abril de 2024 - VIII Año

‘Memoria democrática, Una necesidad para una ciudadanía informada y crítica’, de VVAA. Coordinadora: Isabel Vilabella

Memoria democrática
Una necesidad para una ciudadanía informada y crítica
Coordinado por Isabel Vilabella
VV.AA
Fundación Progreso y Cultura, 2023
247 páginas

El pasado 14 de septiembre fue presentado en Madrid un libro que no puede ni debe pasar desapercibido, en especial para quienes deseen aproximarse o conocer más en profundidad la cuestión de la Memoria Democrática en nuestro país. Así como los anhelos, el talante y algunas confidencias en torno a la vigente Ley de 19 de octubre de 2022 que abordó dicho asunto. Una norma que no sólo ha querido regular el siempre polémico tema de la memoria histórica, sino también incorporar definitivamente nuestra legislación al “impulso de las políticas de memoria democrática” que ha venido desplegándose “desde el fin de las guerras civiles y conflictos mundiales que asolaron Europa en el siglo XX, y especialmente desde el Holocausto”. En este sentido, promover y establecer los cauces para el desenvolvimiento de la memoria democrática,  tal y como ambiciona la flamante Ley que en breve cumplirá un año de existencia, constituye «un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia.” Con ello, se ha pretendido “cerrar una deuda de la democracia española con su pasado y fomentar un discurso común basado en la defensa de la paz, el pluralismo y la condena de toda forma de totalitarismo político que ponga en riesgo el efectivo disfrute de los derechos y libertades inherentes a la dignidad humana.”

El libro que nos ocupa, Memoria democrática. Una necesidad para una ciudadanía informada y crítica, recoge las intervenciones del ciclo de conferencias organizado por la Fundación Progreso y Cultura, con el apoyo del sindicato UGT Madrid y la Escuela Julián Besteiro —donde se celebraron dichas conferencias entre septiembre de 2022 y marzo de 2023—, en el que intervinieron prestigiosos juristas, profesores universitarios, historiadores, sindicalistas y políticos que abordaron desde distintas ópticas, el valor de la memoria democrática y sus implicaciones.

Antes de comentar el contenido del libro, creo necesario detenernos en la emotiva dedicatoria que precede a los trabajos reunidos en la obra. “En memoria de quienes lucharon, se sacrificaron y padecieron humillaciones, cárcel, exilio, depuraciones e incluso la muerte, para que pudiéramos vivir en democracia. A ellos, a ellas y a sus descendientes para que sus nombres queden en el recuerdo.” Por desgracia estas líneas, a modo de homenaje, son un retrato sucinto, verídico y trágico de una parte de la historia e intrahistoria de España, impelida por un aliento cainita, que nunca más debiera repetirse.

Las palabras con las que inicia el Prólogo al libro Isabel Vilabella Tellado, directora-gerente de la Fundación Progreso y Cultura, van en la misma dirección de lo apuntado, dedicando el libro “a las mujeres y hombres que durante muchos años se han visto condenados al silencio, han padecido humillaciones y, sobre todo, no han podido dar sepultura a sus muertos”. Por otro lado, Vilabella afirma que “reivindicar la Memoria Democrática es un acto de rebeldía, de reparación y de justicia.” Asimismo, unas líneas más tarde, puntualiza que este libro “es un puente que quiere servir de encuentro democrático de nuestro presente con nuestro pasado que nos han impedido conocer, valorar y admirar.” Puede decirse, en efecto, que el libro tiene un tono reivindicativo a la hora de tratar algunas cuestiones, pero al mismo tiempo es riguroso, didáctico y proporciona abundante información para desarrollar una posición crítica sobre el tema. Y no es, digámoslo porque es relevante, un libro revanchista (calificativo empleado con bastante asiduidad para desacreditar los argumentos a favor de una memoria democrática).

En Una introducción, que es un compromiso en toda regla, Marina Prieto Torres, actual Secretaria General de UGT Madrid, subraya que «cuando se habla de Memoria Democrática se tiene que hablar de Historia. Creo, no obstante, —señala— que la memoria tiene más dimensiones porque, aunque los historiadores son rigurosos y científicos, no debemos olvidar que en España hubo un régimen dictatorial durante cuarenta años, que marcó nuestras vidas recortando la libertad de expresión y de cátedra y reprimiendo toda disidencia.” De ahí que para Marina Prieto sea necesario realizar una tarea de concienciación, divulgación y exposición de “los diversos enfoques de la Historia qué hasta la fecha, se han ocultado o no se han dado a conocer.”

