diciembre de 2025

‘Samoa existe’, de Clara Urbano

Samoa existe
Clara Urbano
Ediciones En Huida, 2025

 

LA SAMOA, TERRITORIO DEL SUEÑO PARA CLARA URBANO

Clara Urbano es licenciada en Periodismo y doctora en Sociología, también poeta. Y además ha actuado en locales de Madrid, recitando. Clara Urbano entiende la poesía como los juglares que recitaban los versos al pueblo y es esa forma de ser el territorio de Samoa, donde la poeta deja su luz y su llama en un libro muy bello, editado por En Huida ediciones.

Samoa existe lleva una interesante introducción de María Navarro Pacheco, que dice:

“Samoa existe porque se escribe. Y en cada poema Urbano va marcando el camino por unos derroteros no solo imaginarios en la insistencia de atrapar en la piel los cuerpos que se han ido o el porvenir, que siempre será el nombre que transita las encrucijadas de un pasado que se repite”.

Y es el libro un mosaico, un paisaje, donde Clara Urbano navega en pos de la belleza, del sinsentido de la vida o de todo ese sentido que tiene sin que nos demos cuenta. La poeta manifiesta su intrínseca soledad, que ama hasta el tuétano, pero olvida después. En el poema “Soy un perro enfermo” nos dice:

“una perra / que nadie se me acerque, si no quiere que le muerda. / En las noches lloro sola, por olvidada / sudando un dolor milenario a litros. Desesperante / castrada en mi amor ante cualquier mano”.

Y el final demuestra hasta qué punto la poeta desea el afecto, el contacto, el roce piel a piel, pero sabe también que su destino es la soledad:

“muero por un abrazo / pero siempre partiré / por miedo a no poder irme más tarde”.

Y, de nuevo, la poeta expresa ese estar en el mundo, plegando su cuerpo como un paisaje, que debemos tocar, pero que no es nuestro, territorio de abandono y olvido. Entiende Clara Urbano la poesía como una llama, donde las palabras abrigan, para luego dejarnos de nuevo a la intemperie. Y es ese magnífico juego el que va latiendo en el libro, hay muchas voces y una sola, muchas pieles que se tocan, pero un solo beso en la boca:

“entré sola, / que no es lo mismo. / Ahora y aquí, te hablo con una voz / de muchedumbres. / Donde guardamos el lugar / a quienes nunca vuelven”.

Y son esos seres los que nos llaman desde el eco del tiempo, para resucitar en nosotros, habitar en nuestro cuerpo. Y en un poema cenital explica bien el libro, el silencio, todos somos seres en derrota, que caminamos callados por la vida, aunque hablemos sin parar. En el poema “Hay que dejar sitio al silencio”, me vienen ecos de Los sonidos del silencio de Simon y Garfunkel, pero también ese deseo de Cernuda de ser “una piedra sepultada entre ortigas”:

“Veo por las calles / cuerpos / hambrientos de silencio / de un silencio sordo y seco / que les detenga”.

Y la vida entonces y ese espacio que es Samoa, no es otro que el reverso de unos mismo que abrazo a todos, para volver el espejo de un ser que nos mira y que se reflejan en nosotros, como si al mirarnos, la soledad y el silencio fueran nuestro cómplice.

Libro diferente que deja versos como arañazos, pinceladas de una mujer que ama fervientemente la vida, pero sabe que siempre estamos solos en realidad. Una gran poeta Clara Urbano.

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