abril de 2024 - VIII Año

Una ‘Norma’ con telones pintados

Ópera – Teatro Real
‘Norma’ de Bellini. Del 3 al 19 de Marzo de 2021

Norma (Yolanda Auyanet)

Se la considera el referente del ‘belcantismo’. Es decir: una partitura pura, sin barroquismo, extremadamente sencilla pero no lineal, concebida para el máximo lucimiento de las voces y que puedan llegar a la máxima exaltación, jugando con una expresión de los desbordados sentimientos casi ‘desnuda’ en la que han de ser privilegiadas puesto que todo se expresa sin apoyatura alguna, ni siquiera de la orquesta. En el momento de su estreno, principios del XIX, estas óperas estaban creadas a la medida del lucimiento de sus estrellas, las sopranos, y concebidas casi un ‘traje a la medida’  para que se lucieran. No sabemos cómo cantaría entonces la famosa que la estrenó en Milán en 1831 porque no hay referencias ni existían las grabaciones, pero si como lo ha hecho María Callas, que la representó hasta ochenta y nueve veces y la grabó en 1956 y 1960, Montserrat Caballé o Joan Sutherland al frente de una legión de reinas de leyenda. Por que alguna de sus arias, como la famosa ‘Casta diva’, trascendieron fuera de esta ópera hasta alcanzar el estatus de máxima expresión del ‘bel canto’ femenino. Incluso entre personas que en su vida pisaron un teatro de ópera las notas de ‘Casta diva’ le son familiares.

A pesar de ello, su estreno fue un desastre. Se dice que hubo reventadores que boicotearon a Bellini y su debút en los escenarios debió ser tan catastrófico como otras obras que con el tiempo alcanzaron el nivel de inmortales. Cuando casi han pasado dos siglos de aquel estreno ‘Norma’ sigue sobrecogiendo por su expresión desatada de pasiones llevadas al límite, con una mujer que es muchas cosas a la vez, reina, esposa, sacerdotisa, madre, adúltera…, y que debe someterse a la prueba más dura que alguien pueda soportar: matar a sus propios hijos; decisión de la que finalmente se arrepiente. Contar ese torbellino musical de pasión desatada con un trasfondo argumental de druidas y romanos, entre mitología decadente y exotismo, ha tenido a lo largo de estos siglos distintos tratamientos escénicos. Por las imágenes de otras épocas, un historicismo que hoy nos puede parecer ‘kitchs’ con vestuario romano o intemporal antiguo, entre lanzas, barbas y doncellas. Otras más recientes han hecho relecturas escénicas ambientando la historia en las épocas más siniestras del XIX.

Pollione (Michael Spyres) y Adalgisa (Clémentine Margaine)

Por sorprendente que pueda parecer esta nueva presencia de ‘Norma’ en el Teatro Real, con una producción enteramente suya, y distinta a la de 2016, se acerca a una re-lectura de las óperas del XIX en escenarios de la época y a la ‘antigua usanza’. El encargo teatral a Justin Way, por otra parte director de producción de este coliseo, recrea la época del estreno de ‘Norma’. Con un desvencijado teatro a la italiana, sobre varios telones pintados, muy bellos, y escenografías de idéntico tratamiento, que interaccionan, y un cambio de decorados que se realizan a mano ante los ojos de los espectadores, arrastrando las construcciones de un lado al otro, con una renuncia absoluta a las plataformas y las actuales tecnologías de un teatro tan bien dotado como este. En la reinterpretación se alterna la representación ‘tradicional’ con romanos e invasores, con el contexto del momento de su estreno: el norte de Italia ocupado por Austria. Las dos épocas, ficticia en el escenario y ‘real’ en el entorno, se mezclan con una ‘representación’ desde un falso palco donde se presencian momentos dramáticos, y una actuación donde las túnicas se ven acompañadas por complementos de principio del XIX, coronada por pancartas donde los manifestantes piden ‘unidad y libertad’ frente al invasor extranjero, que podría ser el galo de la historia original, y en el Milán de 1831 era el austriaco.

