marzo de 2024 - VIII Año

Enrique Tierno Galván

Centenario del nacimiento de Enrique Tierno Galván (1918-1986)tierno 2

tierno 1Enrique Tierno Galván fue el más genuino maestro e intelectual que he conocido. Maestro por la cordialidad y sutileza con que enseñaba, muchas veces con el lenguaje del silencio, el gesto y la pausa, siempre de forma clara y precisa. Nunca me he sentido adoctrinado o condicionado, y menos reconvenido o atado; nunca me he sentido obligado a hacer o decir lo que no pensaba, nunca pidió adhesiones inquebrantables o fidelidades absolutas y, sin embargo, nunca me he sentido más identificado con un talante y unas formas que ganaron mi lealtad e influyeron tanto en mi formación.

Destilaba la cordialidad ilustrada del auténtico profesor, capaz de explicar, escuchar y polemizar. Transmitía serenidad y equilibrio, tenía el pathos escénico característico del maestro. Durante los años en que colaboré con él como profesor en su cátedra de la universidad Autónoma de Madrid, siempre promocionó y animó actividades, seminarios, investigaciones, publicaciones. Aun después de ser alcalde y solicitar la excedencia, nunca dejó sus clases ni las reuniones con los profesores, y durante el tiempo en que por el mismo motivo me encargué de su cátedra siguió siempre dirigiéndonos. Y así publicó en el boletín informativo del seminario de Teoría del Estado, unas Notas sobre los manuscritos clandestinos. En ellas declaraba que su propósito era ‘llamar la atención de los estudiosos, especialmente de quienes se dedican a la historia de las ideas políticas, sobre el tema de los manuscritos clandestinos, casi por completo olvidado’. Y añadía, ‘como es lógico, la clandestinidad no se refiere sólo a política y filosofía; hay otros aspectos, por ejemplo la literatura erótica, cuyo estudio arrojaría mucha luz sobre la práctica de la cultura española hasta el siglo XIX’.

portada 2Educaba de una forma humanitaria, intentando siempre desarrollar la individualidad del alumno, procurando que no se perdieran talentos o creencias particulares y a veces únicas, intentaba que se conservase lo que puede llamarse la libertad de creación artística utilizada como medio necesario para descubrir y quizá incluso cambiar el mundo en que vivimos. Hacía tomar conciencia de la parte (hombre individual) con el todo (mundo en que vivimos), de lo puramente subjetivo y arbitrario con lo objetivo y legal.

Fue también genuinamente un intelectual, no en el sentido de hombre culto que aprende y sabe pero no utiliza sus conocimientos para producir, influir o intentar cambiar la realidad; estaba movido por la acción, sus conocimientos fueron instrumento que aplicaba a un fin, cambiar lo que se le presentaba como defectuoso o injusto. Fue un intelectual porque estuvo movido por la acción, por la conciencia en la posibilidad de realización de unas ideas. Como intelectual fue un hombre exigente con él y con los demás. Huía de la comodidad, la mediocridad y la ignorancia; valoraba la originalidad y el riesgo; imponía la razón y la intuición al conocimiento. La crítica la dirigió siempre a las personas, grupos o partidos con los que se identificaba, quería o pertenecía. Solía decirme que la crítica era un instrumento dialéctico que había que utilizar positivamente para contribuir así a dinamizar y mejorar el objeto criticado. El silencio fue, en cambio, el mayor reproche: con él expresaba indiferencia.

Eportada 1n fin, quizá el tiempo y también los ochos gruesos volúmenes con sus Obras completas estén logrando que se valore a Enrique Tierno como lo que es, un valioso político y un gran intelectual. Una obra, la del VP, muy dispersa y en gran medida desconocida que hemos publicado de nuevo sin tener por ello que repetirla, ya que el mayor interés de sus escritos no reside en lo que ha dicho sino en lo que constantemente nos pueden seguir diciendo porque publicar no solo es poner en público, mostrar lo escrito, sino crear algo nuevo, la palabra cuando es leída o escuchada deja de tener dueño.

Por eso la edición de sus obras completas, de todos sus escritos no consiste sencillamente en reproducirlos. Ciertamente se han copiado las mismas palabras y en el mismo orden, con honestidad y rigor, pero el sonido que desprenden, la música que componen ya no es la misma. Este ha sido el ánimo con que la Universidad Autónoma de Madrid, el Ayuntamiento de esta capital y la familia decidieron reunir y editar por primera vez, toda su obra escrita y localizada hasta la fecha, incluyendo aquellos inéditos que disponen de un grado de elaboración que permite, sin duda, su publicación. Hemos recuperado sus palabras y recordado sus relatos sin aditamentos ni interpretaciones.

Siguió siendo maestro en la dignidad con que sobrellevó su tremenda enfermedad. Una muerte prematura que se llevó a un profesor que eliminaba tensiones con la serenidad y confianza que impone su presencia y el equilibrio y moderación con que trataba los temas más trascendentes y decisivos. Algún día habrá que escribir la importancia que en la historia de nuestro país ha tenido E. Tierno. Casi nunca fue protagonista, pero siempre estuvo en los lugares donde se decidieron los grandes temas.

Enrique Tierno, un gran intelectual y un importante político, este es el mínimo homenaje y el testimonio de mi mayor reconocimiento en el centenario de su nacimiento.

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