julio de 2025

LAS NEGRITAS DE ANTONIETA / Viajo en el estribo de los sueños

Escribo hoy del viaje, en la dimensión del sueño.

Cuando viajo, estoy entre dos aguas, las de aquí y las de allí.

Me sumo en un estado de embriaguez natural. Si supieran algunos de este gozo.

Lo he contrastado con mis hermanas de América, poetas insignes. Les pasa exactamente igual cuando viajan por el Ruedo Ibérico.

Así pues, vamos dando tumbos gozosas entre la Vieja y Nueva España.

Corremos de hallazgo en hallazgo, entre callados alaridos y subterráneos eurekas.

Somos herederas y heridas gozosas de estas tierras imaginarias, de estas elucubraciones, de estas fantasmagorías. Que sean más o menos reales, qué importa.

Catálogo de la exposición ‘El viaje literario, y su aportación a la cultura europea’, en la Biblioteca Nacional de España.

Machado, Ortega y Balbuena

Todo amor es fantasía. Que la amada no exista, no prueba nada contra el amor, decía el poeta Antonio Machado.

Hoy, elijo deliberadamente como trabajo de escritura, la dimensión del sueño. De toda la memoria sólo valen los sueños, el poeta debe hacerlos valer (de nuevo Machado).

O acaso no se mueve también en el sustrato del ensueño este extasiarse de Bernardo de Balbuena (natural de La Mancha) al contemplar la magnificencia mexicana:

Mas luego que sentado encima de sus delicadas ondas, vi una soberbia y populosa ciudad, no sin mucha admiración dije en mi pensamiento: esta sin duda es aquella Grandeza mexicana, de quien tantos milagros cuenta el mundo.

Esta dimensión del sueño con la que trabajo, me da el sosiego de los cromos antiguos y las visiones beatíficas de las viejas enciclopedias para la infancia. Y me digo:

Allí está la montaña, el sol sobre el cielo, la casa, un árbol, el perro guardián en su caseta. A lo lejos, el río con sus meandros. Y más lejos aún, en la lontananza, el tren con su máquina echando un humillo suave, tenue, gris.

Todo es cierto y seguro en ese cromo. Nada por barlovento, ni por sotavento. Ningún riesgo.

Mezclo iluminaciones, idas y venidas por el territorio del sueño, aliñándolo todo.

Al modo de Ortega y Gasset, digo que el mundo de los sueños y de las alucinaciones se diferencia solamente del de las realidades porque en éste ejercen su función policíaca las leyes de la física o de la fisiología.

Esto aconteció mientras escribía este texto y lluvias torrenciales cayeron toda la noche.

Viajera en crucero por Venecia (2025)

El viaje es metáfora de la vida

El viaje es metáfora de vida. El viaje es búsqueda de felicidad, de conocimiento. El viaje es separación, alejamiento, y también esperanza de volver. El viaje es perderse en lo ignoto.

El mundo es una geografía.

Viaje iniciático, mítico, imaginario, inmersión en el vórtice de la propia existencia, en los abismos profundos y desconocidos, hasta desbordar en espacios inexplorados, donde se albergan fantasías individuales y colectivas.

La vida es el gran viaje. Dentro de ella hay uno crucial: un viaje llamado deseo. No tiene mapas abiertos, pero sí rutas interiores grabadas a fuego en nuestra intimidad.

Todos bebemos de esa doble dimensión del viaje: vida y deseo, lo vivido y lo deseado.

Los viajes son una experiencia existencial de progreso.

Recuerdo la alegría de Alonso Quijano cuando sale de la venta, tras velar sus armas y se lanza a viajar por los caminos, y en esencia, a viajar por su fantasía, por sus sueños. Y me siento tan alegre soñando en el viaje que, como Alonso Quijano, el gozo revienta por las “cinchas de mi maleta”; en ella van mis poemas con el temblor cazado, otros son camera eye.

Filosofar con el martillo, decía el viejo Nietzsche. Yo digo: filosofar con la maleta y ello se convierte por sí mismo en un acto de sentido y de esperanza.

Viajo en el estribo de los sueños, entre la realidad y el deseo

El viaje, entre la realidad y el deseo

Qué dardo en la diana clavó el gran poeta Luis Cernuda. Qué gran título el suyo. Todo un universal para su obra lírica. Sí, todos vivimos entre la realidad y el deseo

El viaje, per se una piedra angular del acontecer humano y civilizatorio. Así, el viaje es algo personalísimo y, al tiempo, algo universal y clásico. Algo que forma parte de la entraña de la humanidad.

En prosa lírica, deseo expresar este sentimiento:

La vida es el gran viaje. Estoy aquí y me pasa esto. A ti, a él, a nosotros que estamos aquí y nos pasa esto.
¡Cómo reconozco ese dolor, esa alegría, esa sensación!
Siento en este momento el sonido de voces humanas.

Vida personal o test proyectivo de la Tierra:

Me detengo a la orilla de mí y me asomo… Abismo. Y en el abismo, el Universo. (Fernando Pessoa)

Antonieta sobre cartel oficial del Festival Internacional Clásico de Almagro. Recuerdo de viaje

Preparar el viaje, momento sublime de alegría

Esta mañana, te he leído en la prensa, Manuel Vincent, y me he dicho a mí misma: soy tú. He visto cómo expresabas lo que tantas veces he sentido sobre los viajes. Quiero ofrecer un fragmento tuyo a mis lectores:

Lo mejor de cualquier viaje literario es ese momento en que uno decide dejar atrás la rutina de todos los días y manda por delante previamente su alma a ese país (…) El hecho de preparar la maleta para viajar es uno de los actos más felices de la vida, solo comparable al hecho de regresar a casa para convertir en humo de la memoria la experiencia vivida (…).

El cine es un intenso viaje

La oscuridad de la sala de cine es una invitación al viaje, un billete que casi todos hemos comprado alguna vez, para vivir intensamente la vida.

“Se apaga la luz y comienza la vida” decía mi querido amigo y director de cine, Antonio Drove.

Paula Ortiz, magnífica cineasta, me ha hecho viajar a Venecia con un film inefable: “Al otro lado del río y entre los árboles”. He visto tu película, y admiro su intensidad en blanco y negro, su sublime belleza. Ha sido para mí un gran momento de gozo.

Maravillosos días de verano.

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Archivo Entreletras

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