abril de 2025

‘Roland mon amour’: desafiante y divertida performance musical

¡Mis queridos palomiteros!

El Centro Dramático Nacionalde cuyas actividades ya hemos informado—, en su sede del Teatro María Guerrero y más en concreto en la Sala de la Princesa, representará hasta el 20 de abril Roland mon amour, espectáculo que se erige como un vibrante monodrama que desafía las convenciones del teatro tradicional al sumergirse en la experimentación dramática y musical.

La joven creadora pontevedresa Cris Balboa —se autodirige y compartió la dramaturgia de la función con Alberto Cortés—, en una propuesta tan audaz como íntima, se presenta en escena sola, encarnando una artista que se despoja de máscaras para compartir su cruda autobiografía.

La obra, que fusiona la palabra, el movimiento y el sonido, se nutre de una estética que oscila entre lo poético y lo provocador, invitando al espectador a un viaje emocional en el que la ironía y la sinceridad se entrelazan en cada gesto. O dicho de otro modo, Roland mon amour no es simplemente una pieza escénica, sino un dramedia experimental contemporáneo que desafía el statu quo y se atreve a cuestionar la realidad de la condición artística en Galicia.

Por su lado, el sintetizador Roland, elemento casi mítico dentro de la puesta en escena, se transforma en el símbolo del deseo y la resistencia. Balboa utiliza este instrumento no solo como herramienta musical, sino como un aliado emocional que marca el compás de su relato, dotando a la obra de una dimensión casi ritual en la que la música se convierte en vehículo de transformación.

Por otro lado, la puesta en escena se caracteriza por un uso innovador del espacio: una sala intervenida artísticamente con moqueta roja, luces de neón y flúor que generan una atmósfera de fiesta con trasfondo de cabaré. Este entorno estético se complementa con una dirección sensible y arriesgada, en la que cada movimiento y cada pausa cobran sentido, evidenciando la intención de conectar con el público de manera visceral y directa.

Además, la mezcla de géneros y la apuesta por desarrollar una propuesta autoficcional permiten a Balboa exhibir sus frustraciones, sus anhelos y, sobre todo, su búsqueda de la autenticidad en un mundo que a menudo se muestra indiferente a la precariedad del arte.

También, Roland mon amour se configura como un testimonio del sentir de una generación de artistas que, desde el margen, encuentran en lo cotidiano el germen de la creatividad. Así las cosas, con un tono irónico y a veces mordaz, Balboa aborda temas como la precariedad cultural y las contradicciones inherentes a la vida de una mujer artista, dotando al texto de una carga emotiva que trasciende lo meramente anecdótico.

De esta manera podemos concluir que Roland mon amour es una experiencia escénica rompedora que desafía al espectador a replantear su concepción del teatro. La fusión de elementos musicales, visuales y textuales, junto con la intensidad de la performance, consiguen que la obra se convierta en toda una declaración de intenciones en un entorno salpicado de desafíos.

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