Si hay una película de terror que resulte violenta y bastante impresionante es El cerebro de Frankenstein (1969), producida por la casa Hammer y dirigida por Terence Fisher, especialista en el género. El reparto no podría ser más sugerente: Peter Cushing como el Barón Frankenstein, Veronica Carlson como Anna y Simon Ward como Karl.
La película posee una gran fascinación, dada la herencia gótica de la cinta, donde el miedo y el terror quedan constatados por las imágenes de suspense y las escenas violentas.
El comienzo de la película ya nos introduce en el mundo del crimen, cuando no vemos el rostro del asesino. Se trata de una máscara, que nos hace ver Terence Fisher, tan meticuloso siempre en su cine de terror, cuando llega a casa. Es el barón Frankenstein, ya envuelto en la maldad absoluta. Tal es el grado de psicopatía del personaje que, cuando llega Anna, la violará y la asesinará. Todos los personajes de la película entran en lo onírico, que es realmente monstruoso, porque la realidad se contempla desde ese prisma, un hombre que se ha convertido en un asesino, porque ya tiene el cerebro del monstruo. La mirada de Peter Cushing nos deslumbra, es la de un hombre enfermo, envuelto en la locura de haber creado al monstruo.
Hay también un cambio en la temática de Fisher, con respecto al personaje femenino. Como esta es su última película, el personaje de Anna está en inferioridad de condiciones frente al poder masculino, lo que no ocurría con las mujeres de sus anteriores películas. El sometimiento de Anna al barón nos inquieta, sabemos que ella aparece manipulada por un ser que lleva el mal dentro. Anna no solo es violada por el barón y utilizada como una esclava, sino que llega a ser asesinada por este (la escena en que la abraza y la clava el bisturí, clara metáfora de la penetración). Esta aniquilación del universo femenino es una novedad en el cine de Terence Fisher, pero no podemos dejar de mirar la pantalla y nos seduce la maldad del barón, tan bien interpretado por el genial actor británico.
Hay una combinación perfecta en una puesta en escena sublime con el montaje y la banda sonora. Y, además, las apariencias son importantes, la extrema educación del barón, el ambiente aparentemente tranquilo de la casa, que esconde una mansión de los horrores.
Hay un cambio en Fisher, que puede constatarse en esta cinta con Frankenstein Created Woman, donde el protagonismo es del personaje femenino. Christina es una mujer creada por Frankenstein, que se convierte en el personaje diabólico de la película, como vengadora del mundo de los hombres. Como vemos, dos posturas antitéticas en los dos filmes de Fisher. Y además, Christina es el tercer “monstruo” femenino de la filmografía del director, después de la Gorgona, que asesina con la mirada y de Helen en Drácula, el príncipe de las tinieblas.
Hay en esta época, la anterior a la película que comento —donde la mujer destruye al hombre y lo asesina, después del placer sexual— un cambio.
Como vemos, el terror está presente en un director que se especializó en películas de ese tipo: pensemos que Dracula, príncipe de las tinieblas se realizó en 1966 y Frankenstein Created Woman en 1967, es decir, son las cintas que anteceden a El cerebro de Frankenstein.
Estamos ante un maestro del terror, que nos va llevando a un mundo de sensaciones y de violencia, del que no podemos escapar. Como el mejor cine de terror, la casa Hammer fue un magnífico ejemplo del terror británico.












