octubre de 2024 - VIII Año

‘La ruta de los huesos’ de Roberto Corral

rutahuesosLa ruta de los huesos
Roberto Corral
Ediciones Vitruvio, 2018

Existen libros que no deben pasar desapercibidos. Uno de ellos es la novela de Roberto Corral titulada La ruta de los huesos, publicada bajo el sello editorial Vitruvio. En sus páginas, Corral rescata unos de esos lugares que parecieran haber salido del infierno y, sin embargo, fueron ideados por hombres, para quebrantar la voluntad y segar la existencia de otros seres humanos. Porque eso fue lo que un gulag situado en la gélida Siberia oriental, llamado Kolyma, supuso para miles de personas. Prisioneros que en la época estalinista de la URSS y en plena Guerra Fría dejaron allí su vida o quedaron marcados para siempre.

Sin duda, el siglo XX fue el siglo de los horrores, no solo por las dos cruentas guerras mundiales que vivió la humanidad y otras no menos inclementes como la Guerra Civil española, la Guerra de Corea, Vietnam o el Golfo Pérsico, sino porque en medio de tanta barbarie se sucedieron episodios de una crueldad difícil de imaginar. Atrocidades cometidas para aniquilar al enemigo exterior, pero también contra quienes fueron considerados un peligro para regímenes de diversa índole, sostenidos sobre la arbitrariedad y el terror penal.

La ruta de los huesos de Roberto Corral narra de forma espléndida una historia que nos propone un viaje en el tiempo, para conocer que ocurría en Kolyma, a través de la aventura que vivirá Bob Cooper, un profesor universitario de California. Cooper entrará en una espiral fuera de su control que le llevará desde una aldea de Corea del Sur al gulag de Kolyma y, una vez allí, a ser mano de obra esclava para construir una carretera, concebida por los delirios megalómanos de Stalín, que unirá las regiones de Yakuysk y Magadan. Una ruta que pasaría a la historia con el aciago nombre de ‘la carretera de los huesos’. Los detalles de tan inquietante nombre podrán descubrirlos adentrándose en la seiscientas páginas que contiene la sugestiva novela de Roberto Corral.

En esta novela, el autor recupera sitios y símbolos de la desaparecida Unión Soviética (URSS), cuyo significado se ha ido diluyendo con los años. Un viaje a los tiempos gloriosos de la Rusia comunista del Sputnik y Yuri Gagarin, cuando la URSS parecía haber tomado la delantera a los EE.UU. Lugares cuyo nombre causaban escalofrío, como Lubyanka, cuartel general del KGB y su prisión contigua, situada en la plaza Lubyanka de Moscú de donde tomó el nombre.  Un recinto temido como pocos. Así como los Sharashka, nombre genérico de los laboratorios secretos soviéticos donde trabajaron científicos rusos cuya vida pendía de un hilo, como Sergei Korolov, Aleksandr Solzhenitsyn o Andrei Tupolev. Todo regido por la poderosa burocracia soviética, resorte de poder y, aunque resulte paradójico, causante de incontables situaciones kafkianas, como el absurdo juicio por espionaje que condenará a prisión al profesor Bob Cooper.

El autor ha escrito, sin duda, una novela atractiva sabiendo mantener la atención del público lector a lo largo del relato. Ha trabajado literariamente un tema que no es fácil y entraña una gran dureza, derivada de lo que representa y está tras el nombre de la carretera que evoca el título del libro. En la novela de Corral, el protagonista se verá envuelto por azar en una enrevesada trama relacionada con el mundo diplomático que desembocará en su reclusión en el ya citado campo de trabajo.

Esta novela recupera la memoria histórica de lo que fueron los Gulag, acrónimo de Dirección General de Campos de Trabajo, Correccional y Colonias, departamento del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) que dirigía el sistema penal de campos de trabajos forzados y otras muchas funciones de policía en la extinta Unión Soviética. El Gulag fue creado oficialmente el 25 de abril de 1930 y disuelto el 13 de enero de 1960.

De este modo, la narración de Corral comienza con la clausura del Gulag. A partir de ahí el autor mira hacia el pasado para sumergirnos en una historia, muy bien contada, que es un vibrante thriller, novela con tintes históricos y relato introspectivo a un tiempo, donde se pregunta por la motivación del ser humano para infligir daño a sus semejantes y la capacidad del mismo para soportar la aflicción. En este sentido, con el entorno descrito como telón de fondo, Corral ha construido una ‘ruta de los huesos’ muy bien conseguida, atrapando a los lectores que transitan por ella.

