Fotografías: Andrés Cascio
Para iniciar un viaje inolvidable y adentrarse en la península de indochina es interesante comenzar por Vietnam, sin embargo, vale la pena atraer a la memoria cuando el presidente de Francia, por aquel entonces Charles De Gaulle envío al General Lecrec con el objetivo de mantener bajo su bandera esos territorios de ultramar. Comenzaría una de las más deleznables confrontaciones bélicas del siglo XX. Esta guerra la ganó la milicia guerrillera vietnamita y en 1954, Laos, Camboya y Vietnam consiguieron la independencia de Francia, pero eso solo fue la antesala de un conflicto mayor, uno de los episodios más oscuros y sangrientos de la Guerra Fría, donde el poderoso Vietcong terminó derrotando a los norteamericanos, el 30 de abril de 1975.
El comunismo de mercado
Vietnam pasó de ser una sociedad rural pobre a un país de unos ingresos medios de unos 200$ mensuales. Sin embargo, en la República Socialista de Vietnam es un país donde reinan el capitalismo, la corrupción y la desigualdad social.
Hoy, su capital Hanoi es una bulliciosa ciudad de alrededor de 8 millones de habitantes, con una arquitectura centenaria y una rica cultura con influencia china, francesa y del resto de las culturas del sudeste asiático.
En el corazón de la urbe se encuentra su caótico casco viejo caracterizado por un enloquecido tráfico donde una marea de miles de motos, se mezclan con una importante cantidad de otros vehículos urbanos de los más variados, coches, ciclos, furgonetas colectivas, etc. y en cuyas estrechas calles nos encontramos establecimientos que están distribuidos según los oficios que se practican en ellas, podemos hallar la calle de la seda, de la Plata, del calzado, la de las tiendas de artesanías y recuerdos, la de los mimbres y etc., vendedores ambulantes con un largo y arqueado palo donde cuelgan los morrales con sus mercancías y tampoco hay que olvidar los bulliciosos mercados como el Hang Da o el Don Xuan, donde se venden las cosas comunes para el hogar y un sinfín de locales de comida callejera, que son habituales y puedes tropezarte con ellos por toda la ciudad. En definitiva, Hanoi es un enmarañado y animado núcleo comercial con un espíritu auténtico que invita a conocer la ciudad y explorar todos sus rincones.
Pero si lo que queremos es descansar del ‘caos organizado de la ciudad’ podemos dirigirnos al lago Hoan Kiem, en el centro mismo de la ciudad, a unos pasos del casco antiguo y del barrio francés, donde podremos dar un paseo y asistir una representación en el célebre Teatro de Marionetas en el agua, o bien dirigirnos a los jardines que rodean el lago Ho Tay. En el oeste de la ciudad, podremos visitar la bella pagoda de Tram Quoc.
A pesar de las guerras y el paso del tiempo, Hanoi también dispone de un importante patrimonio histórico, como la primera universidad vietnamita del siglo XV, los restos de la Ciudadela Imperial y lugares de culto como la Pagoda de un Solo Pilar.
Hay que destacar el impresionante mausoleo de mármol donde se rinde culto al mítico Ho Chi Minh, considerado como, un ‘casi divino revolucionario’, «el que ilumina», Padre de la nación.
Sin embargo, hoy Vietnam se rige por un curioso sistema político, que podríamos definir como el ‘comunismo de mercado’, donde la educación a todos los niveles desde la más tierna infancia es de pago, al igual que la sanidad y todos los servicios sociales que resultan imprescindibles. La incongruencia resulta aún más grosera cuando en el vecino Reino de Tailandia, regido por un corrupto sistema capitalista, la educación primaria, es obligatoria y gratuita y la sanidad es igualmente universal y gratuita.
El trabajo o más bien la explotación infantil en las multinacionales, es moneda corriente y en el interior del país, la norma lo constituye una economía agraria de subsistencia.
Pero a pesar de ello, visitar Vietnam resulta una extraordinaria experiencia vital, y un espectáculo natural difícil de olvidar; sus colinas y montañas densamente pobladas de árboles y una tupida vegetación. Destaca en el paisaje una selva monzónica donde encontramos pinos, bambúes, plantas de grandes hojas y cultivos. Los manglares rodean los ramales de los deltas.
Pero especialmente la retina guarda el singular panorama de la zona de Sapa (Sa Pa en vietnamita), aunque región remota y alejada, es muy conocida por sus terrazas de arroz, sus paisajes de montaña, su variedad biológica y también por los grupos étnicos vietnamitas que habitan la región.
A Sapa se puede acceder en un tren encantado o encantador, testigo de un no muy lejano pasado, es un vehículo histórico rojo y azul, todo hecho en madera, que traquetea sin piedad
mientras navega sobre raíles estrechos, y tan cerca de las casas de la ciudad, nada más abandonar Hanoi, que parece imposible. Pero, la noche en este tren es como revivir un viaje al estilo de los grandes aventureros de antaño y para regresar de las montañas de arroz, nada mejor que el trasporte automotor (autobuses) con cama.Pero uno de los sitios de mayor encanto vietnamita lo constituye la bahía de Ha Long, con sus más de 1.600 islas e islotes, rocas que emergen desde el mar, de diferentes tamaños y que conforman un espectacular paisaje marítimo que parece salido de un cuento. La bahía es conocida como la joya natural de Vietnam, un paisaje inolvidable y navegar en sus aguas constituye un recuerdo que queda grabado en la memoria del viajero.
