abril de 2024 - VIII Año

Los cimientos culturales del abolicionismo: Harriet Beecher Stowe

Vivirán como un símbolo, como una invocación
apasionada hacia el futuro, en los momentos malos.
Jaime Gil de Biedma

HarrietHoy, precisamente, hoy se cumplen cincuenta años del asesinato racista de Martin Luther King, una conciencia ética puesta en pié, un luchador infatigable en pro de la igualdad racial y de los derechos de los negros (los cursis de rigor, con su visión simplista del mundo, los llaman afroamericanos) y un soñador que intentó cumplir sus proyectos emancipadores hasta dejarse la vida en el empeño. Cincuenta años más tarde algunos no hemos olvidado su valentía, su ejemplo y su combate utilizando como arma la palabra en pro de la igualdad, de los derechos civiles y de la dignidad humana.

He querido comenzar recordando a Martín Luther King, pero voy a dedicar este breve ensayo a Harriet Beecher (1811-1896), una mujer de pequeña estatura pero de gran carácter y fuerza de voluntad, que en una época difícil para la visibilidad de las mujeres, supo poner su inteligencia, su pluma y sus ideas al servicio de la causa abolicionista.

Como a tantas otras, apenas se la recuerda. Como mucho, se tiene una vaga idea de que escribió La cabaña del Tío Tom, novela que suele motejarse de lacrimógena pero que en la sociedad de su tiempo tuvo mucha más influencia de la que suponemos y que está abierta a no pocas conjeturas, interpretaciones y posibilidades.

No sólo tuvo un gran éxito sino que se convirtió en un auténtico best-seller antes de que existiesen, como lo prueban los trescientos mil ejemplares, antes de cumplirse el año de la primera edición y los quinientos mil un lustro más tarde. Lo que indirectamente es una prueba de unos índices de lectura dignos de ser tenidos en cuenta y que contaba con un buen número de lectores y, sobre todo, lectoras que se identificaban con las ideas y situaciones que exponía en sus libros.

Hay quienes sostienen que sus obras fueron, no sólo influyentes, sino decisivas en las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a Abraham Lincoln.

Sus novelas y ensayos pro-abolicionistas no son sólo literarias; también, es la autora de A key to uncle Tom’s cabin, donde fundamenta y ofrece datos de las situaciones que ha descrito en La cabaña del tío Tom. Es un texto de valor sociológico que sirve para adentrarse en las condiciones socioeconómicas de ese momento histórico, donde se había abierto una brecha entre un norte, rico e industrial y un sur que dependía, en buena parte, de la agricultura con sus campos de algodón, sus negreros y sus esclavos, imprescindibles, para hacer viable ese modelo productivo.

Creo que La cabaña del tío Tom y otras obras de Harriet Beecher, hay que releerlas de nuevo en este 2018, pero con perspectiva histórica, es decir, siendo conscientes de lo que ha significado y de los caminos que contribuyó a abrir en defensa de los derechos civiles de las minorías con su denuncia del esclavismo.

stoweConvencido como estoy, de que el pensamiento genera acción, es indudable que Harriet Beecher suscitó con sus escritos no pocas polémicas y que favoreció la expansión de las ideas abolicionistas.

En el sur, en la América profunda, se la insultó sin miramientos desde los púlpitos y desde la prensa que defendía la causa esclavista. No es difícil imaginar también, un fuerte componente misógino en estos ataques. Por su parte, los abolicionistas encontraron en sus libros argumentos y estímulos para proseguir la lucha para poner fin a la esclavitud.

Como hemos apuntado, La cabaña del tío Tom apareció a partir de 1851 como literatura de cordel o novela por entregas. Desde el principio tuvo un fuerte impacto en la sociedad estadounidense, incluso mayor de lo que hoy nos imaginamos.

Harriet Beecher sabía lo que hacía. Había que apelar a la comprensión intelectual y social del problema, pero también, había que despertar los sentimientos más nobles de quienes veían con horror las humillaciones, palizas y malos tratos que los negros padecían hasta hacerles vivir situaciones límites: como separar a los padres de los hijos, puesto que los esclavos eran tratados como animales, ignorando los más elementales derechos humanos.

En cuanto a las acusaciones, de escaso valor literario, hay algunas precisiones que hacer. Si no recuerdo mal, Uncle Tom’s cabin es la primera novela protagonizada por un esclavo. Este hecho por si sólo debería otorgarle a la novela un papel pionero en lo que podríamos denominar la literatura social norteamericana y quizás el origen, lo que se ha dado en llamar, el abolicionismo cultural.

