octubre de 2024 - VIII Año

‘Oración de circunstancias’ de Enrique Armendáriz

oracionOración de circunstancias
Enrique Armendáriz
Editorial Ondina, 2018

Enrique Armendáriz es el autor de este libro sobre el devenir de la existencia. Una obra en la que se dan cita filosofía, narración, aforismo y poesía. Con un lenguaje asequible y revestido de espontaneidad, reflexiona aquí, nada más y nada menos, sobre el ‘misterio de vivir’. Lo que vamos a hallar en Oración de circunstancias es posible leerlo en el primer texto que da título al libro: ‘Pensamientos y emociones que me llueven sin quererlo, también si evitarlo, y en los que creo atisbar un eco o destello del Misterio de vivir.’

De alguna forma, este libro es un diario sin fechas donde emergen cavilaciones o meditaciones, ‘pensamientos’ que surgen a partir de señalados episodios de la vida del autor. En esta obra hay felicidad y dolor, emoción e incertidumbre, una observación detallada de aquello que nos rodea y experiencia traducida en valioso conocimiento que, con mesura, el autor desea transmitir.

Armendáriz nos habla sobre la felicidad que define como ‘la ausencia de dolor, la consciencia auténtica de que nos sentimos realmente bien;’. También como el ‘sentir que no se tiene prisa por llegar a ninguna parte’, lo cual es decir mucho, ya que, como como diría el poeta uruguayo Jorge Arbeleche, vivimos ‘en la sociedad del vértigo’. La felicidad que propone el autor, puede ser sencillamente disfrutar de ‘un viaje en tren’.

Al poco de adentrarnos en esta espléndida Oración, descubrimos el texto ‘Palabras medicinales’, donde vamos a encontrar algunas claves interesantes. El autor quiere explorar el lenguaje, para dar con ‘las palabras adecuadas entre todas las que contiene el diccionario…’, pues su propósito es emplear dicho lenguaje ‘Con sabiduría, prudencia y belleza’. Aspira, de este modo, a ‘refundar y redimir la realidad con cada nueva frase,…’. Ardua, pero loable tarea la que se autoimpone este escritor.

Un rasgo de la personalidad literaria de Armendáriz es la austeridad y franqueza que imprime en las reflexiones e ideas que despliega en sus textos, así como una versada prudencia a la hora de exponer sus planteamientos. Algo de agradecer y valorar en tiempos, como los actuales, de tanta actitud estridente y ramplona suficiencia.

Oración de circunstancias es un libro poliédrico. El escritor nos traslada aquí a las ‘Playas de Lugo, en Barreiros.’, para exaltar la belleza de la naturaleza, donde encuentra ‘La visión del fin del mundo o del primer día del mundo’. Del mismo modo, va a exhortarnos a acompañarle cuando alcanza la ‘Resurrección’ al ‘escuchar la segunda sinfonía de Mahler’ o a recordar aquellos veranos de la niñez cuando ‘comenzaba a germinar de nuevo esa enigmática flor de estío’ y ‘los besos consolaban más que una aspirina’. Asimismo, nos invitará a almorzar en un moderno restaurante donde atisbaremos con él la ‘Exaltación de la civilización: constatación de la decadencia de Occidente’ y, al tiempo, insta al lector a percatarse de que ‘El progreso de la humanidad no es más que el resultado del amor’, de ese amor que ponemos en el trabajo bien hecho, sea científico, artístico o para hacer que una empresa funcione. Habla igualmente de ese otro amor que nace del aprecio y el deseo por la persona amada: ‘Para amarte, amor, no necesito nada. Me basta con mirarte. Saber que estás ahí’, apunta en ‘Amor intransitivo’.

Muchos son los temas que toca Armendáriz en esta obra, casi tantos como textos tiene el libro. Vuelve la mirada hacia el pasado y el recuerdo de unas ‘Puertas antiguas’, las puertas ‘de mi vieja casa, pesadas y chirriantes;’ dejan en él ‘una confortable sensación de sosiego’ que desea compartir con los lectores.

En medio de esa gran urbe que ya no reconoce (como a muchos nos sucede), intenta regresar a un ámbito que habita en su memoria, ‘un mundo más sencillo, también más silencioso’, para lo cual ‘Caminar’ por Madrid se convierte en una ‘forma de mantener vivo un ascua (quizás el último) de rebeldía’. Una forma de vínculo con la naturaleza, con el ‘hombre que avanza solo y alegre bajo el murmullo imperceptible de las constelaciones’.

