diciembre de 2024 - VIII Año

País federal

Antiguamente, teníamos la obligación de ser “Una, grande y libre”, por prescripción gubernativa, sin recovecos, ni objeciones posibles. El imperativo marcial no era discutible; se acataba y marchen. Eran tiempos de posguerra, cuando se bizmaban las heridas de tanto anarquismo suelto, fusileros de la UGT y otros milicianos de Largo Caballero, checas promoviendo paseíllos, joseantonianos (del segundo José Antonio) con pistola, guardias de asalto al asalto de domicilios particulares y todo el caos del panorama degenerativo de aquella infausta República que, guste o no guste, era un desbarajuste integral y constituyó el segundo fracaso del régimen republicano.

El eslogan de Franco era delirante, un desiderátum marcial, una arenga de caudillo, o un grito de guerra formulado ad libitum del mando. Nada, en conjunto, si quitamos la fanfarria cuartelera, porque carecía de fundamento histórico y sólo podía apoyarse en el miedo de los vencidos ante el poder omnímodo del vencedor y en la contundencia del “ordeno y mando” para cohesionar, por vía narcisista, la fuerza de los vencedores.

Miedo y narcisismo como agentes aglutinantes es voluntarismo de cuartel: el miedo hace que la tropa, desde el coronel para abajo, obedezca sin rechistar. Mientras, el general presume de andar entre las estrellas, que es como estar en la gloria por la gracia de Dios. Pero esa no es la realidad, sino una fantasmagoría, una figuración ilusa, mera fabulación hecha a espaldas de la historia, con desprecio a la sintalidad sociológica y absoluto desdén a cualquier planteamiento demoscópico. Entonces, los referenda se hacían para ganarlos por el 101%; por eso, no se prodigaban.

No obstante, el general, como los antiguos fisiócratas, creía que todo lo hacía para bien del pueblo, aunque fuera sin el concurso del pueblo. Él estaba en la atalaya de la lucecita del Pardo y desde allí sólo observaba sumisión, sonrisas y cabezazos de asentimiento.

Cataluña es un problema desde el Compromiso de Caspe, que otorgó la Corona de Aragón a Fernando de Antequera, Infante de Castilla, frustrando las expectativas de Jaime II, conde de Urgel, que también pretendía la designación. Aquello ocurría en 1412. Tampoco aceptaron el Decreto de Nueva Planta, de 1707. Su rebeldía colea aún y, con la ayuda incandescente de TV3, va in crescendo. A partir de ahí, Cataluña pretende ser una república, con el filósofo Illa de presidente, que de ahí parte su afán de poder.

Los vascos, aquellos de Patria, Fueros y Rey, aunque suene a rancio, son mucho más modernos. Estos nacieron del resentimiento de haber perdido las cuatro guerras carlistas que Sabino Arana, racista en lo cuerdo y orate en lo demás, embraveció echando sal y pimienta en las heridas. ¿Creen que de aquellos escozores proviene esta revancha inmarcesible? Pues, no. El Abrazo de Vergara les enseñó mucho: perdían la guerra y para conformarlos les concedieron los Fueros y otras gabelas. Y, en eso siguen. El PNV nunca pierde y sus cachorros de la ETA han integrado el aprendizaje, viniendo a ser tal para cual. No se distingue entre los cosecheros del nogal, quién mueve las ramas y quién recoge el fruto. Pujan por alardear de pretensiones conseguidas.

Cuando el finado presidente Suárez decretó aquel “café para todos”, con objeto de no primar a dos regiones con estatutos de autonomía, mientras las demás quedaban adormecidas en el nido de la Patria España, nunca sospechó que estuviera construyendo un semillero de independentistas. Transcurridos estos 40 años de singladura, la más extensa y próspera de nuestra historia, nos encontramos que cada taifa surgida de la constitución de 1978 utiliza su lengua como frontera. El castellano es el enemigo a abatir, porque impide el empuje de lenguas de comunicación universal de la altura del catalán, del gallego, del euskera, del bable y del castúo. En esos bienes, reside la quintaesencia de la identidad nacional de cada contorno; por tanto, debe excluirse la lengua común que demuestra que España es una y su idioma grande, aunque haya que maltratar la libertad.

Simultáneamente, la bandera de Carlos III es arriada de colegios y ayuntamientos y el Rey arrinconado y preterido como símbolo peligroso.  También se soslaya al Consejo de Estado y hay que domeñar el Tribunal Constitucional y al Consejo del Poder Judicial, igual que están maniatados el Tribunal de Cuentas, el CIS y la Fiscalía.

¿Qué alcance tiene esta estrategia?

La oposición se desgañita echando en cara al Dr. Sánchez que esté en manos de los independentistas con tal de seguir en el poder un año más. Y, no; no es eso. Sería un objetivo muy ruin, de corto alcance y pobreza de miras. El PSOE ya no existe, porque ni es obrero, de clase, ni español, de lealtad a la totalidad del pueblo español; ahora, consiste en la duna que integran PSC, PSA, PSG, PSE (de Euskadi), y así hasta 17 PS, porque el PSOE decidió suicidarse en el ara del federalismo, a fin de crear la nación de naciones, los Estados Unidos de España, un imperio plurinacional de taifas y aldeas que no vayan a ninguna parte, pero puedan ser presididas por hombres eximios, o mujeres con talla de estadistas.

En ese propósito están aliados los secuaces del Dr. Sánchez, ERC capitaneada por Junqueras y sus acólitos Aragonés y Rufián, Bildu cuyo capo fue etarra, el PNV que no está dispuesto a perder porque sería la primera vez, Compromís, partido de la Sra. Oltra,  Mareas, En Comú podem con Ada Colau a la cabeza, y así otras cohortes de la misma catadura. Son aliados para llegar al país federal. Ese es su objetivo.

Como el primer golpe de Estado ha salido mal, están arreglando los desperfectos y preparando el terreno para no fallar en la segunda intentona, que se producirá en 2023; posiblemente, durante la presidencia europea, porque el incienso de los éxitos de la puesta en escena, la teatralidad de los fastos y la concentración de presidentes y jefes de gobierno aturden mucho, confunden con sus vahos celestiales y la ciudadanía se mantendrá mansa, estupefacta ante tanto esplendor. Incluso van a utilizar la Alhambra como escenario despampanante. Todo está pensado para conducir mejor al rebaño al matadero. Una vez que Cataluña saque su referéndum, las demás autonomías tocaran a zafarrancho, a ver quién puede más y más pronto.

Hay que comprender que después de haberse descubierto que el Dr. Sánchez engañó al tribunal de su tesis copiando ideas de otros y suministrándolas como propias, su carrera académica está muerta; pero, no su capacidad de engañar. Y, aunque su pensión vitalicia de expresidente le permita vivir bien y con holgura los años que le queden de vida, su narcisismo necesita buscarse un acomodo honorable y seguir brillando como lucero rutilante, aunque sea de presidente de la URSS, quiero decir de la Unión de Repúblicas Socialistas Superlativas, antes llamada España. La megalomanía no ceja.

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Archivo Entreletras

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