Me preguntó qué utilidad ofrece la mayoría de los “analistas geopolíticos” más allá de rellenar espacio en lo que no son a su vez sino espectáculos audiovisuales y, claro está, sembrar falsa sapiencia y confusión.
Cuando tratan y re-tratan las perspectivas de la guerra entre Rusia y Ucrania (de hecho de la primera contra la antigua Europa del Este que en su día llegaría a conquistar enarbolando la falsa bandera del antifascismo), muestran la típica “cultura” de los “especialistas” de los últimos cien años, y a la vez, lo sucedido en estos cuatro años de lucha que la mayoría califica de “guerra de desgaste” cuando en realidad ha sido, es y será mientras dure, una guerra de agresión frente a otra de resistencia. En este primer aspecto, obvian explicarse las causas de la duración, lo que para ello ha jugado en cada lado y en definitiva lo que al supuesto Goliat le ha impedido en consecuencia “acabar con Ucrania” como un día sí y casi otro también, ya en futuro como en suelta como tantas frases huecas el “electo para mentir” de Trump (algo hoy puesto de moda, como sinónimo de la cada vez más mediocre burocracia “gobernante”, dicho eufemísticamente).
Así, la inmensa mayoría si no todos esos “especialistas” que desconocen la marcha de las cosas, la historia, a Tucídides y a Maquiavelo, a Guerra y Paz, y dejan de lado la alegoría de la leyenda bíblica de David y Goliat dentro del marco de sus propios presupuestos (Rusia es una “potencia devastadora” o poco menos).
Pero, como dicen los hechos que se ignoran, los datos que se ocultan y la experiencia histórica que alimentaría las más sofisticadas y desprejuiciadas teorías de la guerra, el papel de la moral de la tropa es y será siempre algo de primer orden. Y, sin negar el peso de la técnica y el número de tropas disponibles que enseguida consideraré también, es este uno de los elementos que explican lo ocurrido hasta ahora (resultados más que aceptables de la resistencia ucraniana, incapacidad rusa para llevar sus planes hasta el pretendido fin y en poco tiempo), es decir la fuerza moral del invadido, la debilidad moral del invasor. Y esto sin incluir la “inteligencia” desequilibrada que del lado del invadido crece obligada mientras que del agresor, que lleva años basando su gobierno en la mentira y el terror, solo puede ejercer la astucia del gato desbocado y feroz que justamente lo lleva a los errores y al desgaste.
A su vez, recordando la experiencia estadounidense en Vietnam, no se puede olvidar el peso de la moral exterior que se inclina normalmente en favor débil, un elemento paralelo al anterior que dio al traste con la potencia del Goliat americano en esa guerra, es decir, el peso de la mayoritaria opinión pública estuviese esta o no engañada por la propaganda y la esperanza justiciera de las izquierdas y gobiernos indudablemente pre-wokes, lo que aquí no viene del todo al caso ya que hoy son estas izquierdas las que optan por ponerse del lado del supuesto gigante “soviético” al que no dejan de justificar. En fin, la incoherencia no es nada nuevo y menos en quienes viven de la mentira más burda e inescrupulosa.
Pero también están los datos de la técnica y de la economía que tienen su base en la incapacidad propia de la “burrocracia” que manda sobre todo de la que lleva demasiado tiempo enquistada y pasando de unas claves ideológicas a las siguientes (comunismo obrero-campesino —de palabra—, del bolchevismo leninista, nacionalismo imperialista del estalinismo, alianzas con el nacionalsocialismo, capitalismo burocrático de Estado, ortodoxia cristiana —formal—).
Así vemos que mientras el ejército ucraniano maximiza sus recursos el ruso no solo despilfarra los suyos sino los de sus aliados a quienes desgasta sin contrapartidas serias (tropas coreanas, chechenas, drones iraníes, etc.) que por otra parte tienen diversos grados de obsolescencia como los propios recursos previos. Cierto que el empuje de la guerra en marcha lleva al desarrollo (y al progreso económico, lo que a su vez da lugar a fenómenos sociales “problemáticos” que dejó a la sociedad marginación aplicada). Pero esto vale para las dos partes… y su periferia, como se puede comprobar viendo lo que la guerra llevó preventivamente a Polonia a armarse (sírvase informarse quien se interese y se lo permitan los “economistas”)
Lo cierto es pues que la industria militar rusa ha estado en muy penoso estado y aún necesitaría bastante tiempo para ponerse a la altura del calificativo de “gran potencia”… algo que pretende conseguir si se la deja. Y que no obtiene, como mal que mal Ucrania, de auténticas potencias tecnológicas ya porque tampoco están a la altura (Irán), porque tienen capacidades limitadas (Corea del Norte… que no estará dispuesta a mucho más) o porque está a la espera de hacer de Rusia un protectorado y como tal una extensión del mercado de consumo propio notablemente reducido, en concreto, para la compra de coches eléctricos a cambio de materia prima energética y alimentaria, al menos principalmente (China). Justamente es en todos los sentidos el lado que más sufre el desgaste inmediato de guerra, lo que la obliga a desentenderse de sus focos de control anteriores (Siria, Venezuela, Cuba, algunos países africanos, Irán mismo a fin de cuentas, al que no puede asistir, y dejando este terreno a sus “amigos” chinos… cuyo régimen tampoco tiene una situación económica boyante y menos una situación social prometedora (necesitada igualmente de mercados que inyecten recursos con los que atender futuras tormentas financieras en ciernes, además de los referidos que llevan tiempo cocinando y ya dando lugar aún a baja escala de alzamientos en demanda de mejores condiciones laborales). O a otros “emergentes” como Turquía que ya ha aterrizado en unos cuantos sitios (Siria, Libia, Marruecos…).
Si, quizá con tiempo, pero ¿quién estará dispuesto a dárselo? ¿Trump? Lo dudo, aunque quizá lo haga sin pensarlo, como está haciendo por ahora con Irán, con Venezuela, con Cuba… Entretanto, Ucrania cambia apoyo técnico militar por futuribles, y quizá por territorios. Y busca mejores apoyos, no desinteresados, claro. La inteligencia posible de David. Y sobre todo la asistencia de una moral patriótica paralela al descontento de la población rusa hacia su gobierno y sus despiadados y genocidas métodos de conquista que afectan inclusive a los pobladores rusófilos de las zonas invadidas y quizá hasta a los llevados desde lejos a vivir allí (al respecto impera mucho silencio oscuro).
¡Ah… cierto: están las bombas del Dr. Strangelove! Bueno, amigos, al respecto me atrevo a pronosticar el estallido antes de una nueva perestroika o al menos de una re-desestabilización a lo Khruschev… retirada de misiles como este acabaría haciendo con los de Cuba tras los famosos 13 días de idas y venidas.
En todo caso, estas son especulaciones racionales… y el mundo es una cada vez mayor “nave de locos”.