abril de 2024 - VIII Año

‘Milkman’ de Anna Burns

milkmanMilkman
Anna Burns
Alianza Editorial, 2019

La violencia está presente en gran parte de la literatura actual, me atrevería a decir que es una de las razones de su éxito. Si quieres que una novela triunfe ponle un asesinato, recomiendan en los talleres de escritura. Los educadores se quejan de la cantidad de violencia que hay en la sociedad, sin embargo, aplaudimos y consumimos la violencia en películas y obras literarias en las que no se denuncian estos comportamientos antisociales, sino que, por el contrario, pueden llegar a constituirse en modelos de comportamiento.

Afortunadamente, de vez en cuando, aparecen obras en las que sí se denuncia esta violencia, novelas que ponen el dedo en la llaga, y Milkman, la novela de Anna Burns es una de ellas.

Se trata de la última obra escrita por esta autora irlandesa, editada recientemente en español por la prestigiosa editorial AdN, Alianza de Novelas, con este título en inglés. La primera dificultad, supongo, que se le planteó a la traductora debió de ser el título. ¿Se debía traducir esta palabra o no? Desvelar más sobre el significado o simbolismo de este término sería restarle misterio, así que lo dejamos así.

¿Cuál es la razón del éxito de un libro? ¿Por qué una editorial se atreve a lanzar una obra al mercado? ¿Por qué entre miles de libros que hay en las librerías los lectores compran esta obra? ¿Por qué recibe premios? Dejando aparte las razones comerciales, que siempre son inciertas y consecuencia de las demás, podemos suponer que además de la calidad literaria, lo que más influye es la capacidad de conectar con la sensibilidad del lector o de hacerse eco de los problemas de su tiempo.

Todas estas circunstancias han debido confluir en Milkman para que obtuviera el premio Man Booker 2018. La primera mujer irlandesa que lo ha conseguido. De esta obra, la tercera que ha escrito su autora, se ha dicho que conecta con el movimiento Me Too en la denuncia de los abusos sexuales a mujeres. Con una técnica envolvente y reiterativa sumerge al lector en el clima asfixiante, sin salida, que se crea en torno a la víctima del acoso sexual. Con un estilo novedoso, con toques de humor e ironía, hace sentir la soledad y el aislamiento en que vive la protagonista, la falta de comunicación, la desconfianza de los más allegados, el ambiente opresivo de una comunidad en la que impera el rumor.

Otro tema de actualidad este del rumor que, si bien es muy antiguo y propio de las sociedades rurales más pequeñas, ha vuelto a la actualidad con el uso de las fake news en las redes sociales. Una mentira repetida llega a adquirir credibilidad en una comunidad. Más aun cuando se trata de una comunidad cerrada en la que el miedo al otro, al diferente, crea enemigos donde no los hay. La sociedad que se describe, la Irlanda de los tiempos más violentos del grupo nacionalista IRA, una sociedad de tribunales clandestinos y juicios sin garantías en los que se hacía desaparecer a las personas, una comunidad en la que se vivía con el miedo a ser acusado de traición, de chivato o confidente. Miedo a ser víctima de la violencia entre los dos bandos: la del Gobierno y la de los ‘paramilitantes’ o ‘renegantes’.

Es muy interesante la autocrítica feminista cargada de humor que aparece en la descripción de los distintos grupos de mujeres. Son pocas las que forman parte de la lucha armada, solo se habla de una hermana mayor de la protagonista, que ha muerto por causas violentas. Son más numerosas las que sirven de apoyo, madres, hermanas, esposas o novias. Sobre todo, novias.

Otro grupo es el de las ‘mujeres de los asuntos’, feministas que se dedican a ayudar a las ‘mujeres normales’ de la comunidad que viven agobiadas por el alto número de hijos y embarazos no deseados. Pese a su abnegado papel de madres y esposas, estas mujeres normales sacan tiempo para buscar soluciones pacíficas a conflictos entre los hombres del Gobierno y los renegantes. Las mujeres de los asuntos, que parecen vivir al margen del conflicto político con su internacionalismo, no son muy bien vistas por los héroes independentistas. El grupo femenino descrito con mayor grado de humor es el de las ‘grupies’. Mujeres que ascienden de categoría en la comunidad cuando adquieren el título de novias o mujer de un renegante. Entonces se convierten en el descanso del guerrero, compañera pasiva al servicio del hombre que arriesga su vida por la nación. Ellas también la arriesgan, pero sin que se les reconozca heroísmo alguno ni obtener el título de mártires como sus compañeros.

La autora, de una manera caricaturesca denuncia el uso de la mujer que se hace en estos grupos clandestinos que defienden el uso de la violencia como contrapartida a la violencia del Estado, y que la practican no solo contra los representantes de ese Estado, sino contra la gente ‘normal’ (los daños colaterales) y contra sus compañeras mujeres. Este es un tema que poca gente se atreve a tocar, la violencia de género que se da en los grupos políticos clandestinos. Hace unos años salió a la luz en España y se armó gran revuelo en las redes sociales. En una entrevista en el periódico El País al sociólogo vasco Javier Elzo, profesor de la universidad de Deusto, en la que este pedía un trato más humanitario para los presos de ETA, habló de las visitadoras mujeres que visitaban a los terroristas encarcelados y afirmó: ‘Porque los presos siguen siendo hombres y ETA les proporciona visitadoras para sus relaciones sexuales’. Los insultos y descalificaciones al periódico, al entrevistador y al entrevistado todavía pueden leerse en las redes, lo mismo que la entrevista completa de la que saco la cita.

En la contracubierta se dice: ‘Milkman es una historia de silencio y sordera intencionada en la época álgida del conflicto de Irlanda del Norte. Es la historia de una inacción con grandísimas consecuencias’.

Yo creo que el éxito de esta novela se debe a su universalismo, a que el análisis de la situación en Irlanda en aquellos momentos se puede trasvasar a otros momentos y otros países. A que el papel que se reserva a la mujer en los grupos armados, con su consentimiento o sin él, sigue siendo lamentable. A que el oscurantismo, las fake news, la falta de respeto al diferente, el peligro de los nacionalismos y del uso de la violencia sigue estando al acecho. Por eso me parecen muy acertadas las palabras de esta autora en una entrevista reciente aparecida en El País: ‘No podemos olvidar lo que ocurrió. Debemos recordar para que a la mínima señal de alarma, podamos detener la vuelta al pasado’.

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