abril de 2024 - VIII Año

La compasión de los moderados

El Catedrático Pont Clemente reflexiona en este artículo sobre el acercamiento de los presos soberanistas a Cataluña

presos2El único significado que el diccionario de la Academia otorga a compasión es el de conmiseración o de lástima por aquellos que sufren penalidades o desgracias. No obstante, el vocablo latino compasio procede del griego συμπάθεια, que, literalmente, significa ‘sufrir juntos’. La misma palabra, en inglés, es, mucho más que una sensación, un impulso de ayudar a quienes lo necesitan, y adquiere un perfil estrictamente racional cuando se asocia a las ideas de justicia y de ‘fairness’, concepto este último que se suele traducir por equidad, pero que tiene una proyección mucho más intensa y compleja. Fairness sería lo que en catalán se expresa como ‘el que cal’, otra expresión intraducible si no se quiere perder el verdadero contenido de la misma que va más allá del deber ser.

A la hora de tratar de explicar cómo ha recibido la sociedad catalana la decisión gubernamental de acercar a las personas procesadas por los hechos de septiembre-octubre de 2017 a centros penitenciarios –en los que han sido recluidos por el Juez como medida cautelar- situados más cerca de sus hogares, no hallo mejor palabra que, precisamente, compasión, si le damos el significo etimológico que tiene en latín. La compasión se descubre en la capacidad del Gobierno socialista para no confundir la justicia con la venganza, en su comprensión del Derecho como una aspiración a la justicia que sólo puede nacer de una hermenéutica racional y no de un ciego literalismo y la utilización de las herramientas de la política al servicio de la búsqueda de la armonía por encima del enquistamiento de los conflictos. Nótese que nada de esto resulta fácil, pero piénsese en lo ilimitadamente difícil que sería seguir vías más burdas para quienes deseamos no sólo ‘sufrir juntos’, bello imperativo ético, sino, sobre todo, ‘vivir juntos’, que es un mandato jurídico, contenido en el inicio del preámbulo de la Constitución, al auspiciar la garantía de la convivencia democrática conforme a un orden económico y social justo.

carcelCentro penitenciario de LledonersLa sociedad catalana no sólo ha percibido la compasión del Gobierno, sino que al perder una buena parte de la angustia que la atenazaba, se ha sentido ella misma como protagonista de esa compasión. Piensan una buena parte de los catalanes que la serenidad de su conducta, salvo excepciones, se ha transformado en un avance efectivo hacia la expresión colectiva del ideal de ser capaces de ‘sufrir juntos’. Sólo quedan excluidos de este aligeramiento moral quienes necesitan desesperadamente la pervivencia del conflicto, es decir, aquellos que han substituido el corazón capaz de amar a una bandera por la bandera misma, inhábil como tal de sentimientos ni de razones. Sólo pueden sufrir juntos quienes aman y no pueden nunca amar quienes odian.

Por eso estos días, los extremistas de cualquier color andan cabizbajos pretendiendo fingir indiferencia ante la demostración de que es posible la fraternidad. Los más radicales, además, se empeñan en hallar sinrazones para seguir gritando y evitar así que puedan oírse las palabras de conciliación. Pero la mayoría social, estuviera donde estuviera en aquellas jornadas de otoño, hoy está mejor que ayer, porque un grupo de personas honestas, que dieron la cara por sus ideas, que a unos les gustarán y a otros no, van a estar más cerca de sus familias y de sus amigos. A esa misma mayoría social le disgustan las palabras vacías de quienes, no habiendo perdido la libertad, parecen más interesados en que todo vaya peor, aun a costa de evitar, o precisamente para evitar, cualquier expresión política o sociológica, incluso psicológica, de compasión.

sancheztorraNo me gustaría que nadie entendiera que mi propuesta de aceptar la dimensión enormemente positiva de la propuesta gubernamental de ‘sufrir juntos’ interfiere con la autonomía de jueces y tribunales para el enjuiciamiento de las conductas. Me siento un jurista afortunado por vivir en un país en el que mis tesis tienen altas probabilidades de ser aceptadas por los tribunales y en el que, de hecho, lo han sido, por lo que defiendo que gozamos en España, con virtudes y defectos, por supuesto, de algo imprescindible para una vida buena, como la tutela judicial efectiva. Ahora, sólo quiero señalar que el acercamiento de los presos es un gesto con el que la sociedad catalana se ha sentido identificada. Como lo haría con una eventual decisión judicial de substituir la vigente medida cautelar por otra menos onerosa.

El gesto decidido, eficaz, desacomplejado, del gobierno de Pedro Sánchez ha tenido la virtualidad de estrechar los lazos de fraternidad entre los moderados catalanes y los moderados del resto de España, y de todos ellos con los moderados del conjunto de Europa. Estamos transitando desde la inepcia silenciosa de la falta de gobierno a la recuperación de la Política como arte del buen gobierno de la Ciudad. El resto de los operadores (políticos, empresariales, sociales, civiles) cometerían un grave error si no se sintieran interpelados. La compasión, la interiorización del ‘sufrir juntos’ como vía hacia el ‘vivir juntos’, no va a solucionar los problemas que tenemos ni los problemas que nos hemos creado, pero, al responder a las exigencias de la equidad, de la ‘fairness’, ‘del que cal’, ha empezado a poner los cimientos de un puente que quizás un día nos permita superar los altos muros que hoy no nos dejan ni siquiera vernos.

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