marzo de 2024 - VIII Año

Un lienzo del Ateneo en la exposición ‘Benito Pérez Galdós, la verdad humana’

En la Biblioteca Nacional hasta el 16 de febrero de 2020

Sabio es quien se mantiene sereno en el momento oportuno.
A mi juicio la verdadera valentía es la previsión.
Eurípides. Las Suplicantes

Fotografía: Pilar Guerrero

galdos1La exposición sobre Galdós en la Biblioteca Nacional me ha impresionado favorablemente. Hace justicia a don Benito y a lo que representa, poniendo de manifiesto ostensiblemente, su pensamiento crítico y su creación literaria, desprejuiciada y vanguardista. Toda exposición bien concebida y planificada y, esta lo es, persigue unos objetivos nítidos. Ha de huir conscientemente de la mera acumulación de objetos y buscar primordialmente ser fiel a la figura y a la concepción del mundo del homenajeado. Una exposición así planteada no es sino un espejo que refleja una realidad poliédrica a la que el visitante puede aproximarse en una visión de conjunto o invita a detenerse, por ejemplo, ante un cuadro, meditar sobre él y seguir un itinerario metafórico que va del hilo al ovillo.

En esta han colaborado distintas Instituciones públicas y privadas. Una de ellas es El Ateneo de Madrid. Durante muchos años don Benito estuvo vinculado a la Docta Casa. Participaba en sus tertulias y le gustaba ‘empaparse’ de su ambiente donde podía discutirse con tolerancia, se esgrimían las ideas más avanzadas y se respiraba un aire liberal y progresista.

El cuadro ante el que me detengo es un retrato de Benito Pérez Galdós cuando contaba poco más de cuarenta años. Este lienzo de Manuel García ‘El Hispaleto’, pintor y retratista sevillano nada desdeñable, que como esbozaré supo captar en la mirada del Galdós toda la vitalidad, inteligencia y coraje que le llevarían a convertirse en uno de los escritores más penetrantes que supo aprehender, como nadie, los anhelos y las frustraciones de la sociedad española en el siglo XIX.

Se dice que Manuel García, ‘El Hispaleto’ fue un pintor costumbrista. Fue mucho más que eso. Un andaluz vivaz e inquieto que aprendió a utilizar con presteza y rigor sus pinceles y a captar, en sus numerosos retratos, los rasgos más descollantes del carácter y la personalidad del modelo humano que tenía delante.

Su trayectoria no fue fulgurante. Supo mantenerse en un más que discreto segundo plano. Su destreza técnica y sus conocimientos fueron valorados por sus coetáneos. Participó en varias Exposiciones de Bellas Artes, obteniendo diversas distinciones, especialmente la Cruz de Carlos III. Tuvo la oportunidad y, no la desaprovecho, de vivir en Roma y de tener acceso a sus tesoros artísticos. Me atrevería a señalar que se advierte en sus lienzos la familiaridad y la influencia de la pintura italiana.

Hoy apenas se le recuerda, sin embargo, existen cuadros suyos en diversas Instituciones emblemáticas. Citaré el cuadro de Juan Bravo Murillo que se encuentra en el Congreso de los Diputados, el Casamiento de Basilio y Quiteria, correspondiente al episodio de Las Bodas de Camacho, que puede contemplarse en la Casa Cervantes, en Alcalá de Henares, aunque es propiedad del Museo del Prado, el retrato de Alfonso XII con el uniforme de cadete, también propiedad de la primera pinacoteca del país o el retrato de Benito Pérez Galdós que se encuentra en la Galería de Personajes Ilustres en El Ateneo; en definitiva, estamos hablado de un excelente pintor de la segunda mitad del siglo XIX.

Me detengo ante su retrato de Galdós. El autor de Fortunata y Jacinta y de Los Episodios Nacionales califica a la Docta Casa de ‘templo intelectual’ caracterizado por el ejercicio de la fraternidad que suavizaba las opiniones contrapuestas y es que las controversias pueden y deben ser un ejercicio de libertad de expresión respetuosa con el adversario y la dialéctica un ejercicio intelectual sereno y riguroso. Su vinculación con El Ateneo no es, ni mucho menos, episódica sino duradera y profunda, como se refleja en muchas páginas de su obra.