Surgido de la Edad Media del siglo XXI
Al este de la República de Vietnam nos encontramos con Laos, oficialmente República Democrática Popular Lao, proclamada en 1975, tras una cruenta guerra civil desde su
independencia de Francia en 1949, que daba el monopolio del poder al partido comunista, mientras ratificaba la propiedad privada y la libre economía de mercado.La mayoría de la población en Laos se dedica a la agricultura, sobre todo a los sembradíos de arroz y la piscicultura que el mítico río Mekong le provee. Gente humilde y sencilla, en la que se observa rasgos de resignación, pero también de tranquilidad en sus rostros.
En Laos perviven formas de vida propias de la Edad Media, donde sus habitantes vegetan en un escenario de gran belleza que disimula la dureza de la lucha por la supervivencia en medio de una la vegetación tropical.
Adentrándose carreta hacia el norte hallaremos la cascada de Kuang Si, se trata una cascada que parece salida de un cuento de hadas, donde el río, al bajar, crea unas pequeñas piscinas naturales de frías aguas turquesas. En el camino los campos de arroz y la rivera del Mekong, brindan al territorio un entramado de paisajes inolvidables. Eso sí, conviene no adentrarse mucho en las montañas del interior, ya que al parecer es uno de los territorios donde aún se encuentran sembradas una innumerable cantidad de minas anti-personas.
Laos alberga un lugar con especial encanto, la ciudad de Luang Prabang, antigua capital del Reino de Laos, Lang Xang (la capitalidad actualmente se asienta en Vientián, en la frontera con Tailandia, trasladada por motivos de seguridad, alejándose de Birmania, (hoy Myanmar) y China, famosa por sus templos de origen budista. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, esta pequeña ciudad fue sede de la anterior casa del Palacio Real, cuenta con más de 50 templos budistas, compartiendo espacio con bonitos edificios de estilo francés, en su mayoría renovados y el conjunto la que convierte en una de las ciudades más atractivas de Indochina, que justifican el viaje a Laos.
La enigmática capital del imperio Jemer o Khmer, el reino de Camboya, la misteriosa Angkor, ennegrecida por la humedad y el paso del tiempo
Si nos trasladamos desde Laos unos 1.100 km al sur este, al corazón del antiguo reino Jemer y a su capital Angkor, en el corazón del actual reino de Camboya, alcanzaremos el casi desconocido y enigmático imperio, cuyo recinto arqueológico nos da idea de esta antigua potencia que llego a abarcar casi la totalidad de la península de Indochina; dominó el sureste asiático, desde el Mar de China hasta el Golfo de Bengala, entre los siglos IX y XV.
Este reino, muy influido por la cultura de la India construyó edificaciones monumentales y un destacado número de templos, como el de Angkor Wat. Los templos de Angkor son una atracción única en el mundo, declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Una ciudad celestial que fue, primero, hinduista, más tarde budista, y famosa por considerarse una alegoría del cielo en la tierra, tallada minuciosamente sobre miles de bloques de piedra y muros que fueron reventados con el tiempo por las raíces de los árboles, constituye uno de los complejos religiosos más grandes del mundo y la vieja morada de los dioses del hinduismo.
La organización y construcción de los templos tiene su origen simbólico en el Monte Meru, considerado como el hogar de los dioses y el centro del universo hindú, por lo que la mayoría de las edificaciones de este período tratan de representar el ascenso al monte, con escaleras muy pronunciadas que simbolizan el ascenso a la montaña sagrada, mientras que los templos elevados y sus característicos remates evocan la cima de la montaña.
A partir de la entrada del budismo en el siglo XII, los templos se tornan más horizontales, y las imágenes de Buda reemplazan la iconografía anterior. En Angkor se dan varios casos de templos de origen hinduista que posteriormente fueron reformados como templos budistas.
El oscuro caballero del triste recuerdo
El reino de Camboya, gobernado por el Partido Popular de Camboya y cuyo Rey reside en Beijín (Pekín), en medio de un trampantojo democrático, mientras su población que intenta subsistir inmersa en una economía de mercado, marcada por la desigualdad social, es heredera de uno de los episodios más trágicos de la humanidad, el genocidio llevado a cabo por los jemeres Rojos, liderados por el oscuro Saloth Sar, conocido como Pol Pot, y que consiguieron exterminar casi a la mitad de la población del país, por aquel entonces la República Democrática de Campuchea.
Antes de abandonar Camboya, no muy lejos de Siemp Reap, población turística a pocos kilómetros de Angkor, bien vale la pena, hacer una visita a Tonlé Sap, el mayor lago de agua dulce del Sudeste Asiático y que es un impresionante fenómeno natural que aporta pescado y agua de riego a la mitad de la población del país. En él viven o más bien sobreviven de forma poco digna unas 90.000 personas, distribuidas en 170 pueblos flotantes al más puro estilo Waterworld. Se trata de poblaciones con palafitos (casas sobre estacas de madera) con grandes trampas para peces. Tienen una vida muy conectada con la vida silvestre y los ciclos de las aguas que suben y bajan.