75 aniversario del fallecimiento de Miguel Hernández
El pasado sábado, 25 de marzo, poetas de toda España se concentraron en Alicante para rendir homenaje al gran poeta y dramaturgo Miguel Hernández, 75 años después de su muerte.
El homenaje tuvo como primera parada la cárcel de Torrijos en Madrid, donde Miguel escribió las estremecedoras y trágicas ‘Nanas de la cebolla’, que dedicó a su hijo.
Posteriormente, tuvo lugar un recital en los Juzgados de Benalúa en Alicante (antiguo Reformatorio para Adultos), donde estuvo recluido hasta el día de su muerte, el 28 de marzo de 1942.
El encuentro, que contó con el apoyo de la Fundación Cultural Miguel Hernández, estuvo organizado por la Asociación Madrileña de Escritores y Críticos Literarios y Ediciones Vitruvio. Entre las más de cuarenta voces participantes, pueden destacarse nombres como Rosa Estremera, María del Valle Rubio, Alberto Infante, Alfonso Berrocal, Pablo Méndez, Rafael Soler, José Luis Fernández Hernán, Miguel Losada, María Jesús Fuentes, David Domínguez, Jesús Javier Lázaro, Aitor L. Larrabide, Alberto Ávila o Javier Lostalé, y el artista plástico Eugenio Rivera.
Poeta del pueblo que lucho por el pueblo
La vida del poeta seguramente no hubiera sido tan breve de no haber estado tan implicado en el conflicto bélico. Miguel Hernández, hombre salido del pueblo, sintió la imperiosa necesidad de luchar activamente en defensa de la República y de las clases proletarias. Se alistó en el Partido Comunista de España y combatió en el Quinto Regimiento, pasando después a Propaganda del Ejército Rojo y a la Sexta División.
Su última etapa poética, coincide en el tiempo con la Guerra Civil, donde la temática de su obra gira hacia una poesía entusiasta, combativa y llena de esperanza en la victoria del conflicto.
Cuando la guerra llegaba a su fin, numerosos artistas e intelectuales republicanos vieron en el exilio su salvación, pero Miguel no tuvo suerte en su huída y fue detenido unos días después de cruzar la frontera de Portugal. Desde allí, lo llevaron a Huelva y posteriormente a la cárcel de Torrijos de Madrid, donde estuvo hasta su puesta en libertad el 15 de septiembre de 1939, gracias a la mediación de su amigo José María Cossío, con quien había colaborado anteriormente.
Ya en Orihuela, lejos de vivir recluido en su casa, llevó cierta vida pública que terminó costándole de nuevo la libertad, tras ser denunciado por gente conocedora de sus ideas políticas.
Un consejo de guerra lo juzgó y condenó a muerte por un delito de adhesión a la rebelión, y aunque la pena fue conmutada a cambio de treinta años de cárcel, su muerte no tardó en llegar. El recorrido por varias prisiones fue agotador, (Huelva, Madrid, Sevilla, Palencia, Ocaña…) siendo el Reformatorio de Adultos de Alicante la última. Allí enfermó y falleció a consecuencia de una tuberculosis pulmonar.
El joven poeta oriolano que luchó por la libertad, murió sin saber que sería una de las voces más importantes de la literatura española del siglo XX.