Miro con atención el lienzo de ‘El Hispaleto’. Es de lo más apropiado que en esta Exposición, El Ateneo, su Ateneo, esté presente. Este retrato nos presenta un Galdós maduro y enérgico que aún conserva la vitalidad de la juventud, permanentemente dispuesto a seguir luchando por abrirse camino, por ser fiel a sí mismo y seguir demostrando que es, junto con Miguel de Cervantes, el escritor más irónico, profundo y conocedor de la realidad humana de nuestra literatura.

ATENEOmEl retrato de Sorolla, que se encuentra en la Casa-Museo Pérez Galdós de las Palmas, que ha sido cedido temporalmente para la Exposición y en el que aparece el novelista con cincuenta años es el más conocido y emblemático. Sin embargo, o quizás por eso mismo es particularmente interesante, poder admirar en la Exposición otros como el lienzo sobre oleo de Manuel García ‘El Hispaleto’ que constituyen un adecuado complemento.

En él apreciamos un Galdós decidido y seguro de sí mismo que mira de frente. Es la suya una mirada de gladiador, de quien ha aprendido a encarar las frustraciones sin dejarse doblegar. En el lienzo, me parece particularmente de relieve, el tratamiento de la luz.

Don Benito aprendió a ser un escritor objetivo intuyendo, eso sí, que la objetividad no es unívoca sino equívoca y que hay que adoptar ante ella la distancia y perspectiva necesaria. Aprendió a combatir con inteligencia las certezas irracionales de los intolerantes que no son otra cosa que un reptil dormido… que cuando despierta muerde y envenena.

En el lienzo se aprecia al hombre que sabe dar testimonio de su tiempo y de sus desgarros porque ha aprendido, dolorosamente, a respetar y admirar la memoria de quienes antes que él se enfrentaron al inmovilismo.

En sus ojos hay tristeza por las flores que nunca fueron ni serán colocadas en un jarrón. Hay que tener los ojos bien abiertos para mirar la realidad cara a cara y evitar que otros te venden los ojos. A través de su mirada, se puede apreciar una búsqueda incesante de la ‘veracidad’ de los hechos sin engañarse a sí mismo.

El sentido del humor es un panel de colores vivos que se alimenta de una secreta confianza, que unos llaman solidaridad y otros justicia. Permite burlarse de falso y lo ridículo y de quienes se revisten, hipócritamente, con una capa de respetabilidad para no mostrar su indigencia intelectual y humana.

Se aprecia una capacidad de decisión propia de quien está dispuesto a descorrer, metafóricamente, las cortinas que ocultan la miseria de una sociedad vidriosa que no quiere mirarse al espejo porque se horroriza de la imagen hedionda que proyecta.

Por eso, su mirada es turbadora, en ocasiones fría y en ocasiones tierna. Galdós tal y como lo percibe ‘El Hispaleto’ es un desasosegado en busca de paz y sosiego que sólo puede encontrarse en el ejercicio sereno y crítico de la razón.

Por eso, precisamente por eso, fue y sigue siendo un motivo de inquietud y preocupación, un estorbo y un enemigo para quienes explotan, se enriquecen, disfrutan de privilegios y mantienen en la ignorancia a aquellos, gracias a los cuales, se encumbran.

Pienso en estas cosas mientras contemplo el oleo sobre lienzo de ‘El Hispaleto’ fechado en 1885. Sin darme cuenta llevo un buen rato delante del cuadro, percibiendo como a don Benito se le puede abordar desde muchas ópticas y puntos de vista.

Muchos son los motivos por los que visitar la Exposición ‘Benito Pérez Galdós, la verdad humana’. Muchas son las sorpresas que aguardan a quien emprenda el recorrido con ánimo resuelto de comprender a Galdós en su contexto y en su realidad profunda y muy especialmente de quien advierta que los problemas que describe, el país al que aspira, la tolerancia que predica y la educación y la cultura era y son instrumentos necesarios para salir de este atolladero, globalizado y miserable en el que nos hallamos perdidos como si de un laberinto se tratara.

Cuando acuda a disfrutar, a pensar y a ejercitar su sentido crítico a esta Exposición que inaugura el Centenario Galdosiano, reserve unos minutos para contemplar el oleo sobre lienzo de ‘El Hispaleto’.

Vincular la figura de don Benito con El Ateneo de Madrid que en el 2020 cumple su Bicentenario como una Institución que practica la libertad, el pensamiento crítico y planta y debe seguir plantando, valientemente, cara al fanatismo, la intransigencia, la ignorancia y a todo aquello que aliena y oprime el corazón de quienes aspiran a una democracia que merezca el respeto y la adhesión de quienes saben estar a la altura de las circunstancias.

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