octubre de 2024 - VIII Año

Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza (II)

ginerGiner de los RíosEnseñaba el profesor Báez Camargo que la educación se produce por nutrición, no por estiramiento. Educar es conducir las características propias de cada sujeto hacia su desarrollo. Instruir es construir desde dentro. El educador pone a mano los materiales, de manera no invasiva, pero es el educando quien se construye para sí mismo y para ser útil a la sociedad. Tarea todavía pendiente en España, porque más que estirar, tarea que Hermann Hesse denuncia en ‘Bajo las ruedas’, se aplasta lo que puede ser desarrollado.

Volvamos a esa triste historia de aplastamiento que perpetraron contra la Institución Libre de Enseñanza:

– Antecedentes históricos y pedagógicos

No me detendré mucho aquí. Sólo habré de recordar que el impulso pedagógico, para la regeneración de España, no se inicia con la ILE. Viene de muy atrás, siempre enfrentado a fuerzas de la reacción que siempre trataron de impedirlo con el argumento de que todo intento de renovación pedagógica es heterodoxia antiespañola, porque, en el decir de Gustavo Bueno, ‘siempre han considerado que la razón es el mal, ya que pretende acabar con la religión y la corona’.

Sin embargo, el ilustrado español no es contrario a la iglesia católica, pero sí pretende secularizar el poder de modo que ninguna autoridad religiosa pueda mermar los poderes absolutos que, para ellos, en todos los órdenes de la vida civil, corresponden, no todavía al pueblo, sino al monarca. Cuando la contraparte entiende que se están amenazando sus bases de influencia, se suscita la reacción. De atrás viene la polémica: recordemos que ya en el s. XVIII, Feijoo criticaba las rutinas y prejuicios que sufre el estudio de las ciencias; Olavide pretendía secularizar la universidad e invalidar los estudios religiosos para llegar al título de bachiller, o distribuir más racionalmente las facultades (1767); de Campomanes aparece en 1774 la obra ‘Discurso sobre el fomento de la industria popular’, seguida por la ‘Educación popular de los artesanos’; Jovellanos publica las ‘Bases para la formación de un plan general de instrucción pública’, en 1809, ya en plena guerra de la independencia, dando remate a numerosos trabajos sobre el tema: en 1790, el ‘Reglamento literario o institucional para llevar a efecto el plan de estudios del Colegio Imperial de Calatrava’, o su ‘Exposición al Príncipe de la Paz como respuesta a once puntos sobre la Instrucción Pública en España’ (1797), el ‘Plan sobre la instrucción de la Nobleza (1798), la ‘Memoria sobre la educación pública’, de 1802). Como último ejemplo, en 1808 Francisco Cabarrús dirige a Jovellanos sus ‘Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública’.

JovellanosJovellanosEsos trabajos por mejorar la educación en España se habían nutrido de la influencia de Europa. La influencia de Pestalozzi había alcanzado ya España en torno al 1803, a través de Francisco Voitel, oficial del regimiento de soldados suizos destacado en Tarragona. Durante una estancia en su patria, entre 1801 y 1802, conoció a Enrique Pestalozzi a través de Döbely, su capellán castrense. A través suyo, con el apoyo de su coronel Wimpfen, y del arzobispo de Tarragona, se abrió un centro educativo para hijos de militares. Con este modelo, el sacerdote Juan de Andújar, mediante su influencia con el duque de Frías, Presidente de la Sociedad de Amigos del País en Cantabria, consiguió el traslado de la escuela de Tarragona a Madrid. Y es que Juan de Andújar pretendía que Carlos IV estableciera el sistema de Pestalozzi en toda España, y para ello usó a Francisco Amorós, secretario de Godoy, y así se fundó, por decreto el Real, el Instituto Militar Pestalozziano en Madrid, en el mes de agosto de 1806. Sólo añadiré que la Constitución de 1812 continuó la tendencia de la reforma educativa, y encomendó para ello un Informe al poeta Manuel José Quintana, que fue presentado a las Cortes en 1814. Con todo, la guerra y el sexenio absolutista de 1814-1820, impidieron la puesta en marcha del proyecto.

