La Hermanastra Fea, de la directora noruega Emilie Blichfeldt, llega a nuestros cines el 17 de octubre tras su première española en la 58º edición del Festival de Sitges y se trata de una revisión humorística del mito de Cenicienta, ambientado en una Noruega gótica, de castillos, señores y buscavidas que aprovechan la escasez de dinero de aquéllos para escalar.
Tratada con mucho humor y profusión de escenas escabrosas, Cenicienta, la hermanastra fea, gana en intensidad a la vez que abre nuevas perspectivas al arribismo innato del ser humano.
Su estreno en España llega tras su aclamado éxito internacional en el Festival de Sundance y su paso por la sección Panorama de Berlinale.
Con esta retorcida versión de la Cenicienta, Emilie Blichfeldt, que es también la autora del guión, debuta en la dirección con gran acierto, muy bien secundada por protagonistas de la talla de Lea Myren, Thea Sofie Loch Næss, Ane Dahl Torp, Flo Fagerli y Isac Calmroth.
El efecto que consigue con todos ellos es escalofriante a la vez que muy risueño. El espectador va de sorpresa en sorpresa y sus ojos se abren como platos viendo lo que son capaces de hacer algunas personas por triunfar socialmente en competición con el resto de la familia. De su propia familia.
Los toques de humor grotesco, algunos esperpénticos, abundan. Lo cual, al situarse en un contexto gótico, asombra más aún.
Sinopsis argumental
En un reino gótico, nórdico y de cuento de hadas, donde la belleza es una promesa de felicidad (la única posibilidad de conseguir un buen partido), la joven e ingenua Elvira, la Hermanastra fea, hará lo necesario para captar la atención del príncipe. Para ello no debe reparar en sacrificios. Todo vale con tal de llegar a ser la reina del baile y la posterior recompensa, que vendrá cuando finalmente sea capaz de encajar su pie en el diminuto zapatito.
Creo que es un gran acierto este tratamiento tradicional del tema de Cenicienta.
En palabras de la propia directora, «la historia se nutre de la rica tradición de Cenicienta, en particular de la versión de los Hermanos Grimm, en la que las hermanastras se mutilan los pies para que les quepa el zapato».
Ella quiso ambientar su Cenicienta en la tradición y por eso, añade Emilie Blichfeldt, «aunque los motivos de la película conectan con problemáticas actuales, suenan atemporales, enraizados en tradiciones ancestrales que siguen moldeando nuestra visión de la belleza y la identidad».