octubre de 2025

‘La Poesía Insurgente del Abismo. Leopoldo María Panero, poeta maldito y mártir’, de Juan Antonio Molina

La Poesía Insurgente del Abismo. Leopoldo María Panero, poeta maldito y mártir
Juan Antonio Molina
Ediciones en Huida. Colección En Pruebas

La literatura abre mundos posibles, territorios donde la palabra ensaya su potencia creadora y el pensamiento se bifurca en espejos infinitos. El ensayo, por su parte, nos invita a contemplar esos reflejos desde un ángulo distinto: examina, interroga y se permite abrir interrogantes, dudas. Así, como quien entra en una sala de espejos, el lector de un ensayo se enfrenta a una imagen multiplicada del hecho literario, una exploración de los matices que subyacen tras el acontecimiento estético.

En La poesía insurgente del abismo. Leopoldo María Panero, poeta maldito y mártir Juan Antonio Molina se adentra precisamente en ese laberinto especular. Periodista, columnista y escritor, Molina cuenta con una trayectoria diversa: autor de poemarios como El salario de Caronte, Vivir en el Leteo o La muerte de Voltaire, ha transitado también los terrenos del ensayo gastronómico (Breve historia de la gastronomía andaluza, La cocina musulmana de Occidente) y del análisis cultural con tintes críticos (Dios mío, ¿qué es España?). En los últimos años, su labor se ha centrado en la divulgación literaria desde un enfoque intelectualizado y accesible, como muestran Un español sin ganas (2023) y el volumen que aquí nos ocupa, ambos publicados en la colección En Pruebas de Ediciones en Huida.

El libro, de estructura libre pero rigurosa, se organiza en ocho secciones o tramos sin numerar. La primera, «Introducción», actúa como clave de lectura del conjunto. El autor parte del mito biográfico de Leopoldo María Panero, ese poeta que encarnó la disidencia como destino y la locura como forma de conocimiento. Reconstruye la genealogía del desencanto —en el doble sentido, personal y colectivo— a partir del célebre documental de Jaime Chávarri El desencanto (1976), que retrató la descomposición de la familia Panero como metáfora de una España que salía de la dictadura envuelta en sombras.

Desde ahí, el ensayo sitúa al poeta en su contexto socio-histórico y literario: un tiempo de ruptura y descomposición, donde el individuo se enfrenta al derrumbe de los valores heredados. Panero aparece entonces como un sujeto trágico que, desde la marginalidad y la enfermedad, se erige en portavoz de la imposibilidad misma del discurso. «Sólo desde la locura y la creación —se afirma— puede reeducarse un espacio inhóspito». El miedo, la soledad y la autodestrucción se erigen en mecanismos de construcción de una obra que convierte la poesía en una forma de resistencia frente al sinsentido.

En el segundo apartado, «Poeta maldito», Molina rastrea el linaje de esta figura desde Verlaine y su célebre Les poètes maudits (1884), donde se consagra el mito del artista condenado a vivir entre la lucidez y el abismo. En esa tradición —que incluye nombres como Mallarmé, Rimbaud o Baudelaire— Panero ocupa un lugar singular: es, a la vez, heredero y parodia, víctima y ejecutor de la maldición. El ensayo abre con dos citas reveladoras: «La literatura es una enfermedad mental», afirma Panero; «El poema es una criatura enferma / y el poeta es una criatura inmunda», responde Mallarmé. Entre ambas sentencias se cifra la conciencia del poeta que hace de la palabra un signo que corroe la realidad.

Los textos panerianos, según el estudio, se caracterizan por la ruptura vanguardista y la provocación constante, por un yo poético que se disuelve en máscaras culturales y pulsiones de muerte. Esa multiplicidad identitaria —mezcla de erudición y delirio— configura un discurso donde el escepticismo se confunde con la lucidez extrema. Panero escribe, recuerda el autor, «como quien se desangra en cada verso, consciente de que la tinta y la sangre comparten el mismo cauce». De esa herida brota su inconfundible mezcla de ternura y crueldad, frivolidad y abismo.