Norma (Yolanda Auyanet), Pollione (Michael Spyres) y Oroveso (Roberto Tagliavini)

En principio puede parecer llamativo y descolocar una producción de ópera que en parte trata de imitar a las de hace siglos, con telones pintados, y luces cálidas pero planas, sin que exista la graduación de las modernas tecnologías. Tampoco que no se vean proyecciones de vídeo ni se haga alarde de las técnicas teatrales de hoy. Pero precisamente este ‘retorno al pasado’ puede ser considerado un hallazgo de esta producción, que debería verse en otros coliseos españoles y europeos.

En su día se pudo decir algo parecido de la producción del Liceu sobre ‘Aída’ con los bellísimos telones pintados de Mestres Cabanes de 1945 dirigida teatralmente por Thomas Guthrie: todo lo fuera de época que se quiera pero sencillamente exótica y maravillosa.

El mismo concepto se puede aplicar a esta ‘Norma’, que cuenta con una escenografía de Charles Edwards que mimetiza el aire de un teatro del XIX, el vestuario de Sue Willington con romanos y druidas con ropas de tonos crema claro, y largas melenas y barbas, mezclado con levitas del tiempo de su estreno. Y sobre todo sorprende la iluminación ‘frontal’ de Nicolas Fischtel que imita a la época anterior al uso de la energía eléctrica. El espectáculo está creado con acierto y empasta correctamente la mezcla de épocas, dentro de esa falsa realidad del ‘teatro dentro del teatro’.

Norma (Yolanda Auyanet) y Adalgisa (Clémentine Margaine)

‘Norma’ tiene un problema no siempre fácil de resolver: las voces. Requiere unas condiciones, sobre todo en las femeninas, de un nivel altísimo, con gran colorido de tonos, capacidad para llegar a los más altos para el lucimiento de la diva; palabra que le viene aplicada mejor que nunca. En esta producción, Marco Armiliato dirige la orquesta con la fuerza y el brío que requiere una partitura de estas características, soporte para el brillo de las voces de soprano y tenores, sin recoveco alguno. Yolanda Auyunet, en el primer reparto, está bien en el personaje, aunque en ‘Casta diva’ se eche en falta algo más de matiz y expresión de sentimiento, como el que alcanza plenamente en otras arias. Clementine Margaire en la virginal ‘Adalgisa’ tiene una bonita voz, y destaca tanto ella como Ayumet en los duetos que son uno de los motivos principales de esta partitura. De ellos hay que anotar al ‘Pollione’ ,Michael Spyres muy seguro en escena, frente a un ‘Olaveso’, Roberto Tagliavini que simplemente cumple. El problema de esta partitura verdaderamente histórica son las comparaciones: Auyunet es una aceptable ‘Norma’, pero no es Caballé ni Callas, de las que se conservan sus interpretaciones imperecederas.

En cualquier caso hay que destacar la inesperada sorpresa que constituye esta producción de  ‘Norma’ como estreno absoluto en el Madrid de la pandemia, con tratamiento escénico supuestamente ‘antiguo’ pero que se transforma en hallazgo original por lo que supone de novedoso ‘revival’. También la rara circunstancia de que se alterne en representación con las últimas funciones de ‘Siefried’ de Wagner. Y la inmensa suerte de que pese a las enormes dificultades el Teatro Real siga siendo el único escenario de Europa que ha mantenido su programación ofreciendo nuevos trabajos, aunque buena parte del coro aparezca con mascarilla. Precisamente hay que alabar el gran trabajo del coro, gran protagonista en el escenario, no solo cantando sino actuando.

Fotógrafo: © Javier del Real / Teatro Real

Ver vídeo de la rueda de prensa ‘Norma’ en el Teatro Real

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