junio de 2025

‘Este espejo no devuelve la sonrisa’, de Jesús Díaz Hernández

Este espejo no devuelve la sonrisa
Jesús Díaz Hernández
Huerga & Fierro Editores, 2025
130 págs.

Modalidad literaria en plena expansión, si es que no ha alcanzado ya su plenitud, el aforismo contemporáneo, es decir, el pensamiento breve, el minimalismo verbal, ha desbordado límites y ocupa un espacio cada vez más amplio en las estanterías de las bibliotecas. Un decir resumido, sintético, que se sitúa, por un lado, entre el lenguaje sentencioso y agudo de los autores clásicos, y, por otra parte, el lenguaje ceñido y esencial de la poesía. Y es por esto que resulta ser un género literario muy afín y practicado por los poetas. Y este es el caso de Jesús Díaz Hernández, poeta y dramaturgo, autor de seis libros de poesía y de un buen número de obras teatrales, teatro breve y microteatro, que acaba de presentar en la reciente Feria del Libro de Madrid su segundo libro de aforismos, Este espejo no devuelve la sonrisa, publicado por Huerga & Fierro editores y con ilustración de portada de Eugenio Rivera.

Si la primera compilación aforística de Jesús Díaz Hernández, El último refugio (2018), constaba de 401 enunciados o breverías, esta segunda recopilación, Este espejo no devuelve la sonrisa, nos ofrece 500 proposiciones mínimas, distribuidas en siete apartados temáticos.

Son adagios lacónicos, directos, sin florituras ornamentales, donde el autor va exponiendo sus particulares preocupaciones y críticas, sus objeciones y reproches a un orden político y social, el humano, escasamente dispuesto a enmendar sus abundantes yerros y abusos. Así, el siempre repetido y sospechoso mundo de la política, del que se ocupa la primera sección del libro: “Un imbécil puede ser rey por la gracia de dios, como puede ser presidente por la gracia de millones de imbéciles”, “Los discursos vacíos están poblados de palabras grandilocuentes” o “Los políticos incumplen sus promesas y el pueblo las olvida. Unos no tienen palabra y los otros carecen de memoria”. Pero sin que el autor tampoco olvide a los más desfavorecidos de la sociedad, una de sus mayores preocupaciones: “Por muchas bajas que tengan a diario en todo el mundo, los pobres jamás serán una especie en vías de extinción”. Aunque, a pesar de sus buenas intenciones y querencias personales, no pueda dejar de contemplar la realidad social con una mirada dolorida, sí, mas un tanto escéptica: “Todos deseamos vivir en un mundo mejor, pero jamás nos pondremos de acuerdo en qué significa eso”.

La temática de la segunda sección se centra en el amor y la felicidad. Y tal vez por eso, dado el talante crítico y moralizante de Este espejo no devuelve la sonrisa, sea la sección más reducida del libro, si bien el tono de los aforismos tampoco exhiba un carácter demasiado complaciente o animado. En cuanto a la pasión amorosa: “En el amor, todo, hasta lo más físico, es pura imaginación”, “En el amor, fuera de la pasión, todo es comedia” o “Es fácil amar hasta la muerte, sobre todo si uno de los enamorados muere

pronto”. Una exhibición de ironía, no exenta de humor negro. Y respecto a la felicidad: “Tener esperanza es una forma de ser feliz, sobre todo si no somos muy impacientes” o “Un hecho feliz trocado en triste y convertido en un recuerdo, eso es la melancolía”.

La sección tercera se ocupa de la estupidez y la ignorancia, dos particularidades humanas que el autor juzga abundantes y tozudas: “La estupidez es como una maldición repartida con excesiva generosidad”, “La ignorancia de ser ignorante, la gran maldición”, “El que desconfía de la gente y se aleja buscando la soledad quizá no ande muy descaminado” o “El hombre a lo largo de la historia ha rechazado a sus semejantes por razones de raza, creencia, clase social… Pero nunca, que se sepa, los ha rechazado por razón de la estupidez; pero claro, ¿quién se rechaza a sí mismo?”.

“El desconocido arte de ser un artista» es el título de la cuarta sección y, en ella, el autor Jesús Díaz Hernández ajusta cuentas con el habitualmente desinteresado, si no desdeñoso, entorno social del artista: “Un artista sensible está irremediablemente poseído por el espíritu de la tragedia”, “¿Quién quiere éxito después de muerto? Nadie quiere que le aplaudan en el infierno, aunque la acogida sea muy calurosa» o “La poesía puede crear adicción, solo así se explica el temor que tienen muchos a leer un poema».

En la quinta sección se desarrolla el tema de la libertad y los sueños, asunto que el autor enfoca a través de sus patentes y convencidas ideas de condición socializante, mas siempre tamizadas por un evidente escepticismo práctico que impide el arrebato ensoñador y mantiene los pies, aunque a disgusto, sobre la realidad del mundo conocido: “Parece que no creemos en nada, pero lo queremos todo”, “Un hombre que no tiene trabajo pero tiene libertad siempre puede presumir de tener la libertad de decir que no tiene trabajo” o “Los seres humanos necesitamos ser conscientes (aunque nos engañemos) de que atesoramos alguna cualidad que nos hace especiales, de esta forma podemos enfrentarnos mejor con la dura realidad de la vida”.

La sexta sección trata de la muerte y la melancolía, aunque no por eso el autor pierda su característica ironía; véase: “Un suicida es alguien que está convencido de que en esta vida siempre hay una solución para cualquier problema”. O también, a modo de dato autoesclarecedor: “La cara oculta de un optimista es la muerte, la de un pesimista es el humor». Y siempre la honda preocupación humanista: “El destino del hombre es morir, pero no que le maten».

Y cierra el libro la sección titulada “Desvaríos de pura lógica”, en la que Jesús Díaz Hernández reitera su crítica meditación sobre el mundo y la vida, bandera permanente y distintiva de toda su obra literaria. Una forma de concebir la escritura no siempre bien comprendida ni aceptada, pero indispensable si se quiere comprender el oficio de vivo. Por ejemplo, “La verdad es solo una, pero en el espíritu del hombre mora el deseo de modificarla cuántas veces sea necesario hasta adaptarla a sus intereses”. O bien, “Algunos cierran los ojos no solo para dormir”. Y si no, “Muchos deberían probar una nueva forma de suicidio: matarse a golpes de conciencia”.

Literatura aforística. Breve, sí, pero alzada y punzante. Realismo social de la mano de un autor preocupado, y con razón, Jesús Díaz Hernández.

COMPÁRTELO:

Escrito por

Archivo Entreletras

ALGARABÍAS / Eros y Tánatos (Jules Pascin)
ALGARABÍAS / Eros y Tánatos (Jules Pascin)

Primavera en Montmartre. Boulevard de Clichy, número 36. El pintor Jules Pascin, cuyo verdadero apellido es Pincas (el anagrama le…

Madame Anselma y el Ateneo de Madrid
Madame Anselma y el Ateneo de Madrid

Fotos: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Ateneo de Madrid y Musée de Gap. Francia Madame Anselma por…

Clara Campoamor Rodríguez (y II): El exilio y el reconocimiento social de su apuesta política
Clara Campoamor Rodríguez (y II): El exilio y el reconocimiento social de su apuesta política

El exilio fue un período difícil para Clara Campoamor, que supo mantenerse firme en su dedicación a la igualdad y…

43