octubre de 2025

PALOMITAS DE MAÍZ / ‘Las amargas lágrimas de Petra von Kant’: Un maravilloso elenco colorea el excepcional drama de Fassbinder

¡Mis queridos palomiteros!

La pieza teatral Las amargas lágrimas de Petra von Kant, dirigida y versionada por Rakel Camacho —coproducida entre Pentación Espectáculos y Nave 10 Matadero— se presenta en el Teatro Bellas Artes de Madrid (dirigido por don Jesús Cimarro) —hasta el 28 de septiembre— como una adaptación audaz, de tono modernista, del clásico de Rainer Werner Fassbinder, estrenado en 1971 y que llegó al cine al año siguiente. Camacho despoja a la obra de su estética barroca original para ofrecer un análisis exhaustivo de las relaciones de poder entre mujeres.

Por ello, el montaje no solo convierte el drama en una experiencia sensorial y visual muy conseguida, sino que además su dramaturgia se encuentra atravesada por una incesante búsqueda de nuestro yo más íntimo con una pincelada de morbo. Se acentúa así la tensión entre el análisis racional y el deseo de invadir lo prohibido.

¿De qué va Las amargas lágrimas de Petra von Kant?

La historia sigue a Petra von Kant, una reconocida y autoritaria diseñadora de moda que vive recluida en su lujoso apartamento junto a su sumisa asistente, Marlene. Tras un doloroso divorcio, Petra centra su obsesión en Karin Thimm, una joven que representa la posibilidad de experimentar el amor que siempre ha deseado. Lo que comienza como un romance intenso se transforma en una compleja dinámica de poder y dominación, que desemboca en el abandono de Karin, dejando a Petra atrapada en una espiral de autodestrucción y soledad profunda.

La obra se presenta como un incisivo estudio sobre la dependencia emocional. El conflicto central se asienta en la toxicidad de las dinámicas de poder: Petra ejerce un control absoluto sobre Marlene, que acepta una vida de servidumbre en un silencio demoledor. Con Karin, la relación se basa en la posesión y la proyección de un ideal inalcanzable. El drama pone de manifiesto cómo el amor y la amistad pueden convertirse en formas de esclavitud para los sentimientos. Además, la aventura explora la desconexión familiar a través de la relación de Petra con su madre e hija, mostrando así un patrón de incomunicación que se repite de generación en generación.

Por su lado, la dirección de Rakel Camacho es un acierto. Utiliza el espacio de forma minimalista, pero lo completa con una gran carga de simbolismo. De esta manera, un enorme espejo en el fondo del escenario no solo refleja a los personajes, sino también al público, convirtiéndolo en cómplice y testigo. Este recurso elimina la cuarta pared e introduce al espectador en una atmósfera asfixiante y lo hace copartícipe de la confrontación de Petra.

En cuanto a la iluminación, a cargo de Mariano Polo, refuerza el ambiente frío con un hábil uso de luces duras que acentúan la soledad de los personajes. El espacio sonoro de Pablo Peña y Darío del Moral alterna el silencio absoluto con una música industrial que intensifica la sensación de alienación.

Además, el vestuario también tiene un papel decisivo en la construcción de la narración. Los elegantes trajes de diseñadora de Petra se transforman en atuendos caóticos a medida que su vida se desmorona, que no es otra cosa que el reflejo de su estado mental. La presencia de maniquíes en el escenario subraya la deshumanización de las relaciones y la frivolidad del mundo de la moda.

Pero el trabajo de las cinco actrices intervinientes es el corazón de la obra. Todas unen sus fuerzas para dar vida a personajes de una complejidad asombrosa. Ana Torrent, como Petra, entrega una actuación visceral y perturbadora. Su Petra es una figura autoritaria que se desmorona ante nuestros ojos, con una fragilidad que se entrelaza con una locura progresiva, haciendo que su hundimiento sea tan creíble como desgarrador.

A su lado, Aura Garrido interpreta a Karin Thimm, inyectándole una fascinante ambigüedad. Lejos de ser una figura pasiva, la aparente delicadeza de Karin esconde una astucia y una determinación que la convierten en un motor silencioso pero poderoso del drama.

La gran revelación de la noche es, sin duda, Julia Monje. Su interpretación de la enigmática Marlene es una clase magistral de actuación sin palabras. Su silencio transmite una lealtad feroz y una fuerza interior que no necesita de la voz para hacerse sentir.

El elenco se completa con las actuaciones de Maribel Vitar y María Luisa San José. Vitar encarna a Sidonie, la amiga de Petra, con una dualidad cautivadora: su afecto parece incondicional, pero esconde un contrapunto que es crucial para el equilibrio dramático.

Finalmente, San José, como Vali, la madre de Petra, sirve de vehículo para transmitir serenidad. Su presencia, en medio del torbellino emocional de su hija, demuestra que la calma también puede ser un elemento dramático poderoso.

La película homónima de Fassbinder

Aunque la obra de Camacho se mantiene fiel al espíritu original, se distingue de la película de Fassbinder en varios aspectos. Mientras que la versión cinematográfica es un festín visual exuberante, la puesta en escena teatral es más sobria y oscura. Camacho utiliza el escenario para crear un lenguaje que trasciende lo convencional, incorporando elementos de la danza, el teatro y la música para crear un ritmo diferente. En conjunto, la producción madrileña es una experiencia teatral muy interesante que logra reinterpretar un clásico para el público contemporáneo sin perder la esencia dramática y la crítica social del original.

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Archivo Entreletras

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