abril de 2024 - VIII Año

Manuel Espín: “Contrastar la falta de libertades con Europa tuvo más influencia en el cambio que la labor de los partidos y sindicatos clandestinos”

Se publica ‘La España ye-yé, la ‘cara b’ de los años del desarrollismo

En 2022 se editó ‘Vida cotidiana en la España de la posguerra’ (Editorial Almuzara) con buena recepción en el mercado. Un año más tarde con el mismo sello Manuel Espín publica ahora ‘La España ye-yé’ sobre el periodo comprendido entre 1966 y 1966 que se corresponde con los años del desarrollismo. Como subtítulo la cubierta del libro incluye la sugerente frase: “Cuando la sociedad pasó del blanco y negro al color sin dejar de ser una dictadura”.

Entreletras ha conversado con el autor de ‘La España ye-yé’

-Vuelves a utilizar un formato muy original: cada capítulo va precedido de un breve apunte de ficción sobre situaciones y personajes típicos de la época, como en el libro anterior…

-Es una manera de acercar al lector dos perspectivas: la ficción y el ensayo de no ficción e historia, en un contenido que queda cerca de nuestras identidades: los años 60. Se trata de contar lo que no se ve en las películas de ‘Cine de barrio’, tanto desde el punto de vista sociopolítico sino del cultural. Años que fueron capitales para la transformación de la sociedad española: a través de la liberalización comercial de los tecnócratas creció el PIB y mejoró el consumo, entre tensiones sociales. El tiempo en el que la dictadura sin dejar de utilizar la retórica guerracivilista dio preferencia a un aparente ‘apoliticismo’ que no era tal: el franquismo se apoyaba no solo en la victoria del 39 sino en los datos económicos, por primera vez positivos, y en la mayor disponibilidad de productos y servicios…

-¿Se podría decir que en ese momento se crea el ‘franquismo sociológico’?

-Fueron años en los que de manera sorprendente Franco aparecía en los discursos de fin de año como un alto ejecutivo de una gran compañía hablando de aumento de la capacidad de consumo de coches, frigoríficos, lavadoras, llegada de turistas… El momento en el que venciendo todas las desconfianzas del dictador ante Europa se pretendía entrar en el Mercado Común, para aprovechar la estela de los espectaculares crecimientos del PIB de sus países. Pero la Europa democrática no permitía la incorporación de dictaduras como España o Portugal, por lo que no se pudo aspirar más que a un tratado comercial, no a una asociación de pleno derecho. Todo ello mientras Europa estaba en plena ebullición con un profundo cambio en ideas, culturas, estéticas…Una parte de ellas tenía que ser forzosamente asumida por el Régimen porque había una nueva generación que no vivió la guerra civil; y en ese papel Fraga tuvo mucho que ver intentando cambios cosméticos que no afectaban a la identidad de la dictadura, aunque la censura persistía en los medios, el cine o la cultura. La represión se mantuvo y reorganizó con la creación del Tribunal de Orden Público.

-Tratas en el libro perspectivas novedosas, como cuando tocas el tema del Contubernio de Munich y el papel de las ‘agencias norteamericanas’ es decir la CÍA sobre la oposición franquista no comunista, cuentas los entresijos de la campaña de los ‘XXV Años de Paz’ o del escaparate de la Feria Mundial de Nueva York de 1994-95, así como las poco conocidas y enrevesadas relaciones entre Franco y Kennedy cuyas circunstancias apenas trascendieran a la sociedad española de la época…

-Fundamental ha sido conseguir testimonios exclusivos de sus protagonistas, algunos todavía vivos, o de testigos cualificados. El primer sorprendido fui yo: hay muchos temas y materiales sobre los que seguir trabajando, cuando todavía hoy en España el acceso a los archivos oficiales no es precisamente fácil…Muchas de las cosas que se cuentan en el libro ayudan a recomponer temas y ubicarlos desde perspectivas más amplias. Por ejemplo, cuando se habla de las relaciones entre las administraciones de Franco y Kennedy, llenas de sutilezas y desconfianzas, y el gobierno sabía que Washington tenía contactos con la oposición conservadora-liberal-socialdemócrata española no comunista. Singular debió ser el papel de Garrigues en la embajada de España en Washington cuando además sostenía lazos de amistad con los Kennedy, y mantuvo un peculiar papel intentando aparecer más como partidario de una evolución del Régimen que como representante de la dictadura de un personaje tan mal visto y desprestigiado en el escenario occidental como Franco, porque las cosas habían cambiado tras el final de la presidencia de Eisenhower… Además, gravitaba el tema de la renovación de los acuerdos sobre las bases y las sutilezas alcanzaron niveles desconocidos…

-¿Cómo se asumieron contenidos como la ‘libertad religiosa’, las nuevas costumbres, la aparición de la minifalda, la ‘píldora’ o el cambio en las formas de vida?

-Se aceptaron en parte y muy a regañadientes ciertas tentativas de cambio. Fraga llegó a recibir la carta de un obispo que pedía la prohibición por decreto del uso de la minifalda en la vía pública. La ‘píldora’ como el resto de los anticonceptivos estuvieron prohibidos hasta después de 1975 al igual que otros muchos contenidos ligados a nuevas formas de vida. Todavía en 1967 un diario hacía preguntas sobre “si alguna vez se implantaría en España el divorcio”; su edición fue secuestrada, -el tema era tan ‘tabú’ como otros-,  y las listas de libros´, canciones y películas prohibidas seguían siendo enormes. Hay un efecto que debemos analizar en toda su amplitud: la desafección respecto a la sociedad franquista por parte de sectores urbanos y jóvenes no llega a través de la influencia de los partidos y sindicatos clandestinos severamente reprimidos, sino desde la percepción y comparación entre España y las sociedades democráticas europeas, en las que quienes viajan fuera descuben que casi todo lo que en España está prohibido en Europa permanece integrado y no provocaba crispación alguna. Es en tiempo posterior cuando ese malestar con las limitaciones a la vida cotidiana que representa la dictadura se traduce en una afinidad con los contenidos de los partidos y sindicatos democráticos.