El recorrido que propone el ensayo no es cronológico, sino temático y existencial. Las secciones que siguen —«Arte y locura», «Coqueluche», «La poesía como venganza», «Avec tes lèvres le dire», «Estilo de vida, poesía y sexo» y el «Epílogo carontoniano»— construyen un mosaico de lecturas que abordan la figura de Panero desde distintos ángulos. Destaca especialmente la penúltima parte, «Estilo de vida, poesía y sexo», la más extensa y tal vez la más reveladora: allí se analiza cómo la corporalidad, el deseo y la transgresión sexual se integran en su poética como expresión última de la rebeldía. La sensualidad en Panero se convierte en una forma de insurrección contra la moral y el lenguaje mismo, una erótica del dolor que encuentra en la poesía su campo de batalla.

Molina se detiene también en la relación entre arte y locura, tema que atraviesa toda la modernidad, y que en Panero alcanza una dimensión simbólica. Desde Hölderlin hasta Artaud, el ensayo establece un diálogo entre las figuras del poeta enajenado y el enfermo como visionario. La locura, lejos de ser un límite, se convierte en el lugar desde donde se accede a una verdad radical. En ese sentido, Panero prolonga así una tradición romántica deformada por el siglo XX, en la que la lucidez se vuelve insoportable y el lenguaje se quiebra ante la imposibilidad de decir el dolor.

El tono del volumen combina rigor crítico y empatía, erudición y emoción. Molina cita con profusión a Freud, Kierkegaard, James Matthew Barrie, John Donne o el propio Hölderlin, pero nunca pierde de vista la dimensión humana del poeta. Su propósito radica en comprender: hacer visible la tragedia de un hombre que convirtió su vida en un acto poético, incluso en su autodestrucción.

A lo largo del ensayo, se percibe una idea de fondo: la poesía como forma de venganza contra la realidad. Venganza del lenguaje sobre el mundo, del loco sobre el orden, del marginado sobre la norma. En Panero, cada verso es un gesto de insurrección, un desafío al sentido común y a la complacencia cultural. Con el título La poesía insurgente del abismo se define una obra que se niega a ser domesticada.

El análisis de Molina, apoyado en comentarios de críticos como Jordi Jové o Túa Blesa, ilumina la evolución de la voz paneriana, desde la juventud marcada por la herencia familiar hasta los últimos años de internamiento psiquiátrico. Su escritura pasa de la desolación metafísica a una ironía terminal, donde la lucidez convive con el delirio y el dolor se transmuta en juego. Aun en su deterioro, Panero conserva una honestidad feroz: la palabra se le impone como necesidad vital, aunque solo sirva para constatar la imposibilidad de redención.

Uno de los aciertos del ensayo es su tono equilibrado, abierto. El crítico rinde homenaje, porque interroga, cuestiona y contextualiza. Se percibe un trabajo de compilación y análisis, con base en lecturas críticas y en un conocimiento profundo de la corriente poética simbolista. El resultado es un estudio accesible para el lector general. En este sentido, el libro cumple una doble función: rescatar la figura del mito mediático —el «poeta loco», el «maldito», el «último de los Panero»— y lo restituye como autor de una obra compleja, lúcida y radicalmente coherente. Panero, nos llevamos de la lectura de este ensayo, es disenso y distopía, y, ante todo, una desesperada forma de amor por el lenguaje.

El epílogo, titulado significativamente «carontoniano», cierra el volumen con una lectura simbólica de la muerte y la travesía. La lectura concluye con un eco de Hölderlin, poeta hermano en la locura y en la pureza del lenguaje. «Ya no hay distinción entre Panero y Hölderlin —dice—; el yo se mezcla en él bajo la forma de una magia oscura, formas de las que sólo es capaz la locura».

Y como colofón, el escritor sevillano cita los versos del poema paneriano «Je est un autre», que resuenan como epitafio y declaración de identidad: «Mañana, con el recogedor, / arrastrarán los trozos de mi alma / y los venderán al mejor postor».
Esos versos condensan la ironía y la tragedia de Panero, su tránsito entre la lucidez y la desaparición. La poesía insurgente del abismo nos recuerda que la locura, en su sentido más alto, constituye una forma de verdad: la de quien no se resigna a callar ante el horror del mundo. En definitiva, el libro de Juan Antonio Molina es una espléndida oportunidad para comprender el fenómeno Panero más allá del mito: un ensayo que devuelve a la poesía su poder de insurrección y su capacidad de mirar al abismo y sobrevivir —al menos, en la palabra.

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