Dejadme que dé un salto hasta el 9 de septiembre de 1857 para mencionar la ley de Claudio Moyano, que erige al Estado como señor de la enseñanza, donde todo estaba centralizado y estructurado, y mencione aquí dos datos que son antecedentes directos de la ILE: Dos años después, en el mes de junio de 1859, la Gaceta de Madrid publicó una Memoria que lleva firma de un profesor pensionado en Francia: Don Fernando de Castro y Pajares (1814-1874), capellán de Su Majestad, donde, el luego distinguido Institucionalista dedica una cerrada censura a la educación que se practica en España. Aquí también, otro señaladísimo Institucionalista luego, Don Nicolás Salmerón Alonso, seguidor de Krause, funda en Madrid en 1866 el Colegio Internacional, antecedente inmediato de la ILE.

Julián Snaz del RíoJulián Snaz del Río– 1865, La primera cuestión universitaria y la ‘Noche San Daniel’

D. Julián Sanz del Río, en su retiro de Illescas, desde 1846 a 1868, trabajaba intensamente: En 1849 publicó sus ‘Lecciones sobre el sistema de filosofía analítica de Krause’; en 1851, sus ‘Aforismos’; en 1854, artículos varios en la ‘Revista Literaria de Ambos Mundos’, y, en 1855, en la ‘Revista Literaria Mensual de ‘La Gaceta de Madrid’. En 1857 fue publicado el ‘Discurso pronunciado en la solemne inauguración del año académico de 1857-1858 en la Universidad Central’; en 1860, el ‘Doctrinal histórico de la Literatura Germánica’, y la obra de mayor trascendencia, de la que di cuenta en diciembre: la traducción libre de ‘El Ideal de la Humanidad para la Vida’ de Krause.

Por esas mismas fechas, los luego Institucionalistas, Francisco de Paula Canalejas, Francisco Fernández y González, y Federico de Castro, escribían sus tesis doctorales de contenido krausista. Por esas mismas fechas, militantes de la extrema derecha de la monarquía isabelina, periodistas, profesores y sacerdotes, forman un grupo de oposición calificado como neocatólico, o, como abunda en Clarín, los ‘Neos’. Sus adalides son Antonio Aparisi y Guijarro, Francisco Navarro Villoslada, Juan Manuel Ortí y Lara, Alejandro Gabino Tejado, Ramón Vinader y Cándido Nocedal. De Villoslada es el periódico ‘El Pensamiento Español’, que se encarga de publicar una serie de artículos bajo el título ‘Las cinco llagas de la enseñanza pública’, de los que era autor Ortí y Lara, profesor de filosofía en el Instituto de Granada. En esos artículos se arremetía contra el espíritu liberal, apoyándose en el Concordato de 1851: Era derecho de los obispos vigilar la instrucción, en todos sus grados, para que fuera conforme a la doctrina católica. Para ello, exigían la destitución de los profesores heterodoxos. El ministro Alcalá Galiano trató de atajar la polémica con la Real Orden Circular de 27 de octubre de 1864, que si bien recordaba que ningún profesor podía ser separado de su cátedra, a no ser que sus explicaciones en ella fueran perniciosas para los discípulos, o fuera inmoral su conducta privada, se recordaba a esos profesores que, según el Reglamento de Universidades de 1859, al tomar posesión de sus cátedras habían jurado la defensa de la fe católica, fidelidad a la Reina y obediencia a la Constitución de la Monarquía. Entonces Castelar retó al Gobierno a que le quitasen la cátedra y Aparisi y Guijarro atacó al Gobierno por no haber sancionado a Castelar.

En estas circunstancias, una decisión de Isabel II añadió conflicto a la polémica: La Reina decidió vender los bienes del Real Patrimonio, reservándose una parte, y entregando las dos restantes a Hacienda. Castelar respondió con un artículo en ‘La Democracia’,titulado ‘¿De quién es el patrimonio real?’, argumentando que ese patrimonio era de toda la Nación; a ese le siguió otro, titulado ‘El Rasgo’, de mayor contundencia: la Reina no podía adjudicarse la tercera parte de lo vendido, sostenía, y se armó el escándalo. ‘El Pensamiento Español’ acusó a Castelar de hacer una campaña antimonárquica y de enseñar doctrinas panteístas. Narváez, presidente del Gobierno, inició contra él una querella criminal e intentó la reforma del Reglamento de las Universidades para expulsar a D. Emilio de su cátedra. Castelar le dio la réplica publicando ‘El anticipo’, en el cual censuraba a Narváez por pretender, con ese proyecto de ley, gobernar sin Parlamento. Quiso el Gobierno obligar al rector de la Universidad Central, don Juan Manuel Pérez Montalbán, a que reuniese al Consejo Universitario para iniciar expediente sancionador a Castelar. Se negó, y fue destituido y reemplazado por el Marqués de Zafra, rector de la Universidad de Granada. Habían comenzado las vacaciones de Semana Santa, y los estudiantes quisieron rendir homenaje al cesado con una serenata de pitos al recién nombrado, dentro del recinto de la Universidad, cercada por la fuerza pública. Era la mañana del 10 de abril de 1865. Por la noche, los estudiantes se concentraron, unos cuatrocientos dicen las crónicas, en la Puerta del Sol. La Guardia Civil disparó al aire, donde había gente en los balcones. Los alumnos respondieron con piedras, y la Guardia Civil disparó y cargo contra el público, dejando, en el suelo y en los balcones, numerosos muertos y heridos. Era la Noche de San Daniel, santo del día.

