abril de 2024 - VIII Año

Creación

Imagen: Pixabay

Hay un dicho popular que a mí me hace mucho sentido en el momento de desglosar, situar y dar contenido a la palabra “Creación”, que expresaré, aunque el contexto no sea el correcto. Éste dice: “No somos nada”.

Sin olvidar que la idea de la creación se opone al concepto de destrucción, esta dualidad creación-destrucción está presente en la mayoría de los procesos materiales o intelectuales. Pero, no obstante que el “No somos nada” indica pérdida, término, ausencia, alejamiento, muerte, destrucción y se contradice con la creación que es inicio, proyecto, comienzo, vida, y que es la acción de dar existencia a una cosa u objeto a partir de la nada, en un vibrante momento de nuestra realidad se produce el preludio, el acercamiento de ambas palabras al comienzo de una vida (Tierra) y una vida después de ésta (Cielo).

El significado de la palabra sería entonces la acción y efecto de inventar, establecer o instituir algo que anteriormente no existía ni del que se posee antecedentes.

Como creación se conoce todo aquello que surge de manera inédita y original. Los seres humanos son los únicos seres vivos capaces de crear objetos, teorías, obras artísticas, equipos tecnológicos, así como de instituir y establecer puestos de trabajo, métodos de gestión, sistemas de diferentes índoles, entre otros.

Vale decir, la creación surge a partir de la creatividad de los individuos capaces de generar diversidad de objetos, producir obras, fundar una empresa o instaurar proyectos de trabajo que cumplan una función específica, bien sea resolver o solventar una dificultad, facilitar una tarea, procurar el bienestar.

El sentido filosófico primario del vocablo “creación”, centrado en la metafísica por influjo del pensamiento judeocristiano, indica la acción divina de producir de la nada los seres espirituales y materiales, es decir, de donar el ser sin presupuestos.

En cuanto a tecnología se refiere, la creación tiene que ver con la capacidad de ingenio e innovación que desarrollan las personas a fin de crear dispositivos, equipos, máquinas, fuentes de energía, métodos científicos, medicamentos, tratamientos, implantes, videojuegos, entre otros, que tengan como función facilitar algunas tareas y solventar dificultades.

El concepto de creación referido a la vida cotidiana tiene varios contextos. Cuando surge una invención novedosa se habla de una creación.

En el ámbito artístico en general existe la creatividad, que sería la capacidad de formar arte a través de algún elemento (la palabra, las imágenes o el sonido). Hay un elemento singular y mágico en la creatividad de los artistas, ya que son capaces de expresar sentimientos e ideas diferentes a las del resto de individuos.

La creación en el Arte es la literatura, la música, la danza, la pintura, la escultura, la arquitectura y el cine, siendo los medios a través del cual el ser humano se siente libre de crear obras únicas que responden a una realidad en un momento determinado.

La idea de la creación tiene tres grandes vertientes: una de carácter mítico y religioso, otra de índole científico y una tercera que pertenece al lenguaje corriente. A decir verdad, el término creación tiene diferentes sentidos equivalentes, razones, motivos, conceptos según el contexto en que se emplee. Los usos más extendidos y conocidos buscan explicar cómo fue la creación del mundo desde las perspectivas religiosas y científicas.

La noción de creación tiene su pertenencia sobre todo en el lenguaje de la Revelación bíblica. Su originalidad en el contexto de la religión, de la filosofía y de las ciencias, viene en explicitar la especificación ex nihilo, creación a partir de la nada. Tal especificación no está presente en el uso de otros verbos que podrían parecer análogos al verbo crear, como hacer, configurar, fundar, instituir, realizar u otros.

La teología cristiana, basándose en el dato bíblico y sobre la comprensión realizada por la exégesis patrística, profesa la creación como una acción propia de Dios.

El término creación es de gran importancia en las diversas prácticas religiosas porque cada una de éstas, más allá de sus diferencias, busca dar una explicación acerca de cómo fue la creación del universo y de los seres vivos.

La mayoría de las civilizaciones de la antigüedad cuentan cómo fue la creación del mundo. A través de un relato mítico, cada cultura narra unos acontecimientos que explican el origen del mundo. Las diversas religiones y cultos, desde los griegos, las civilizaciones precolombinas hasta las creencias religiosas actuales se han apoyado en los relatos míticos para explicar cómo fue la creación del mundo y de la vida. En el Corán aparece una idea similar que explica cómo surgió el mundo. No todas las religiones mantienen la idea de la creación, pues el budismo considera que el mundo es eterno.