De igual forma, el Secretario General del PSOE en Madrid, Juan Lobato Gandarias, pone el acento en la Convivencia y valores democráticos, título del texto que firma en el libro, en especial en su deseo de que se construya “un futuro de convivencia, de progreso y una sociedad que sea capaz de respetarse, de convivir y de avanzar…”, De la lectura de las palabras de Juan Lobato se desprende un acertado llamamiento a la tolerancia y al entendimiento, como basamentos esenciales de una sociedad democrática avanzada.

Sin desmerecer a otros, uno de los capítulos imprescindibles de esta obra es La necesidad de la Memoria Democrática hoy que suscribe Carmen Calvo Poyato, exvicepresidenta del Gobierno de España y vicepresidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso. Su colaboración en este libro se inicia con una afirmación tan sorprendente como gratificante: “…hace ya mucho tiempo que me di cuenta que quienes bucean en la poesía, son los que están ocupando ahora los espacios más sutiles y más profundos del pensamiento.” “La poesía —añade— tiene ahora mismo el valor tremendo de enfrentarse a las cosas a las que no se enfrenta una sociedad que, desde mi punto de vista, tiene una característica que no me gusta, y es que estamos construyendo sociedades muy cobardes.” “Sociedades de esas —continúa enunciando Calvo Poyato— en las que hoy no digo lo que tengo que decir, ni a quien se lo tengo que decir, ni dónde lo tengo que decir.” Por mi dedicación a la poesía, parafraseando a Umberto Ecco, soy un lector sospechoso de las palabras de Carmen Calvo, pero a mi juicio resulta imposible no estar más de acuerdo con tales aseveraciones.

Las quince páginas que ocupa en el libro el texto de Carmen Calvo son un torrente de notables consideraciones sobre historia, política, sociedad y, por supuesto, sobre la Ley de Memoria Democrática promovida por el gobierno de Pedro Sánchez, con quien habló en su día sobre los contras, pero ante todo sobre los pros de aprobar dicha ley. Así, la exvicepresidenta señala que había que llevar a buen puerto la ley porque el PSOE no debía pasar por el gobierno sin hacerlo, ya que, si se daba el caso, no se le podría “decir a la democracia española en general, a los demócratas de verdad y a las víctimas que todavía no han sido reparadas, es que nos vamos del Gobierno si hacer la ley.” Igualmente, menciona en su intervención la labor fundamental del Secretario de Estado Fernando Martínez en la elaboración de esta ley, a quien se le debe “de manera muy generosa” que esta ley de denomine de Memoria Democrática y no de Memoria Histórica.

De gran interés son las reflexiones que podemos leer en el capítulo Memoria y convivencia, cuyo autor es Valentín García Gómez, Diputado ponente de la Ley de Memoria Democrática por el Grupo Socialista en el Congreso. Entre otras cuestiones, en su aportación responde García Gómez a la pregunta ¿por qué una ley de memoria? Uno de los motivos: “enlazar la memoria de nuestro país con la memoria democrática europea. No en vano la Guerra de España fue el preludio, el campo de experimentación si se quiere, de los movimientos totalitarios en el viejo continente”. Más aun —añade posteriormente— “la Ley cierra el resquicio que quedó pendiente en el periodo constituyente, la reparación de las víctimas del franquismo, la reparación integral.” Las valoraciones de García Gómez nos permiten conocer de primera mano los objetivos primordiales que en la ponencia legislativa se contemplaron desde la óptica socialista en esta ley.

Profundo conocedor del pensamiento y la historia contemporánea, Antonio Chazarra Montiel, profesor de Historia de la Filosofía, escritor y vertebrador de no pocos proyectos culturales, nos ofrece en este libro dos trabajos espléndidos. El primero de ellos, Hacia una Memoria Democrática compartida, es un análisis amplio y significativo sobre el origen y la necesidad de esa memoria que hasta ahora ha sido hurtada a la ciudadanía. La extensa duración de la dictadura franquista, cuyas consecuencias sociales y morales “desgraciadamente aún perduran entre nosotros”, las “fuertes resistencias para condenar ese régimen totalitario” y, lo que es peor, la añoranza que despierta todavía entre algunos sectores de la sociedad, son circunstancias que para el profesor Chazarra hacen de la actualidad “el momento de decir alto y claro, que la sociedad española necesita forjar una Memoria Democrática compartida”. Del mismo modo, el autor propone actuaciones para hacerlo posible. En este sentido, considera urgente llevar a cabo una labor pedagógica en esta línea, como explica en el segundo epígrafe de su primera contribución al libro. Para Antonio Chazarra, como índica en el tercer epígrafe de su exposición, una “Memoria Democrática compartida tendría efectos saludables sobre la convivencia social y nos alejaría de ‘cantos de sirena extremistas’ así como de populismos.” Una Memoria que debería partir de lejos, de la Constitución de 1812 —como herederos que somos de “una agenda ilustrada”—, pasando por los periodos constitucionalistas y progresistas del siglo XIX, hasta llegar a la Constitución republicana de 1931 que fue modelo para otras en Europa. Aunque, anota Chazarra, con “nuestra ceguera habitual, hemos imitando a quienes recogieron sus frutos, al tiempo que negábamos el original.” Las consideraciones que vierte aquí el profesor Chazarra son oportunas, convenientes y, como es acostumbrado en este autor, a buen seguro no dejarán indiferentes a los lectores o lectoras.