 -Destacas el impacto del Concilio Vaticano II en la sociedad española y la ‘desorientación’ del episcopado durante las sesiones vaticanas.

-Fue evidente la sorpresa que debieron vivir nuestros obispos: ellos llevaban al Concilio como propuesta la proclamación de la Virgen como Reina de la Cristiandad, y una condena expresa al comunismo, y se encontraron con una realidad inesperada en la que se hablaba de libertad religiosa, derechos humanos, libertad sindical, diálogo, participación de los laicos, protagonismo de las bases, pluralismo, ecumenismo… No extraña por lo tanto el ‘despiste’ y la desorientación de prelados que procedían de una realidad obsoleta como la ‘Iglesia de la Cruzada’, y eso explica la escasa influencia de la Iglesia española en el Concilio con relación a su papel en el mundo católico. O la preocupación de distintos obispos por justificarse ante Franco y ‘darle explicaciones’ sobre el inesperado sesgo del Concilio que arrinconaba modelos como el del Concordato del 53 y el maridaje Iglesia-Estado que sugería… Lo que daría lugar a un creciente divorcio entre las bases y la jerarquía española, y a la implicación de sacerdotes en las realidades sociales, con el resultado impredecible años atrás de la creación de un centro penitenciario especial para religiosos…

 -En el libro hay mucha presencia de los referentes culturales de la época…

-No podemos explicar los 60 sin destacar la influencia de los cambios estéticos que iban más allá de los aspectos formales. Hablamos de la creación de grupos como Los Brincos o Los Bravos; en el caso de Los Brincos, el primer lanzamiento ‘profesional’ de la historia del disco en España adaptando modelos generados por Los Beatles en 1964, y además a través de una discográfica con vínculos con el Opus que años después lo haría con el ‘rock’ y el ‘punk’ en el momento más expansivo de la Obra, cuando llegó a tener gran presencia en el mundo de la comunicación, el cine o la música, más allá de la política económica. Contextualizar y contar bajo perspectivas más completas y complejas esas realidades aporta muy interesantes puntos de vista. En el libro hay un amplio capítulo dedicado a las únicas actuaciones españolas de Los Beatles en Madrid y Barcelona y a sus circunstancias. Cuando de principio están a punto de ser prohibidas, y solo se autorizan en el último instante gracias a que la reina Isabel II de Inglaterra les ha concedido la orden del Imperio Británico y no se desea contrariar a la monarca con el veto a los de Liverpool. Se habla de las extremas condiciones y el control exhaustivo de esos conciertos en las Ventas y la Monumental, con tanta policía que Edgar Neville afirmó irónicamente: “Con un poco más y se podía haber tomado Gibraltar’. O con posterioridad Paul Mac. Cartney: “Parecía que estábamos tocando en una cárcel. Había tanta gente fuera que daba ganas de salir y hacerlo para ellos”. Lo que en todo caso habría sido radicalmente prohibido…

-Y el impacto del cine…

-En una doble vertiente. Por un lado, la promoción del llamado ‘Nuevo Cine Español’, el papel de un hombre de Fraga como fue García Escudero, y se publican en el libro nuevos testimonios de cineastas que estuvieron en la antigua Escuela de Cine y su perspectiva sobre la época. Por otro la ‘trama oculta’ en torno al denominado ‘Imperio Bronston’ con el rodaje de grandes superproducciones en territorio español con primeros nombres de Hollywood, financiadas en buena parte de lo que hoy llamaríamos ‘ingeniería financiera’ a través de fondos congelados e inexportables de grandes compañías americanas. En un juego en el que eran indispensables los guiños al franquismo con las excelentes relaciones con la administración Fraga, y el ‘regalo’ de documentales como ‘Sinfonía española’ o ‘El Valle de los Caídos’, en línea con las políticas de promoción turística. Pero a la vez de presencia en los equipos americanos de las películas de Bronston hechas en España de nombres de la izquierda americana perseguidos por el macarthysmo, lo que demuestra que buscaba la rentabilidad (que por cierto apenas logró) a los escrúpulos ideológicos. Precisamente el acto de mayor relevancia no política de todo el franquismo fue el estreno en Madrid de ’55 días en Pekín’ con asistencia de Carrero Blanco, ministros, aristócratas y artistas, junto a primeras estrellas de Hollywood como John Wayne o Rita Hayworth, en la que se llegó a cortar un árbol de la calle Luchana de Madrid porque interfería la alfombra roja…

-¿A quién va destinado el libro?

-No es un texto para nostálgicos ni mucho menos, y no hay nada de ‘revival’ autocomplaciente. Sino una lectura crítica con nuevas aportaciones y testimonios de hoy que sugieren perspectivas diferentes y más completas sobre esa época. Hay que pensar que también es un libro para jóvenes porque se está hablando de personas y modas que perviven en el imaginario popular,  en el que se ponen en evidencia los contrastes de sociedades, y se analiza el cambio en la sociedad española. Pretende ser un libro de reflexión donde hay una apuesta clara por evitar el estereotipo y el lugar común. Que por encima de todo intenta ser ameno y entretenido, hablando de hechos de gran trascendencia pública y social para la España de los 60.

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