septiembre de 2025

PALOMITAS DE MAÍZ / ‘Solo Javier’: Retrato luminoso del joven aristócrata que convirtió su vida en un acto de fe  

¡Mis queridos palomiteros!

Hoy, 12 de septiembre, llega a los cines españoles de la mano de Bosco Films —de quien informamos a menudo—, Solo Javier, largometraje dirigido por Josepmaria Anglès (Corazón de padre, 2022; Madre ven, 2022; Guadalupe: Madre de la humanidad, 2024), que combina documental y ficción para acercarnos a la figura de Javier Sartorius Milans del Bosch (1962-2006), un joven que tras una vida prometedora como deportista de élite y hombre de mundo, decidió dar un giro radical a su vida, que se llenó a partir de una entrega sin condiciones a los demás y a un encuentro espiritual insólito consigo mismo. Su biografía, marcada principalmente por la disciplina del tenis, la vivencia comunitaria como fraile y la contemplación monástica, se convierte aquí en el hilo conductor de una película optimista y muy auténtica.

El filme arranca con un retrato del Javier más conocido en su círculo social: un joven extrovertido, contemporáneo —al límite de todos los excesos conocidos—, que cosecha éxitos en el deporte del tenis y con un posible futuro próspero en los negocios. Sin embargo, el guion desvela enseguida lo que a nuestro protagonista le tiene roto por dentro, lo cual le impulsa a replantearse el sentido de su existencia. Un encuentro casual con la pobreza extrema y la marginación social en Los Ángeles funciona como detonante: la experiencia de los sin techo le lleva a abandonar por completo el confort del que ha gozado desde que nació y a poner en marcha un camino largo hacia algo que le sacie.

Este itinerario lo lleva primero al descubrimiento de la meditación y el silencio, y luego a una misión en Perú, donde convive con comunidades arruinadas en Lima y otras regiones, experimentando de primera mano la miseria humana. Allí comprende que su vocación pasa por la entrega total a los demás, participando activamente en la enseñanza y en la ayuda espiritual a quienes más lo necesitan.

Más tarde se retira a la vida contemplativa en el Santuario de Lord, en Cataluña. Rodeado de naturaleza virgen y montañas majestuosas, encuentra un espacio propicio para la oración, la reflexión y la pregunta de muchos porqués. Asimismo, la película transmite esta experiencia de aislamiento y recogimiento mediante planos generales que muestran la amplitud del paisaje y planos detalle que recogen con gran don gestos íntimos de Javier. A todo ello colabora la iluminación natural, bien tamizada, que refuerza la sensación de paz y recogimiento.

Además, Solo Javier alterna cortes secos y un afinado montaje paralelo entre la ficción y las entrevistas, que consigue mantener la tensión emocional y el interés del espectador sin renunciar a la solemnidad y el ritmo contemplativo que acompañan al filme de principio a fin.

Finalmente, Javier ingresa en el monasterio cisterciense de San Miguel de Dueñas, en León, en España, preparándose para recibir la ordenación sacerdotal, pero fallece repentinamente a los 44 años.

Por su lado, la combinación de tan apreciadas entrevistas reales con recreaciones dramatizadas ofrece un equilibrio poco frecuente. Familias, amigos —entre ellos sus hermanos Fernando y Mauricio Sartorius—, religiosos y compañeros de misión aportan recuerdos representativos del protagonista al que con naturalidad, verosimilitud, evitando la idealización y humanizando a Javier da vida Tomás Farell. Un trabajo no exento de riesgo con un resultado excelente.

Desde el punto de vista formal, la película recuerda, en su enfoque híbrido, a biopics como La teoría del todo (James Marsh, 2014), Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) o Los dos papas (Fernando Meirelles, 2019).

Eso sí, lo más destacado del filme es cómo logra conmover e inspirar al espectador mediante decisiones valientes relacionadas con el desarrollo del guion, que evitan redundancias sentimentales. De esta manera, la vida de Javier se instala en un camino de coherencia y compromiso absolutos, que entra en colisión con los horizontes efímeros de la sociedad contemporánea.

Resulta inevitable pensar que la película abre también un espacio para la reflexión sobre la santidad hoy día. Sin proclamarlo abiertamente, Solo Javier podría servir de punto de partida para un eventual proceso de beatificación. No sería extraño que su vida llegue a convertirse en referente espiritual para muchos.

En definitiva, en Solo Javier se aprecia un himno a la vida, una oda a la fe y un recordatorio de que todos podemos dejar una huella de amor y esperanza. ¡Imprescindible!

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