Pablo Méndez (escritor y grafólogo) acaba de publicar el libro Cenicientas o madrastras bajo el sello Nuevo Círculo de Lectores, un elenco de dieciséis españolas que han dejado huella en nuestra historia reciente o están dejando su impronta en la España de hoy. Valiéndose del estudio de la letra y, al mismo tiempo, de un análisis de su vida y de su época, en Cenicientas o madrastras palpita la vida y la personalidad de figuras ejemplares e inolvidables, mujeres de gran talento que durante el siglo pasado fueron capaces de influir en el devenir de la sociedad, la cultura o la ciencia. Al igual que otras, también recogidas en este libro, lo están haciendo en la actualidad.
Pablo Méndez (Madrid, 1975) es autor de títulos en poesía como Ana Frank no puede ver la luna (premio de la Crítica de Madrid); Alcalá Blues; Oh, Siglo veinte o Cadena perpetua; libros en prosa como Lo que aprendí de Gloria Fuertes (homenaje al centenario del nacimiento de la poeta); las novelas Guerra de brujas o Taller de poesía, y el ensayo Alba y ocaso del primer libro. Conocido sobradamente como poeta, sus cinco libros de grafología –Cinco escritores en el espejo de la escritura, Marilyn desnuda, ¿Con qué político te irías a cenar esta noche?, Parejas por dentro y Borbón blues– también le han convertido en un grafólogo ocasional.
Entreletras ha conversado con Pablo Méndez sobre su último libro…. Cenicientas o madrastras
–De nuevo publica usted un libro donde aúna sus facetas de escritor y grafólogo, para realizar una aproximación biográfica a varias mujeres sobresalientes de nuestra historia contemporánea, traer a la memoria diversas épocas del siglo XX a través de las protagonistas de su libro y elaborar un estudio de la personalidad de las mujeres que se recogen en ‘Cenicientas o madrastras’ analizando su letra. ¿Podríamos decir que estamos ante una galería de retratos en tres dimensiones de las señaladas figuras que aparecen en su libro?
-Sí, me parece acertada la idea de estar ante retratos en tres dimensiones. La grafología la utilizó como un elemento más, porque es una herramienta muy atractiva y fiable para saber cómo es del todo la gente a la que admiro, como sucede en este libro. Lo que hago es contar su vida, hablar de su obra, aportar mis consideraciones, y analizar su escritura y la personalidad que se desprende a través de su letra. La grafología, como he comentado, es un elemento más del libro.
-Como en toda obra donde el autor debe escoger a unos personajes y dejar fuera a otros, seguramente igual de relevantes, ¿qué criterio ha seguido para seleccionar en este caso a las mujeres que aparecen en su libro?
-He querido escoger mujeres que de forma plena han pasado a la historia, tanto del siglo XX como del XXI. Es verdad que la lista podría ser mucho mayor. He seleccionado en base a la importancia de su obra, de su vida y también en base a la trascendencia que hoy en día puedan tener en mayor o menor medida. También ha sido una opción personal. Por ejemplo, está Victoria Kent y no Clara Campoamor. Aquí, es verdad, hay un baremo personal porque a mí me resulta más interesante la figura de Victoria Kent que Clara Campoamor, a la que respeto y me gusta, pero, como digo, hay apegos y criterios muy personales en esta elección.
-Ciertamente, …
-Luego también he escogido figuras a reivindicar, figuras muy importantes que en mi opinión no ocupan el lugar que merecen. Esto también está en el libro. Una de ellas es Carmen Conde, me parece la mejor mujer poeta del siglo XX y creo que eso hay que decirlo. Además, su historia personal es muy cautivadora, distinta y apasionante.
– ¿Cree que las mujeres que usted recoge en su libro -algunas ya no están entre nosotros por haber fallecido- tienen vigencia en la sociedad y cultura actuales?
– Creo que todas la tienen, pero si alguna hubiera perdido vigencia en cualquier caso me parece que son mujeres que deben ser referencia. Son mujeres que debemos tener en cuenta, conocer su vida, su obra, … han sido especiales y desarrollado una carrera profesional o construido una obra que debemos conocer y estudiar.
-No sólo las del pasado, también las del presente…
-Sí, en efecto. Por ejemplo, Penélope Cruz. Te puede gustar más o menos su trayectoria, pero es un referente, seguramente una de las actrices europeas con más peso y una gran proyección internacional. Luego hay figuras más locales, por decir así. Arancha Sánchez Vicario es una mujer que, sin ella querer o darse cuenta, cambió la historia del deporte español. Esto a mí me parece muy importante. Aquel Roland Garros que ganó a Steffi Graf fue un punto de inflexión y, a partir de ahí, cambió la tendencia de una España que no ganábamos nada, o muy pocas veces, en el deporte a nivel internacional.
-Su libro se titula ‘Cenicientas o madrastras’. ¿Las mujeres que descubrimos en las páginas de esta obra, cuánto tienen de cenicientas y cuánto de madrastras?
-El título es una metáfora y se le ocurrió al poeta e ilustrador Eugenio Rivera, que generosamente me lo cedió: es una genialidad, lo mejor del libro. Todas las mujeres de las que escribo son a la vez grandes cenicientas y grandes madrastras. Pero todo hombre tiene también parte de cenicienta y madrastra. El libro busca explicar que todos tenemos algo de esas dos figuras tan recurrentes en la literatura. Por cierto, el libro va acompañado también de unas magníficas ilustraciones de Eugenio. La verdad es que sin su colaboración el libro no sería el mismo.
