diciembre de 2025

PASABA POR AQUÍ / La cabeza que no quiso quedarse en España

Detalle de la tumba de Urraca López de Haro, cuarta abadesa de la Abadía de Cañas (La Rioja). Talla de Ruy Martínez de Bureba (1272)

He tenido siempre una teoría: Que cuando los restos de Goya vinieron a España y se descubrió que faltaba la cabeza, fue por un asunto de amor. Ahora estoy cambiando de opinión. Me explico.

En 1888, seis décadas después del fallecimiento del sordo de Fuendetodos, se exhumaron sus restos en el cementerio de Burdeos. La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que faltaba la cabeza.

Joaquín Pereyra, cónsul español en la ciudad francesa, asombrado, telegrafió a sus superiores diciendo «Esqueleto de Goya no tiene cráneo»; a lo que contestaron desde el ministerio español: «Envíe Goya con cráneo o sin él». Y así se vinieron los restos del ilustre baturro hasta su descanso eterno e incompleto en San Antonio de la Florida, de Madrid.

Se ha especulado mucho sobre este misterio. Se dijo que la cabeza podía haber sido sacada de la tumba para hacer algún estudio frenológico o incluso antes de enterrarle, apuntando a que el mismo pintor autorizase a su amigo, el doctor Jule Laffargue, que le quitase la cabeza para su análisis por parte de los frenólogos. Esta hipótesis podría confirmarse tras las investigaciones sobre la colección de cráneos y moldes del Museo de la Sociedad Frenológica de París, que terminaron en el Museo Flaubert y de Historia de la Medicina, donde andan diciendo que han descubierto la que corresponde al pintor.

También se ha dicho que pudiera haber terminado en manos del pintor asturiano Dionisio Fierros, autor del cuadro de una calavera, que se conserva en el Museo Municipal de Zaragoza y que tal vez pudo ser copiado del original, fragmentado después por el hijo de Fierros cuando estudiaba medicina en Salamanca.

En fin, estas y otras teorías siempre palidecieron ante la mía: Que dado que en una exhumación de los restos de la Duquesa de Alba se comprobó que le faltaba un pie y puesto que Goya, enamorado sin duda de Cayetana, siempre había elogiado la hermosura de los pies de la duquesa madrileña, es posible que en alguna tumba secreta, la cabeza del pintor repose besando el pie de su amada para toda la eternidad.

Pero ya digo que esta romántica teoría la estoy sustituyendo ahora por otra, gracias a un sagaz comentario del que fuera ministro de cultura, el poeta César Antonio Molina. Vaya por delante que nunca me sentí en sintonía con este señor ni siquiera como poeta, pero reconozco que comparto lo que escribió en un artículo sobre la miserable condición de los escritores y artistas ante la jubilación, provocada por las ignorantes y tendenciosas políticas españolas tan poco amigas de la cultura.

Dijo Molina, hablando en su día del nefasto ministro de Cultura José Ignacio Wert: «No sabe este buen hombre que nuestro pintor [Goya] regresó del exilio a su patria sin cabeza. ¡Por algo sería!».

Cabe esa posibilidad, claro que sí. Es posible que Goya decidiera dejar su testa en cualquier lugar antes de devolverla a una patria tan poco amable para la cabeza de sus intelectuales, artistas y escritores. Esta hipótesis gana terreno en los tiempos que corren, acabando el primer cuarto del siglo XXI, en que los reaccionarios por un lado y los progresistas por otro, andan a la zarpa la greña, coincidiendo ambos, eso sí, en que la cultura no entra en sus planes más que de refilón y nos tienen a los que nos dedicamos a ella como puta por rastrojos.

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Archivo Entreletras

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