ODonnellGeneral O’DonnellSe reunieron los ministros de urgencia. Mientras se celebraba el Consejo, murió repentinamente el de Fomento, Antonio Alcalá Galiano, que fue sustituido por el Gobernador Civil de Madrid, Manuel de Orovio y Echagüe. Este fue quien suspendió de empleo y sueldo a Castelar. En su apoyo, dimitieron los auxiliares Morayta, Salmerón, Fernández Ferraz… y el Gobierno dictó orden de prisión para los tres. Luzuriaga, Presidente del Consejo de Instrucción Pública, se declaró en Cortes partidario de la libertad de cátedra. El 23 de mayo, Ríos Rosas presentó en el Congreso un escrito de protesta firmado, entre otros, por Pedro Mata, Canalejas, Fernando de Castro, Sanz del Río y Laureano Figuerola. Cayó Narváez por los sucesos de Sol, y O´Donnell, jefe de la ‘Unión Liberal’ le sustituyó. Castelar volvió a su cátedra, y los dimitidos a sus puestos.

Cinco meses después, en octubre, El Pensamiento Español volvió a la carga. En el Parlamento se avivó el acoso a los calificados como heterodoxos. El 22 de junio de 1866, estalló un pronunciamiento militar en Madrid, que O´Donnell castigó con dureza. Pese a ello, Isabel II destituyó a O´Donnell y entregó el gobierno de nuevo a Narváez. Castelar fue condenado a garrote vil, del que se libró por estar huido. Aquí, en ese contexto, hay un dato llamativo: Es entonces cuando Salmerón funda el Colegio Internacional que antes mencioné, de donde saldría la plana mayor de la Institución Libre de Enseñanza que habría de surgir en circunstancias parecidas.

El 22 de enero de 1867, La Reina sancionó el Decreto de Manuel de Orovio, por el que se prohibía a los profesores expedientados ejercer cualquier grado de enseñanza y pertenecer a partidos o asociaciones políticas, y se ordenó la apertura de expedientes de expulsión contra todo catedrático de Facultad que ‘vertiese doctrinas erróneas o perniciosas, en el orden religioso, moral o político’. Narváez, por su parte, clausuró el Parlamento, organizó manifestaciones patrióticas y adhesiones a la Reina, y emitió un documento de adhesión a los profesores de la Universidad Central. Muchos no quisieron firmarlo. Requeridos de nuevo, treinta y cinco rehusaron, entre ellos Don Julián Sanz del Río. El Marqués de Zafra inició nuevos expedientes sancionadores contra Sanz del Río, Bardón, de Castro, Galdo y Salmerón, pretendiendo además que este último acudiera al besamanos en honor de María Cristina y de Francisco de Asís. Bardón y Galdo se avinieron. El 31 de diciembre de 1867, Manuel Orovio firmó la real Orden que separaba a Sanz del Río y a Salmerón de sus cátedras.El 20 de enero, Giner de los Ríos remitió a Orovio un escrito de protesta por el atropello cometido con los dos profesores, anunciando que acudiría en queja a las Cortes, y señalando que él, en su cátedra, enseñaba con el mismo espíritu que los sancionados. Giner fue suspendido el 14 de marzo, incoándosele expediente. El 14 de ese mes de marzo, don Fernando de Castro fue también separado de su cátedra con el argumento de encontrarse en él falta de adhesión a las instituciones y heterodoxia.

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