octubre de 2024 - VIII Año

Gonzalo Giner: ‘Cuando visité el Serengueti y la zona tropical del sur de África quedé prendado. Allí todo se ve que otra manera’

Gonzalo Giner (Fotografía: Javier Velasco Oliaga)

Con “La bruma verde”, Gonzalo Giner se ha hecho con el premio de Novela Fernando Lara 2020, una de los galardones más prestigioso de España como demuestra su nómina de ganadores. Con esta novela, el conocido veterinario y escritor –así le gusta a él denominarse- ha cambiado de registro y salta de la novela histórica al thriller, aunque a él no le gusta esa etiqueta, prefiere la de thriller ecológico. En cualquier caso, se ha introducido en un mundo que le apasiona: África.

“Cuando visité el Serengueti y la zona tropical del sur de África quedé absolutamente prendado, es el segundo pulmón del mundo después de Brasil. Allí todo se ve que otra manera. Hay una exuberancia increíble”, comienza diciendo el autor de “La bruma verde”. El libro surgió de una conversación con la veterinaria y primatóloga gallega Rebeca Atencia, que trabaja en el Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpouga, en la República Democrática del Congo, dependiente del Instituto Jane Goodall, sobre su trabajo con chimpancés. “Siempre me había interesado mucho el trabajo tanto de Jane Goodall como el de la zoóloga Dian Fossey. Goodall solía decir que la única forma de llegar a los corazones de la gente era contar una historia bonita. Eso es lo que he pretendido con mi libro”, señala el escritor.

“Quise hacer una historia totalmente transparente y contemporánea. Me daba un poco de pánico ya que mi campo había sido hasta ahora el de la novela histórica, pero como veterinario quería aportar algo sobre esa zona”, reconoce Gonzalo Giner. Se puso a redactar el libro y cuando tenía acabado el manuscrito pensó: ¿Y si lo presento a un premio? Lo consultó con su editorial y le dieron luz verde, el resultado fue que los miembros del jurado del premio Fernando Lara lo eligió como ganador por unanimidad.

La pretensión de Giner al escribir la novela fue la de hacerlo desde una perspectiva local y africana. “Ver los problemas desde los ojos de las personas que viven allí”, expone. Para ello, se vale de dos personajes principales que se mueven en dos tramas diferentes. “Bineka es la visión africana, la de una persona que sufre los problemas de los habitantes del continente negro y Lola aporta la visión occidental, es un personaje muy sofisticado, directiva de una importante empresa de telefonía, que cuando llega a África cambia la percepción de su propia vida”, desgrana.

“Para mejorar ese mundo hay que verlo de diferentes visiones, las que aportan Bineka, ecología africana, Lola y su visión occidental, la de los cooperantes occidentales que trabajan en la zona y la de los propios chimpancés, que no están de forma casual ya que son las víctimas de lo que está pasando en el Congo y en los países limítrofes”, explica el veterinario y escritor madrileño y añade “en África, la codicia occidental está cambiando la forma de producción. Se destruyen grandes extensiones de selva para cultivar soja o palma, lo que está destruyendo el ecosistema de la zona”.

Uno de los motores de “La bruma verde” es el valor de la amistad. “Aunque Lola ha construido un muro a su alrededor cuando surge la llamada de la amistad, que es sagrada, la da igual el recorrido vital de sus amigos, la amistad está por encima de todo. Por eso, va en busca de su amiga Beatriz, de la que no sabe que está haciendo en África, y que ha sido secuestrada y no sabe realmente por qué motivos si por una causa económica o por el trabajo que está haciendo en la selva”, señala Gonzalo Giner.

La visión de los cooperantes es muy importante porque están trabajando sobre el terreno y ven lo que están haciendo las grandes corporaciones europeas, americanas y chinas. “En esos entornos, las relaciones humanas se multiplican por veinte y es mucho mayor el sentimiento de solidaridad. De ahí que surjan relaciones tanto de amistad como de amor de una forma muy potente. A Lola le ocurre precisamente lo último”, cuenta el autor.

“En entornos exuberantes se elevan los instintos. Recuerdo, que una vez estando en Llanes, en el Paseo de San Pedro, ante aquella inmensidad de mar, decidí hacerme veterinario, mirando el mar desde el acantilado, me sentí muy pequeño y tomé la decisión. Fue mi primera elección, luego vendría la de ser escritor”, recuerda el Giner. De ahí que siempre ponga en su currículum primero que es veterinario, su primera vocación, y después la de escritor. “Eso que me pasó en Llanes es muy común en África. Sus anocheceres son tan sobrecogedores que te sientes pequeño”, sentencia.

Como toda buena historia que se precie tiene que haber un malo. En esta ocasión el malvado es el belga Maxime de Mons, director de seguridad de una empresa empeñada en la destrucción de la selva. “El malo, en el antiguo Congo Belga, no podía ser otro que un belga. Cuando las potencias europeas se repartieron África, el Congo se lo dieron a Leopoldo II a título personal. Fue uno de los mayores genocidas del mundo. Por su culpa murieron asesinados más de siete millones de personas. Posteriormente, fue Bélgica la que se quedaría con el territorio”, rememora el autor.

“En la novela, no pretendo dar una solución de lo que está pasando allí. Mi intención es plantearlo para que los europeos nos concienciemos con lo que está pasando allí y así seamos unos consumidores con cabeza. Hay que mirar las etiquetas de los productos, tanto de los alimentos como de los muebles. La soja deja la mayor huella de carbono del mundo y en los muebles tenemos que ver la procedencia de la madera para no comprar lo que no proceda de empresas sensibilizadas y sostenibles”, denuncia Gonzalo Giner.

Las naciones del sur de África tienen un déficit democrático preocupante. “Un nuevo aire democrático asentaría la población y no tendrían que migrar hacia el norte buscando la libertad. En estos países hay un gran descontrol, la riqueza está en manos de unos pocos. Estos países son extremadamente ricos en productos naturales, tanto de piedras preciosas como del famoso coltán. Tienen recursos suficientes para dar trabajo a mucha gente, pero hay un abuso tremendo en el reparto. Además, un turismo razonable ayudaría mucho”, reflexiona el escritor madrileño.

Para Gonzalo Giner, la moraleja de la novela es: «que siempre ganan unos sobre otros. Hay dos visiones de la vida, lo que actúan por los intereses económicos personales y los que persiguen un bien común, transformar las cosas. Por eso siempre merece la pena luchar”.

En casi todas sus novelas, el papel de los animales tiene una presencia importante. “No concibo mi vida sin animales. De ahí el protagonismo de los chimpancés que vienen de la mano de Bineka. Pero también meto partes de mi mismo, casi todos los personajes tienen algo de mí”, concluye el escritor que quiere hacer hincapié en la magia que hay en África. “Allí todo es brutal”. Para despedirse, nos adelanta que en la próxima novela volverá a la historia, una que un amigo quiere que cuente y como la amistad, para Gonzalo Giner está por encima de todo, lo hará en breve.

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