Otra acusación, mil veces repetida, es que se trata de una novela por entregas, tal vez ignorando, que casi todos los grandes literatos del XIX recurrieron en algunas ocasiones a esta fórmula. Piénsese, sin ir más lejos, en Benito Pérez Galdós o en Honorato de Balzac.

Harriet fue una mujer de profundas convicciones religiosas, tanto su padre como su marido eran pastores luteranos; ahora bien, su actitud ante la vida es profundamente humanista. No conviene olvidar que, especialmente en el sur, existían diversos movimientos religiosos de carácter fundamentalista y que algunos de los ataques más furibundos que recibió procedían de esos sectores. Lo que da más valor, si cabe, a sus posicionamientos humanistas y avanzados.

La denominada Guerra de Secesión (1861/1865) dejó muchas heridas mal cicatrizadas. En los años que transcurren entre la publicación de La cabaña del tío Tom y el comienzo de la Guerra Civil, la novela de Harriet se convirtió en un auténtico fenómeno sociológico y tuvo una influencia nada desdeñable en la conformación de una opinión abolicionista. En más de una ocasión se ha comentado el encuentro entre Harriet Beecher y Abraham Lincoln, cuando este ya había alcanzado la presidencia. Es probable que las palabras que se reproducen no se pronunciaran nunca y, que esta sea una de tantas anécdotas apócrifas como corren en la historia de la literatura. Lo cierto es que ‘se non è vero, è ben trovato‘. Se cuenta que Abraham Lincoln pronunció esta frase, poco menos que lapidaria, ‘So you’re the little woman who wrote the book that started this great war!‘ (De modo que es usted la pequeña mujer que escribió el libro que ha iniciado esta gran guerra).

La anécdota, apócrifa o no, es reveladora del calado y del influjo que La cabaña del tío Tom había alcanzado y logrado convertirse en un arma contra la esclavitud. Harriet Beecher era una abolicionista convencida y convincente, que sabía llegar al corazón de los lectores, dosificando hábilmente, la evolución del relato y logrando ‘los clímax’ oportunos para lo que posteriormente se denominó la toma de conciencia. Quizás, por eso, durante mucho tiempo Harriet fue una leyenda. También, puede apreciarse un cierto carácter alegórico y hasta místico por lo que respecta al lazo telúrico que vincula al hombre con la Madre Tierra. La autora sabe provocar reacciones en el lector. Lo conduce sagazmente del terreno objetivo al de los sentimientos, poniendo de relieve la actitud humanista que alentaba el movimiento antiesclavista.

La cabaña del tío Tom, es nada más y nada menos, que un retrato de la vida en la América profunda en los años que antecedieron a la Guerra Civil, convirtiéndose en fiel reflejo de una época.

tom1Es indudable, que en muchos aspectos está teñida de melodramatismo, ahora bien, pocas novelas decimonónicas escapan a esta clasificación. Curiosamente, Harriet Beecher, nunca estuvo en el sur, por tanto, son fruto de su documentación e imaginación las descripciones fidedignas de las plantaciones de algodón y de la vida de los esclavos. Además, resultan convincentes algunos personajes como el brutal y despiadado Simon Legree. Otro atractivo es la utilización que hace del lenguaje coloquial.

La vida de Harriet Beecher Stowe no fue fácil. Su madre murió cuando ella tenía, tan solo cuatro años, tuvo que compaginar la creación literaria con las obligaciones que se exigían a una mujer en el siglo XIX, fue madre de siete hijos de los que algunos murieron a temprana edad.

Me parece una figura admirable, que no ha sido reivindicada por el movimiento feminista, sin embargo, luchó denodadamente para que la mujer alcanzara una visibilidad y rompiera los techos de cristal que la sometían y enclaustraban, si bien es cierto, que su combate fue más individual que colectivo.

¿Merece la pena reivindicar su legado? Creo que es un acto de justicia. Pensemos que los Estados Unidos, especialmente en los estados del sur aún persiste con toda su carga negativa una discriminación racial apreciable. El Ku-Kux-Klan, sigue dando muestras de su fundamentalismo y su defensa de la supremacía de la raza blanca, cometiendo sus tropelías habituales. Por otro lado, día sí y día no, en los medios de comunicación encontramos el salvaje asesinato de un negro.

Bien es verdad que se ha avanzado mucho, no es menos cierto que la obra de Martin Luther King marcó un antes y un después… pero aún queda mucho por hacer, en estas circunstancias merece la pena volver la vista atrás y recordar a esa mujer de cuerpo menudo pero de una fuerza interior arrolladora que sentó las bases con sus novelas, no siempre bien entendidas, para crear un espíritu abolicionista que pusiera fin a tanta barbarie, tanto sufrimiento y tanta explotación.

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Escrito por

Archivo Entreletras

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