La aportación de Antonio Chazarra a la obra se completa con un texto dedicado a El Mono Azul, la revista que se leía en las trincheras. Evoca el autor aquella “revista cultural republicana que se leía en un Madrid asediado y en las trincheras, donde algunos milicianos leían en voz alta su contenido para animar a los combatientes.” Resalta así el autor la importancia y significado de propuestas como El Mono Azul y de otras manifestaciones culturales de aquel momento crucial que en ningún caso fueron un espejismo, sino parte de una corriente más amplia que concebía la cultura como un elemento esencial para transformar y modernizar la sociedad. Asimismo, la historia de la revista El Mono Azul permite a Chazarra en este capítulo continuar sus obseravaciones sobre el tema principal del libro, indicando que “No es desde luego conveniente, realizar una lectura ‘cerrada’ de la Memoria Democrática. No lo es, porque se trata de un fenómeno amplio, diversificado y con distintas perspectivas para abordarlo y diferentes ángulos desde el que analizarlo.”

Según nos adentramos en las páginas del libro hallamos textos que tratan el tema de la Memoria Democrática desde aspectos muy diferentes, interesantes y, en ocasiones, poco conocidos. Sara Bonmati García, Secretaria de Justicia y Memoria Democrática del PSOE-Madrid, en el capítulo titulado El futuro de la dignidad democrática en Madrid comienza rememorando la figura del que fuera líder de la UGT, del PSOE y presidente de las Cortes, Julián Besteiro, para afirmar en otro momento de su aportación que es “imprescindible situar a las víctimas y la represión que sufrieron en el centro de las políticas de memoria.” Para Bonmati, “hablar de memoria no es hablar sólo de pasado, sino que es, sobre todo, hablar de presente y futuro. Es hablar de qué tipo de sociedad queremos para nosotros mismos y para nuestros hijos…,” así como sobre el espacio que deben ocupar las mujeres, el valor y trato que debemos otorgar a profesores, intelectuales, personas LGTBI, minorías, etc. Enlazando el “hablar de memoria” con los valores éticos y cívicos que deben o deberían estar presentes en todos los ámbitos de la sociedad.

Un capítulo que puede sorprender por el tema que trata es el titulado Violencia política y Memoria Democrática que firma Eduardo Sánchez Gatell, psicólogo y exdiputado de la Asamblea de Madrid por el Grupo parlamentario socialista. Sin embargo, observará el lector que la inclusión en el libro de esta aportación no sólo está justificada, sino que es sumamente acertada. El autor del capítulo aclara la cuestión en los primeros párrafos del capítulo: “El sentido de mi intervención no solo es hacer una reflexión acerca de la violencia terrorista en general y de la de ETA en particular, sino también dar testimonio de acontecimientos de los que fui testigo privilegiado y en algunos casos, único”. Sin duda, el relato de Sánchez Gatell es esencial, porque los acontecimientos a los que se refiere, “pese a que sucedieron aún en plena dictadura”, fueron a su juicio “determinantes para la deriva criminal de ETA y contribuyeron a poner los cimientos de cuarenta años de crímenes durante nuestro periodo democrático.”

Un tema local, pero muy revelador, es el que trae a colación Mar Espinar Mesa-Moles, portavoz del Grupo Municipal socialista en Madrid, bajo el título Robert Capa y Peironcely 10: historia de una fotografía que transformó la vida de los vecinos de Entrevías. La historia del inmueble situado en la calle Peironcely 10 es la historia de un proyecto efectivo de memoria democrática, que supuso la salvaguarda y protección de un edificio en el que sus vecinos pasaron de vivir en infraviviendas a “tener un verdadero hogar”. Este proyecto le permite reflexionar a Mar Espinar en estas páginas, para concluir que “La memoria democrática, la memoria de todos, tiene la capacidad también de mejorar la vida de las personas. Ya sea haciendo justicia con su pasado, como proyectando una dignidad y reparación mayor en el presente.”