Entre otras cuestiones, Armendáriz difunde en esta Oración una filosofía de vida y una suerte de valores e indica, o más bien sugiere, una conducta necesaria para esta sociedad en continua transformación. Pero, sobre todo, aboga por aprovechar al máximo la existencia que nos ha sido dada: ‘Anda, ve y aprende, pues nadie conoce / el tiempo que le ha sido dado para / contemplar tanta hermosura’.

En efecto, el objeto de nuestro paso por el mundo suscita en el autor preguntas y consideraciones. Así anota: ‘¿Cuántas veces puede morir un hombre a lo largo de su vida?’. Expresa su escepticismo contra los ‘entusiastas’ de quien comenta: ‘…a la primera dificultad son los primeros en rilarse’. Comparte con el lector o lectora algunas de sus inquietudes que se asemejan a las nuestras: ‘¿El futuro? Muchas noches siento angustia pensando en él’ o ‘Me miro en el espejo y he cambiado,// ¿Puedes decirme, Tiempo, de qué estás / hecho?’

Por otro lado, la figura del hijo se refleja en varios momentos del libro. ‘Cumpleaños’, ‘Primera excursión’, ‘Pena chica’ o ‘Por qué’ son una muestra de la percepción de un padre que ve crecer a sus hijos. En la misma línea, encontramos dos excelentes textos escritos de manera epistolar en los que aborda la asunción de la mayoría de edad de sus descendientes, ’18 años’ y ‘Dieciocho años de nuevo’.

En el libro leemos pasajes que conmueven e incitan a discurrir sobre temas a los que, sumidos en el arduo día a día, quizá no prestamos la atención que merecen. ‘Tarde de sábado en Budapest’, ‘Acero y papel’, ‘El hierro amarillo’, ‘La motocarro apresurada’, ‘Revelación’, ‘Cita’, ‘Gente decente’ o ‘Sueños’, son títulos de algunos textos a tener en cuenta.

Oración de circunstancias contiene prosas, prosas poéticas, poemas y aforismos. En relación con estos últimos, mencionar como en apenas dos líneas el autor consigue trasladar con claridad y concisión sus ‘pensamientos’ más filosóficos. ‘El silencio abismal del mundo: su completa indiferencia antes nuestras desdichas’, ‘Preséntame a un hombre que quiera ser lo que es’ o ‘La vida es disolvente: nos trasforma, nos deforma y finalmente nos destruye’, son prueba de lo mencionado.

De todo libro, cada cual recoge para sí las frases o apartados que le llegan más adentro. Por lo que respecta a quien firma esta recensión, aunque no resulta fácil escoger optaré por dos prosas, quiero creer que poéticas. Una es ‘Atmosfera’, que nos devuelve a los años del colegio vividos hace ya bastantes décadas; la otra es ‘El viejo poeta’, en cuyos párrafos descubriremos a ‘Ese hombre de pasado remoto y difuso (que) no puede evitar desangrarse cada mañana a la vista de todos en una populosa biblioteca de un barrio periférico de Madrid’. Ese viejo poeta que ‘se inflige cada día una muerte lírica y azul’.

Por último, no quiero dejar de destacar el texto que cierra esta Oración. Se trata de una valiosa recomendación para quienes llevan mucho camino recorrido, ‘Decir no’: ‘Después de una vida diciendo sí a todo el mundo, por miedo, por educación, por prudencia (por debilidad, en definitiva), hoy, por primera vez en mi vida, he dicho no.’ Y un aviso para los que están comenzando a vivir: ‘¿Cabe mayor expresión de libertad en una palabra de tan solo dos letras cuando alguien la pronuncia?’. Sobre el contenido de las trece líneas de ‘Decir no’ habría tanto que comentar…, pero vayamos concluyendo.

Oración de circunstancias es uno de esos libros que conviene ‘escuchar’. Si se adentran en él sabrán porque lo digo. En sus páginas hay tristeza y desconsuelo, es parte del ‘misterio de vivir’, pero al mismo tiempo, como se decía en los 70, están llenas de buenas vibraciones, reflexiones útiles, provechosas experiencias y oportunos consejos, como ejemplo el que sirve para finalizar esta reseña: ‘En situaciones de duda, confusión o extravío, mi opción ha sido siempre la misma: caminar por el lado soleado de la vida’. Ya saben, lean a Armendáriz.

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