marzo de 2024 - VIII Año

Abril es el mes más cruel…

eliot
T.S. Eliot


‘….criando lilas en la tierra muerta,/ mezclando memoria y deseo,/ avivando raíces sombrías con lluvias de primavera’
.

Así comienza el poema de T.S. Eliot ‘La tierra baldía’, que encarna como nadie la imagen devastada por el tiempo, un responso por una civilización destruida durante la guerra, esa guerra de la que ya hablamos al reseñar el libro El cine de la Gran Guerra de Alfonso Peláez en esta misma revista.

Este poema lo leímos completo hace ya más de treinta años en unas sesiones que, con el provocativo nombre de ‘alcohol y poesía’, realizábamos en el garito Las piedras azules, una visión poética del color que se ponían en los cantos rodados de las calles de mi pueblo, antes que un alcalde de la modernidad las rellenara de alquitrán.

El añorado Palomares hizo una traducción de The waste land y me sorprendía la capacidad que tenía para recitar de memoria y en inglés la primera parte ‘el entierro de los muertos’, sobre todo cuando llegaba a Unreal City. Under the Brown fog of a Winter dawn… bajo la parda niebla de una madrugada de invierno, la multitud fluía sobre el Puente de Londres, tantos, jamás pensé que la muerte hubiera deshecho a tantos. Exhalaban suspiros breves, espaciados, y cada uno iba con la mirada fija delante de los pies….. Versos que representan sin duda la esencia de la poesía baudeleriana, y que inevitablemente nos llevan a Dante. Si Miquel Iceta recomienda un Hayku cada día, a mí no me va mal leer un canto diario de La Comedia. Encuentro, en muchas ocasiones, analogías entre el infierno medieval y el paisaje de la vida contemporánea.

the west landEn la edición de Cátedra me he encontrado una entrada para la lectura del poema en el Teatro Español en un espacio escénico de Deborah Warner, del año 2013.

La pieza fue interpretada por Fiona Shaw en media hora y sin subtítulos. Lógicamente, debido a que sólo me enseñaron un poco de francés por el padre Samuel, seguí el poema con la dificultad propia de quien no conoce el idioma, pero con una gran emoción al ver como cuadraba el sonido con aquellas lecturas del amigo Palomares que permanente nos brindaba cuando llegaba la ocasión. Imaginaros, sola en el escenario, la actriz levantaba a pulso cada verso, en una hazaña de interpretación. Fui sólo, nadie del entorno cercano me quiso acompañar en esa experiencia que aún recuerdo. Me reconfortó que se escribiera en la prensa internacional por uno de los críticos más refutados, y que no cito para no parecer un pedante, haber sido testigo de una experiencia teatral inolvidable (New York Observer).

Este poema, que en una primera lectura nos resulta difícil, nos lleva de un lado a otro de forma permanente. Sí, del teatro al libro de Ezequiel, de la ópera Tristán e Isolda a Baudelaire, del simbolismo a Dante, del infierno al Paraíso Perdido de Milton, a Ovidio a Virgilio, al Rey Pescador, es decir, hace de cada verso una ruptura con el tradicional romanticismo, con un estilo epigramático y de vida personal, remplazando la tradición con un lenguaje nuevo para el siglo XX.

La rama doradaLa rama doradaSi Borges era mejor crítico literario que poeta, T.S. Eliot era mejor poeta que crítico literario, lo que no obsta para que el libro El Bosque Sagrado, escrito antes del poema, haga teoría de la poesía, manteniendo como tesis principal que hay que hacer poesía con el lenguaje cotidiano, no con el lenguaje artificial anquilosado. Eliot quiere ser el rey del bosque, el rey que asesina al que custodia el bosque para poder seguir custodiándolo, o como en la leyenda del ‘Espejo de Diana’ ser el poseedor de la rama dorada para poder presentarla a Caronte, el barquero del Hades. Eliot solo deja penetrar a su bosque sagrado a Dante, los metafísicos del XVII y los simbolistas del XIX. Eliot es por tanto el rey del bosque que viene a asesinar a esa tradición que él considera perdida como es Shakespeare, Milton y los románticos. Por eso Bloom, el autor del famoso Canon, y defensor a tope del bardo, está en contra del pontificado de Eliot. El premio Nobel fue por antonomasia autor de la desolación del mundo moderno. En tiempos de confinamiento voluntario volveremos a leer The waste land, y por qué no, los Cantos de Ezra Pound, apoyo necesario e imprescindible para ver la luz el poema.

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