abril de 2024 - VIII Año

‘El Director’ de David Jiménez

El Director
David Jiménez
Libros del KO, 2019

El texto es un ensayo escrito por David Jiménez, el periodista de El Mundo y antiguo corresponsal en Asia. En este caso, la obra aborda todo un conjunto de reflexiones sobre la profesión periodística, sobre los cambios tecnológicos que se han sucedido en este ámbito, sobre el papel de la prensa en una democracia, como la española, sin dejar de lado sus reflexiones sobre la calidad de esta y sobre sí mismo. Son decididas sus convicciones de cumplir con el compromiso de defender una prensa libre, y crítica con el poder, pero a la vez seria y rigurosa, independiente y comprometida, dentro de su papel social como cuarto poder en una sociedad democrática.

La mirada del autor no es ya solo la de un periodista que empieza, alejado de lo que se dilucida en la redacción del periódico, sino que su experiencia se complementa ahora bajo su mirada como director del mismo. Su mandato duró un periodo muy breve, cabe pensar que devorado por la ingente tarea encomendada. Fue un año plagado de acontecimientos y donde las presiones, muy intensas, ya de por si habituales, en un periódico como El Mundo, fueron en este órgano, aún más intensas, por la delicada situación en que se encontraba. Era un periódico que ya no estaba pasando por su mejor momento.

El autor es llamado a la tarea de dirigir el órgano de prensa desde su ubicación en USA, donde disfrutaba de una beca para perfeccionar su formación. El momento no puede ser más difícil. Es un proceso de cambio de los periódicos en papel, a los espacios digitales, donde se multiplican por las redes las informaciones, cuando no la propaganda, y los bulos, donde el paso de los antiguos directores del periódico, Pedro J. Ramírez y Casimiro García Abadillo, habían marcado las líneas maestras del diario, con dos enormes referencias en sus líneas de trabajo. Una de ellas fue el acoso sin piedad al gobierno de Felipe González, con el caso de los GAL línea editorial que abriría espacios para la opción electoral y el triunfo posterior del PP, de José María Aznar y, por otro lado, el posicionamiento decidido de avalar desde sus páginas la posición de que el atentado de la estación de Atocha, era cosa de ETA. No hay que olvidar que el NO a la Guerra había calado en amplias capas de población, sobre todo en los jóvenes y que el periódico El País, su rival, había recogido esa bandera en sus manos.

En medio de esos sucesos, la crisis económica que atenazaba la empresa se había convertido en un agarra de difícil encaje y estrangulaba su continuidad. Había disminuido la publicidad en los periódicos en papel y la línea editorial de centro defendida por el periódico hacía difícil hacer remontar el vuelo. El hombre fuerte del periódico decidió, siguiendo las instrucciones de los propietarios, patronear los nuevos tiempos con una dirección decidida que resolviera dar un golpe de timón al periódico y que sacara al mismo del marasmo en que se encontraba.

El escenario político no podía ser más complicado, el PP había ganado las elecciones generales, y dominaba electoralmente los principales ayuntamientos del país y la corrupción rampante del PP asomaba por las costuras de los trajes. Era el momento que luego retrató, no mucho tiempo después, la filmografía española. El Reino, de Rodrigo Sorogoyen, señala detalles de esta corrupción, con un Antonio de la Torre que está en un papel inmenso.

En ese contexto se produce el nombramiento de David Jiménez. Lo primero que tuvo que acondicionar fue que colaboradores escogía entre la redacción existente. En segundo lugar, fue desmontar el aprovisionamiento de aquellas fuentes procedentes de Las cloacas del Estado, formados por datos aportados por policías seleccionados desde la cúpula del Ministerio del Interior que hacían el trabajo de destruir al adversario, amañando pruebas, liberando dossieres, y manipulando, sin ningún escrúpulo, todo tipo de información contra empresarios, líderes sindicales y políticos, y contra cualquier adversario que estorbara.

Recoge el dato que lo logró con gran tino, porque a los dos años, el policía más destacado en estas lides, Jiménez Villarejo, era detenido bajo severos cargos relacionados con estos asuntos. Su trabajo parece ser que estaba alimentado por un gran archivo de documentación atesorado durante muchos años que administraba con sibilina precisión.

Otro asunto que le ocupó sobremanera fue fijar bien las fuentes antes de emitir una noticia, y poner coto a algunas actuaciones no muy honorables deontológicamente en algunos colaboradores sobre el fusilamiento de noticias de prensa extranjera no verificada. Quizá su experiencia como corresponsal le alertaba de prácticas no deseadas. Era preciso marcar los límites en estos asuntos, porque de ellos depende la seriedad de un periódico.

El siguiente punto de trabajo se centró en dar un impulso al papel de las periodistas en las diversas secciones del mismo, algunas en situación precaria, dándoles relevancia en las decisiones de la línea editorial y seguridad económica en su estatus personal, dejando de lado el papel masculinizante de los anteriores directores.

El detallado periodo como director queda recogido en la obra, constituyendo una miscelánea de anécdotas, acontecimientos y curiosidades de un director con pretensiones de ser honesto y comprometido, siempre con la espada de Damocles situada en la planta noble de la empresa, siempre amable hacia ciertas presiones, y no siempre entregada a compartir ciertos principios. Los forcejeos iniciales fueron creciendo y acabaron por ponerlo en el disparadero, primero respecto a redactores que se ocupaban de Nacional y otras secciones, en los temas del Ministerio del Interior, con el mandato del PP por su amplia corrupción, y luego por el propósito deliberado de alterar sus propuestas como periodista desviando sus objetivos.

Las sucesivas colisiones con los dueños del periódico, y un ERE de la plantilla, con un amplio recorte, muy por encima de sus estimaciones, acabaron por dar al traste con su mandato. Su despido resultó improcedente al acogerse a la cláusula constitucional del derecho a la libertad de prensa, argumento que acabó por enarbolar ante las amenazas sufridas.

No en vano este libro recoge la defensa de sus posiciones, revelar las presiones sobre la prensa en España, y su dependencia de ciertos poderes económicos y políticos, lo que le ha supuesto muchos sinsabores. Todo ello, le ha llevado a colaborar menos aquí, y a trabajar como periodista en la prensa extranjera como el “New York Times”.

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