La ruta de los huesos, la carretera, es tratada hoy en día como un memorial, debido a que los huesos de los presos fallecidos durante su construcción terminaron siendo empleados en la elaboración del pavimento o colocados alrededor del trazado. Cuentan como los presos utilizados en la ejecución de esta carretera de la muerte se suicidaban o, cansados, se tumbaban sobre la nieve para dejarse morir por congelación. La Autopista Federal para Automóviles ‘Kolymá, ‘la tierra de la muerte blanca de donde nadie sale vivo’, como nos dice Corral, atraviesa el Lejano Oriente de Rusia, la parte extremo-oriental, entre Siberia y el océano Pacífico. El primer tramo fue construido por presos del campo de trabajo de Sevvostlag en 1932. La construcción continuó siendo realizada por presos del Gulag hasta 1953.

En lo formal, la novela de Roberto Corral está estructurada en tres partes: El destino, Kolyma y La huida. Sigue el esquema clásico, presentación, nudo y desenlace, que funciona muy bien cuando el autor, como es el caso, aúna un lenguaje cuidado y directo, diálogos bien elaborados, descripciones sin artificios innecesarios y un argumento coherente y documentado con rigor. Todo lo cual hace de esta novela un relato atrayente. 68 capítulos de ágil lectura que a buen seguro el lector no tardará en devorar.

Asimismo, la novela es muy visual. Contiene elementos cinematográficos, muy de nuestro tiempo, que aportan dinamismo a la narración. Escenas como la visita del teniente Freeman, uno de los personajes, a la familia de Bob Cooper, parecen sacadas de la gran pantalla.

Por otro lado, la trama de espionaje internacional en la que se ve envuelto el profesor Cooper, entronca esta obra con el subgénero de la novela de espías, muy apreciado y extendido en países como Reino Unido o Francia y que en España ha tomado un gran impulso en los últimos años. Sobre todo desde que algunos autores recuperaran esta temática para nuestra novela. Sirva de ejemplo La Voz del pasado de Fernando Rueda, a la que siguió su saga sobre El Lobo (basada en las peripecias del agente Mikel Lejarza) o más recientes en el tiempo El estornudo de la mariposa de José de Cora, Berta Isla de Javier Marías o Los pacientes del doctor García de Almudena Grandes.

Igualmente, en esta novela hay un interesante análisis del comportamiento humano frente a la situación extrema en la que debe luchar por su supervivencia. Desde el inicio del libro nos es posible atisbar un sentir del padecimiento de quienes sufrieron lo indecible en los campos de trabajo. Para el autor, tras el aterrador número de presos recluidos en el gulag, muchos de ellos fallecidos, hay ante todo personas.

Plantea otra importante cuestión Roberto Corral en su ‘ruta de los huesos’. Saber hasta dónde puede llegar el proceder de los Estados sobre los individuos o si la máxima renacentista de Maquiavelo, el fin justifica los medios, debe guiar dicha actuación.

En cualquier caso, la novela posee una gran carga de humanidad, a pesar de la crudeza de lo que sucede en ella. El protagonista se eleva en medio de la adversidad y la desesperación. Se atisba, así, una creencia manifiesta del autor en la capacidad del ser humano para enfrentarse a condiciones en la que está en juego su vida. La confianza en el prójimo, la fortaleza que proporciona el amor a los seres queridos o la determinación de resistir al saberse objeto de una injusticia, se revelan aquí como elementos fundamentales para perseverar en una idea: alcanzar de nuevo la libertad. La clave para ello parece estar, según se desprende del relato de Corral, en nuestro interior, donde podemos encontrar aspectos como ese altruismo que lleva a algunas personas a convertirse en héroes espontáneos y determinantes.

Además, resulta curioso observar que algo tan insignificante como puede ser un cigarrillo cobra, en este contexto, una gran relevancia argumental a la hora de describir esa necesidad de creer en quienes comparten, incluso desde roles diferentes, el mismo destino. Así veremos como los carceleros de Kolyma están, al igual que sus prisioneros, atrapados sin remedio en los engranajes de la maquinaria represiva urdida por Stalin.

En definitiva, la vertiginosa y arriesgada aventura del profesor Cooper les tendrá en vilo a lo largo de las páginas de esta novela, que nos devuelve a una época que no conviene olvidar, relata una historia emocionante y bien documentada, y nos sitúa ante una encrucijada donde para sobrevivir no solo vale el ingenio, también es preciso apostar por nuestros semejantes.

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