La Memoria Democrática del exilio republicano es el título de la colaboración que en este libro firma el reconocido historiador (Doctor en Historia y escritor) Francisco Cánovas Sánchez. Una aportación indispensable, como no podría ser de otra forma en Cánovas, que nos habla de los sufrimientos, añoranzas, pesadumbres y esperanzas de aquellos españoles, hombre y mujeres, que por distintos motivos debieron abandonar nuestro país tras una guerra fratricida y cruenta, cuando en Europa se gestaba ya la Segunda Guerra Mundial. Un texto riguroso y colmado de conocimiento sobre los hechos que relata, donde se subraya, por ejemplo, que el “gran anhelo de los exiliados republicanos era la restauración de la democracia” o cómo, tras su marcha de España, el tiempo fue transcurriendo “y la combinación de la guerra fría y la real politik desarrollada por las potencias occidentales favorecieron la permanencia de la dictadura de Franco, sobre todo tras los acuerdos con los Estados Unidos y el Vaticano en 1953” y la entrada de nuestro país en diversas organizaciones internacionales como la ONU o el FMI. Es la historia de cerca de “medio millón de españoles” que tuvieron que abandonar su país por “defender la democracia, huyendo de la represión y la muerte.” También la historia de un legado que se mantuvo vivo “y constituyó una referencia imprescindible para la reconstrucción de la democracia.”

Otra aportación de gran calado en este libro es la del catedrático de Filosofía Política en la UNED y exportavoz de Izquierda Socialista Antonio García Santemases. En el capítulo Memoria y olvido en la transición política española, García Santemases aborda diversas cuestiones cuya referencia podemos hallarla en los títulos de los epígrafes del citado texto: ‘La cultura política de la transición’, ‘El fin de la transición modélica’ que “se fue rompiendo a lo largo del gobierno de Felipe González y con la llegada de José María Aznar.”, ‘Tres imaginarios en pugna’ en relación a la idea de Ortega y Gasset sobre las tres generaciones que contempla un ser humano mientras vive: la emergente, la hegemónica y la declinante, y por último ‘Republicanismo, federalismo y laicismo’, donde concluye que una “política de memoria que quiera tener alguna posibilidad de prevalecer […] tiene que comprender que es imprescindible recoger múltiples experiencias para hacer presente en la vida pública un legado complejo;”, donde el pablismo (en referencia al fundador del PSOE y al ya desaparecido sindicalista Nicolás Redondo), el republicanismo, el federalismo y el laicismo constituyan “los pivotes del imaginario que debemos reivindicar, recordar, reafirmar y hacer, si es posible algún día, hegemónico.”.

Llegados a esta altura del libro el denominado Abogado de la Memoria, Eduardo Ranz Alonso, nos ofrece una señalada crónica histórica, política y jurídica del significado del polémico Valle de los Caídos. El capítulo Valle de Cuelgamuros, y nacionalidad de los exiliados, es un texto que no tiene desperdicio. El público lector sacará sus propias conclusiones tras la lectura de la aportación de Eduardo Ranz Alonso. Para este comentario sobre la obra que nos ocupa creo interesante subrayar algunas ideas finales de su exposición. “El Valle ha visto pasar de lejos la democracia, pero la democracia todavía no ha entrado en el Valle”. Cierto, así fue durante décadas. Creo, sin embargo, que quizá en nuestros días la democracia ha comenzado ya a hacer acto de presencia en este aciago Valle. Confiemos en que nunca más vuelva a ausentarse. Se felicita también el autor por que tengamos en la actualidad un cuerpo legal que ha dejado sin efecto a los reales decretos que “vulneraban la ley de memoria histórica de 2007” y a la propia Constitución. Igualmente, esperemos que ello redunde en la ineludible democratización del Valle. Por último, Ranz Alonso se congratula también porque con la reforma del año 2022 “se consigue que aquellos a quien se les robó toda una vida, puedan recuperar esa raíz de quienes buscan el pasaporte español como símbolo identitario.”

