la Declaración Fundacional de la Unión Europea, efeméride que ahora celebra, el 9 de mayo, su 75 su aniversario. Dicha declaración fue el punto de partida para firmar después El tratado del Carbón y del Acero de 1953, iniciando un camino que hoy constituye el entramado de las Instituciones Europeas que conocemos.

También quedan muy bien descritos en el texto los intereses de cierta burguesía francesa, de rancio abolengo y sus inversiones en el Banco de Indochina base del holding de empresas participadas cuyos intereses estaban en el trasfondo del conflicto.

Las explotaciones del caucho bajo la tutela de Michelin y la explotación de otros recursos mineros y naturales en Indochina por empresas afines marcaron la presencia francesa en la zona en años anteriores, y con ello, el costo del esfuerzo y el peso de la administración civil y militar al servicio de dichos intereses durante décadas. Un esfuerzo y un costo cada vez más oneroso.

El autor analiza inmisericordemente esta colusión de intereses entre el Banco de Indochina y el emporio de empresas que a través de esa entidad determinaron su influencia en el conflicto armado. La defensa de sus intereses fue otro motivo sino el más significativo de la intervención militar cuyo esfuerzo recayó en unos contingentes formados por en su mayoría en magrebíes, negros y tropas autóctonas o recaudadas a través de la legión extranjera.

Este conflicto armado se prologó en el tiempo en al menos dos fases la francesa primero por la ayuda material de USA y su apoyo diplomático y después por la presencia directa de tropas norteamericanas sobre el terreno que prolongó su presencia por las sucesivas administraciones hasta 1975. En ese año tuvo lugar la expulsión definitiva de la huella USA allí. Fue un final espectacular la huida de Saigón ante las tropas del Vietcong después de muchos años de una cruel guerra. Fue una derrota ignominiosa para USA, sus huellas aún perduran al ser la primera derrota militar de la administración norteamericana tuvo que soportar en toda su historia. Esta guerra tan impopular movilizó a amplias zonas de USA incluidas sus universidades y de amplios segmentos de la población europea.

Fueron también las respuestas a la guerra fría que se inició no solo en Europa sino que tuvo su foco singular con la guerra de Corea en 1950-1953 y que dividió a ese país en dos mitades del paralelo 38.

En este conflicto indochino, por parte de Francia y Estados Unidos hubo un total de cuatrocientos mil muertos contando las tropas coloniales e indochinas que formaban el grueso del ejército francés. Por parte vietnamita costó al menos, tres millones seiscientos mil muertos. Diez veces más. Tantos como las bajas francesas y alemanas en la I Guerra Mundial.

Eric Vuillard relata con una prosa cortante, y en cierto modo irónica, todo este balance. La paradoja final es que el dirigente del Banco Indochino al que el encargaron la liquidación de su presencia en las inversiones sobre el terreno alcanzó un evidente triunfo. Cuando acabado el conflicto y se estableció el armisticio, había conseguido salvar las inversiones y diversificarlas en otros productos, logrando evadir toda responsabilidad en el affaire. Todo un éxito empresarial que queda recogido en el texto a modo de epitafio.

El libro es un retrato brillante de aquellos que colaboraron con Pétain y siguieron ejerciendo su influencia en las finanzas y la política francesa a pesar de los sinsabores económicos y sociales de la época.

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