marzo de 2024 - VIII Año

‘Madrina de guerra’ de Luz Macias

madrinaokMadrina de guerra
Luz Macias
Ediciones Carena, 2019
2ª edición

El libro que tengo en las manos te proporcionará, amigo lector, varias sorpresas y todas ellas agradables. Está magníficamente bien editado y es un libro para palpar, para apreciar sus ilustraciones, para oler…

Hoy el género epistolar, prácticamente, ha desaparecido. Naturalmente, con él hemos perdido muchas otras cosas. Madrina de Guerra es un cálido homenaje a los padres de la autora y hasta un relato intrahistórico de la Guerra Civil, de cuya finalización se han cumplido ochenta años y de la represión, las experiencias carcelarias y la dura supervivencia de tantos cientos de miles de compatriotas en unas condiciones harto difíciles.

Todo libro cuenta una historia, este también lo hace y de una forma original. Luz Macías, a la muerte de su madre, encontró atadas con una cinta con los colores republicanos las cartas de su padre desde el frente y desde las distintas prisiones en las que estuvo recluido.

El enfoque es original. Tenía en las manos las cartas de su padre pero las de su madre se habían perdido. Las inventa y, las inventa en verso, poniendo un contrapunto de lirismo a las misivas más realistas y cultas del soldado en el frente o del condenado entre rejas.

¿Quiénes fueron los padres de Luz Macías? Como ocurrió en miles de casos, un hombre y una mujer muy representativos de la España de su tiempo. De ideologías opuestas, de bandos distintos, de visiones del mundo diferentes. Él, un teniente republicano, ella una falangista quintacolumnista y cuya familia estaba escindida entre las dos Españas.

No quisiera que le pasaran desapercibidos al lector los dibujos originales de Adolfo Ruíz Esteso, amigo de su padre, así como otros originales de Rafael Alberti o las reproducciones de las cartas manuscritas de Pedro Macías.

En sus páginas aparecen, de pasada, personajes como Dolores Ibarruri o Ernest Hemingway que ‘anclan’ el texto y que son como signos externos en un relato dedicado a profundizar en la intimidad.

Hay momentos en que, en medio de la correspondencia, pese a que intentan aislarse del mundo para vivir su intimidad, el hambre o la crudeza de la realidad se imponen:

Aquí el hambre es terrible
ya no se ve ni un gato

o la sensación de vivir en medio de unas condiciones muy duras, llenas de tonalidades grises, donde una sórdida realidad se enfrenta a los encomiables esfuerzos por seguir viviendo, pese a todo.

Madrid es ahora para muchos hombres
una jaula, Pedro,
cuya puerta abro cada vez que puedo…

En toda guerra civil hay delaciones, traiciones, violencias extremas… fantasmas encadenados y otros… quizás los más peligrosos, que andan sueltos. La putrefacción moral quizás sea la metáfora más adecuada al miedo y a la degradación que la realidad impone brutalmente… llena de amenazas latentes.

¡Es tan importante no derrumbarse! Para salir adelante, cercados por una atmósfera claustrofóbica…, donde una población aterida de frío y paralizada por el miedo se enfrenta cotidianamente a lo terrible.

Tiene un gran valor el contraste entre la intimidad de María y Pedro y la realidad infernal que los envuelve. El filosofo existencialista Jean Paul Sartre, diría años después que ‘conocer es comer con los ojos’. El soldado republicano y la quintacolumnista ‘devoran con avidez’ las noticias del otro y se recluyen en los recuerdos de sus breves encuentros para seguir soportando el peso de los acontecimientos.

Más tarde, finalizada la contienda, cuando se ven obligados a sufrir un sinfín de amenazas, privaciones, humillaciones, juicios sumarísimos, largas condenas, donde alumbra como única esperanza, la luz de un candil que anuncia un futuro mejor donde los vencedores no se comporten como verdugos.

Me vienen a la memoria unas palabras del Premio Nobel Albert Camus que ponen de manifiesto ese estado de ánimo: ‘fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma y que a veces el coraje no obtiene recompensa’, mas como el mismo Camus señalara en otro de sus textos, hemos de seguir caminando como Sísifo con el peso de una gran piedra sobre nuestros hombros.

Madrina de guerra, a su manera es también, un libro de Memoria Histórica. Es necesario mirar atrás, rememorar como vivieron nuestros padres y valorar como hicieron frente con coraje a las circunstancias adversas. Sin memoria acabamos difuminándonos en una neblina monocorde y vacía. José Saramago, otro Premio Nobel, pronunció unas palabras a este respecto repletas de lucidez: ‘hay que recuperar, mantener y transmitir la Memoria Histórica porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia’.

Como la propia Luz Macías expresa, merece la pena llenar este vacío sino de la Historia con mayúscula, de la historia con minúscula de estos personajes intrahistóricos que vivieron, que padecieron todo el peso brutal e inhumano de una Guerra Civil fratricida y de una venganza durísima y planificada.

Quizás esta reseña pueda parecer atípica como atípica es, desde luego, esta historia de amor en tiempos de odio, que nos ayuda a mirar con ojos nuevos un trozo de nuestro pasado y a recordar con especial emoción, las gestas llenas de valor y de heroísmo de El Batallón Alpino del Guadarrama.

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