El concejal y Secretario del Grupo Municipal Socialista de Madrid, Ramón Silva Buenadicha, apoyó su intervención en el ciclo de conferencias que ha dado lugar a este libro en 50 fotografías que no están, por lógicos motivos editoriales, recogidas en el libro. Sin embargo, su exposición sobre Memoria Democrática en la ciudad de Madrid deja meridianamente claro lo que supuso la ‘memoria impuesta por la dictadura’ en la capital de nuestro país. Hace repaso Ramón Silva de los diversos momentos que desde la transición a la democracia se ha impulsado en la geografía urbana madrileña la recuperación de la memoria democrática, sobre todo, claro está, reflejada en los nombres de las calles y avenidas. En la actualidad, concluye Silva Buenadicha, impulsados por el Gobierno de España, se “siguen dando pasos para democratizar la imagen de la ciudad de Madrid”.

Acercándonos ya al final de libro, encontramos la aportación de obligada lectura del periodista, sociólogo y escritor Rafael Fraguas de Pablo, quien nos adentra por un territorio habitualmente desconocido y apasionante a partes iguales, la Memoria Histórica frente al Secreto de Estado. Imposible dejar de leer este capítulo. Comienza Fraguas aseverando que la dictadura franquista trató de “borrar, silenciar y suprimir la memoria y la conciencia histórica, porque de esa manera ocultaba su propio carácter criminal.”, para luego fijar su mirada en una norma preconstitucional promulgada “en vida del dictador Francisco Franco”, la ley de Secretos Oficiales de 1968, “una legislación de excepción antidemocrática” que incomprensiblemente aún pervive en nuestro actual sistema democrático y de derecho. Ello supone, para el autor, la generalización del secreto de Estado y “provoca una desmemoria colectiva que impide a cada ciudadano, independientemente de su adscripción ideológica, hacerse una idea del acontecer remoto e inmediato de España.” El “antídoto” contra esto y otros elementos que determinan esta situación es para Fraguas la memoria democrática.

Expone Rafael Fraguas la existencia de los denominados “consejeros áulicos…, aquellas personas poco conocidas del gran público, que vigilan la atinencia a la razón de Estado de las decisiones políticas de Jefes de Estado y mandatarios del más alto rango.” En este sentido,  el periodista y sociólogo cita nombres relevantes y hechos de interés en su exposición. En todo caso, el autor pone el acento en la “dimensión del secreto político en España, sin plazos de revelación, sin límites y escasos controles eficaces”, algo que “plantea una inquietante sospecha: la posible existencia, todavía, de un Estado secreto.” En consecuencia, apuesta Fraguas por “la anhelada derogación de la ley de Secretos Oficiales”, lo que sería beneficioso “para reducir la deficiente cultura democrática existente en España.”

Dos aportaciones al libro quedan por reseñar en el último tramo de este comentario al mismo. La primera tiene que ver con la actividad sindical. Un aspecto sin el cual estaría incompleta esta obra. Sebastián Pacheco Cortés, Secretario de Formación de UGT, es el autor del capítulo Sindicalismo y Memoria Democrática. Pacheco Cortés basa su exposición en “cosas que van a tener que ver mucho con lo personal y con mis sentimientos”, anuncia, pero también con los conceptos clave del movimiento memoralista: “verdad, justicia, reparación, y garantía de no repetición”. Asimismo, su intervención concluye con las propuestas del sindicato UGT para desarrollar y consolidar la memoria democrática. De esta forma, el autor entiende que la lucha continúa, “no se acaba porque haya salido la Ley (de Memoria Democrática).” y que “La ley hay que hacerla día a día. Hay que hacerla cumplir en toda su extensión…,”

Finalmente, Margarita Rodríguez Guijarro, vicesecretaria de UGT Madrid, pone punto y final al libro con un Epílogo del que pueden destacarse, entre otras, dos ideas. Por un lado, que este libro “es mucho más que una herramienta y un instrumento de trabajo para continuar la tarea de concienciar, divulgar y proporcionar ideas a quienes se esfuerzan por ampliar la proyección y el alcance de lo que llamamos Memoria Democrática” y, por otro, que este libro “es ante todo y, sobre todo, un lugar de encuentro sobre el que opinar y reafirmar nuestras convicciones democrática y transformadoras, serenamente y con rigor.” Queda dicho.

En esta larga recensión se ha efectuado inventario de los temas y autores y autoras que podemos descubrir en las páginas de esta obra. De igual modo, se ha querido poner de relieve el caudal que aporta el libro al conocimiento sobre un asunto, la Memoria Democrática, que seguirá estando muy presente en el debate político y social. Un libro que, se ha dicho al principio, no debería pasar desapercibido. El público lector tiene la última palabra.

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