Según el concepto teológico, el cristianismo expone en diversos segmentos de la Biblia, como el Génesis, que Dios es el creador del universo y de todos los seres vivos que habitan la Tierra, a partir de la nada y de su divinidad.

En este sentido, la idea de creación del universo, desde el punto de vista religioso, se contrapone a los estudios científicos, ya que desde ambas partes se exponen versiones diferentes acerca de la creación del mundo y de la vida.

La creación mítica o religiosa y la científica están enfrentadas. Esta polémica se pone de manifiesto en un debate clásico: el creacionismo y el evolucionismo.

En uno de sus significados la creación sería acción divina, radical y extraordinariamente poderosa; en el otro significado, en referencia a las cosas creadas, indica casi su opuesto: una realidad terrena, finita y contingente, sujeta a la corruptibilidad y la muerte. La primera indica una acción trascendente y eterna; la segunda, el efecto temporal y mundano.

Se dice, en el estricto sentido de la palabra, que Dios no creó el mundo, sino que más bien lo crea, estableciendo así una constante e interminable acción llamada a perpetuarse.

Desde un punto de vista científico se aborda el tema de la creación desde una perspectiva diferente. La Tierra, el Sol y los planetas surgieron como resultado de un fenómeno, algo que es explicado a través de la teoría del Big Bang. Es así como el ser humano, centro del universo, es la mayor y mejor creación jamás concebida por sus capacidades y la eternidad de la especie.

A manera de confirmar lo que planteo en el párrafo anterior, me referiré a la historia universal del humano y su evolución que implica directamente al dedo pulgar.  A pesar de la importancia de la evolución del dedo pulgar en el uso y desarrollo de herramientas, hoy aún quedan algunas dudas por resolver: ¿Cuándo surgió exactamente una destreza manual similar a la humana? ¿En qué momento los homínidos empezaron a usar de manera eficiente sus dedos pulgares? ¿O qué especie de homínido fue la primera en hacer gala de esta habilidad? Son algunas de ellas.

Un aspecto fundamental de la oposición del pulgar humano apareció por primera vez hace aproximadamente 2 millones de años.

El aumento de la destreza manual, resultado de una oposición eficiente del pulgar, fue una de las primeras características definitorias de nuestro linaje que proporcionó una formidable ventaja de adaptación a nuestros antepasados. Este proceso de generación de artefactos llega, por ejemplo, hasta los computadores actuales.

Pero en el desarrollo del humano está fundamentalmente el factor cerebral.

El descubrimiento en Etiopía de un cráneo casi completo de una antigüedad de unos 3,8 millones de años hace reconsiderar la idea de que los humanos vienen de una especie en particular de simios, a la cual pertenece Lucy, como se le llamó, cuyos restos fueron hallados en 1974. Aclamado como «el primer simio que caminó», Lucy capturó la atención de todo el mundo.

Conocí a un doctor en genética, Carlos Valenzuela, que me sorprendió con su base científica sobre herencia genética con una afirmación taxativa, que yo no me esperaba: “En un feto de 3 meses se puede saber la tendencia política que tendrá en su vida adulta y también puedo saber si va a ser el líder de todos sus hermanos”

Si bien es cierto que el cerebro humano aumentó y creció con el cambio de dieta alimentaria de verduras y frutas a carne, Carlos postulaba que el crecimiento del cerebro se había dado a contar del “homo erectus” que empezó a caminar. Las mujeres que aprendieron a sentarse ensancharon sus caderas, y por tanto su cavidad vaginal, lo que les permitió parir seres con cerebros más grandes.

Se sabe que ser carnívoro da acceso a grasas y proteínas que no están disponibles, en forma concentrada, en otras fuentes de alimentos. No sólo eso: aunque los primeros carnívoros homínidos casi con certeza eran carroñeros, a la larga el consumo de carne los lanzó a la trayectoria que los llevó a la cacería.

La caza estimuló las facultades de anticipación porque necesitaba tener la capacidad de ver lo que no está allí, de ver qué hay detrás del siguiente árbol, sobre la siguiente colina o sobre el horizonte.

En la historia universal, en el desarrollo de la humanidad, se debiera aquilatar en toda su dimensión esta etapa, pues creo que un subproducto accidental de esta facultad de anticipación es la superdotación de la imaginación de la humanidad. Es nuestra imaginación la que le ha dado a los humanos la capacidad de crear y cambiar con mayor rapidez que otras especies, y la posibilidad de formar una gama de culturas realmente asombrosa.

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