-En el capítulo ‘El sitio del corazón’ escribe sobre varias mujeres fudamentales que van desde la II República hasta aquella ‘Spain is different’ del desarrollo de los años 60 del siglo pasado. En este sentido, ¿qué valoración puede hacer de este periodo que en su libro nos lleva desde Victoria Kent a Concha Velasco?
– Son mujeres que han hecho a las siguientes y su trabajo o su obra fue tan importante que ayudó a que otras pudieran ocupar el espacio que conquistaron después. Está el caso de Carmen Conde del que ya hemos hablado, pero también el de Concha Piquer, que además fue una mujer que supo retirarse a tiempo. Hoy vemos lo difícil que es eso para una artista. Sin embargo, ella vio en pleno auge que su voz comenzaba a decaer y decidió dejar de cantar. Eso es digno de elogio y un ejemplo para todo el mundo. A pesar del gran éxito alcanzado vivió toda su vida en la esquina de Callao con la Gran Vía, en la ciudad a la que quiso, pudiendo vivir en un chalet con piscina y cancha de tenis. Yo mismo no creo que hubiera tenido tanta dignidad (risas). También Dolores Ibárruri es una figura emblemática de ese periodo que, por cierto, me costó mucho trabajo abordar porque mis conocimientos históricos son limitados.
-En otro capítulo, ‘La robusta debilidad’, aborda la figura de mujeres más cercanas en el tiempo. Aquí aparecen Cecilia, exponente de aquella juventud que se revelaba contra la España gris del franquismo; Maruja Torres, nombre esencial del periodismo desde la transición hasta el afianzamiento de la democracia en nuestro país; o Alaska, protagonista de la icónica movida madrileña de los ochenta, … ¿estas mujeres tienen, a su juicio, algún punto en común con las anteriores?
-En cierto modo son mujeres muy distintas. Es verdad que estas últimas son herederas de las anteriores y, sin duda, hay algunos puntos en común. Gracias al esfuerzo de las primeras, las que llegaron detrás pudieron hacer cosas impensables hasta entonces y tener un tipo de vida diferente. Tuvieron que luchar por ello, es cierto, pero de no existir la labor previa de las primeras seguramente hubiera sido imposible. El caso de Cecilia fue muy especial, encarna el mito trágico del artista español. Una chica que muere con 27 años, curiosamente a la misma edad que han muerto otros genios de la música, como Jimi Hendrix o Janis Joplin. Cecilia forma parte de ese club tan amargo que es club de los 27. Muere en un accidente de coche cuando su música estaba despuntando. Yo creo, además, que Cecilia se hubiera dedicado a escribir, sus canciones tenían unas letras muy interesantes.
-A lo largo del libro nos descubre mujeres de gran personalidad y un peso específico más que notable, no solo en la literatura o las artes, también en la ciencia. Penélope Cruz, Almudena Grandes o la figura de la reina Letizia son algunas de las elegidas para estar en las páginas de su nueva entrega. ¿Qué puede añadir sobre ellas?
-He elegido mujeres que hayan pasado o estén pasando a la historia de España. Almudena Grandes, fallecida por desgracia hace muy poco, es una de las figuras más destacadas de la literatura española contemporánea. La reina Letizia Ortiz es ya parte de esa historia a la que me refería y, por ello, me parece relevante conocer su vida y la personalidad de alguien capaz de enamorar y enamorarse del entonces príncipe Felipe. A mí me parece una historia de amor muy hermosa. Una de esas historias rosa que como todas las rosas tiene sus espinas, pero al final ha dado un fruto muy bonito. Yo creo que su imagen a día de hoy es muy positiva. Sin embargo, cuando se supo su relación con el entonces príncipe nadie tenía esa perspectiva. Soy muy cursi, como ves…
-De todas las mujeres sobre las que ha escrito y cuya letra ha analizado en este libro, ¿cuál o cuáles le han impactado más?
– Pues fíjese cuando uno empieza a escribir un libro de este tipo intentas elegir con mucho cuidado y luego, para bien, te llevas grandes sorpresas. Elegí a las mujeres que están en el libro porque las admiraba, pero no por su letra que la fui conociendo después. Me gusta muchísimo Victoria Kent. En la actualidad, como se explica en el libro, no parece que haya demasiado interés en hablar de ella. Mi admiración por Kent surge en el contexto de una entrevista, casi dramática, que concedió hace tiempo para televisión y que hoy se puede ver en YouTube. Una mujer en cuya vida, su obra y su letra podemos descubrir una inteligencia especial. También me ha gustado mucho Concha Piquer, a la que tampoco conocía demasiado (me habló de ella Eugenio Rivera), y me ha decepcionado un poco la vida y la letra de Dolores Ibárruri que creí más intelectual.
– ¿Creo que también le impresionó la personalidad de la científica Margarita Salas?
– Sí, conocerla fue una gran lección. Entrevisté a Margarita Salas para este libro un veintiséis o veintisiete de diciembre en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, una gran científica trabajando llena de dicha en Navidad. Su despacho era el más pequeño de un edificio enorme, interminable, dedicado a desarrollar sus proyectos y sus propuestas científicas. Lo dicho, una gran lección de una gran mujer.
-Para finalizar, ¿tanto dice la letra de una persona?
-La letra dice de las personas absolutamente todo. Por eso, expongo poco la mía (risas). Otra cosa es entenderla, estudiarla, examinarla, pero la persona y su letra tienen un lugar único. En la escritura se deja ver toda nuestra alma, yo no tengo ninguna duda. Eso sí, hay que saber leerla, pero lo dice todo.