julio de 2025

Reminiscencias romanas. A propósito de la estela funeraria romana de la iglesia de San Juan Bautista en Talamanca de Jarama

Fotografía del autor

La iglesia de San Juan Bautista se encuentra ubicada en el municipio de Talamanca de Jarama, en la zona septentrional de la Comunidad de Madrid. Construcción que tiene su origen en una iglesia de estilo románico, datada entre finales del siglo XII e inicios del XIII, correspondiéndose con el ábside (cabecera de la iglesia donde se sitúa el altar y habitualmente con forma semicircular). El cuerpo principal de la construcción tiene un estilo renacentista, propio del momento de su reconstrucción, el siglo XVI. La importancia de la construcción hizo que fuera declarada Bien de Interés Cultural en el año 1931.

Una visita a la iglesia, no hará pasar desapercibido un elemento situado en el presbiterio (espacio que precede al altar mayor, con un acceso mediante gradas y donde los presbíteros realizan las liturgias). En el lado de la Epístola (derecha desde el punto de vista de los fieles) se encuentra una estela funeraria romana que, con anterioridad, se encontraba en la «Casa Rectoral» de la misma localidad. Esta estela constituye el ambón, espacio litúrgico desde el que se anunciaba la Sagrada Escritura desde un plano más elevado respecto a la comunidad de fieles. Es, después del altar, el lugar más relevante del sacramento de la eucaristía, desde el que se leen las lecturas, se canta el salmo y se proclama el Evangelio.

Siguiendo la destacada aportación de María Ruiz Trapero, podemos indicar las siguientes características de la estela funeraria romana y, en especial, de su inscripción:

– En general, las estelas se relacionan con una tipología de necrópolis, donde la forma de enterramiento mayoritaria es individual, y ha de ponerse en relación con un poblamiento disperso, típico de una economía rural, cuya base son las actividades agrícolas.

– Está realizada con piedra caliza, propia de esta zona. Es de destacar que el estudio del material de los soportes de las inscripciones romanas, aporta una información sobre el poder adquisitivo de sus dueños y, por extensión, del comercio de dichos materiales.

– Posee una cabecera redondeada con una decoración consistente en una pátera (plato o cuenco de poco fondo usado en los rituales de sacrificio).

– La inscripción se sitúa en el interior de una cartela rehundida, siendo dificultosa su lectura debido a su mala conservación, desprendiéndose de su estudio el siguiente texto y traducción:

D M

CAE*CV

SAE*ERO

TIS*F*IVLIV

S*LVSA++

FC

D(iis) M(anibus). / Cae(cilio) Cu/sae, Ero/tis f(ilio), Iuliu/s Lusa…/ f(aciendum) c(uravit).

«Consagrado a los Dioses Manes. Iulius Lusa …ordenó ponerlo para Caecilius Cusa, hijo de Eros».

«Consagrado a los Dioses Manes» (Diis Manibus), es la expresión más habitual en la epigrafía funeraria del mundo romano anterior al cristianismo. La presencia de esta expresión nos ayuda a datarla en el siglo II d.C., cuando el término Manes deja de referirse a una comunidad de «dioses buenos» y a un alma concreta de un difunto, para designar una divinidad que protege a los muertos («daimones») como resultado de la influencia cultural griega sobre el mundo romano.

Respecto a los nombres, «Lusa» y «Cusa» no son conocidos, aunque el cognomen «Cusa» tiene únicamente otra mención en toda Hispania, pudiendo ser un hápax (palabra que aparece registrada una sola vez en un corpus). «Eros», sí posee al menos trece repeticiones.

Recordemos que los antiguos romanos poseían tres nombres (tria nomina) denominados praenomen, nomen y cognomen. Esta estructura hacía posible la identificación de la identidad de una persona, además de su pertenencia a una familia y a un clan. El praenomen era parecido a nuestro nombre de pila, siendo limitados y muy repetidos dentro de las familias. El nomen se correspondía con la gens (grupo de familias que compartían un antepasado común) y poseía gran importancia al vincularse con grupos sociales privilegiados, además de ser un elemento de mantenimiento de la memoria de los antepasados. Finalmente, el cognomen identificaba a una familia concreta dentro de una gens, siendo de destacar que habitualmente eran descriptivos de características físicas o bien de ciertos logros. En algunos casos, se podía incluir el agnomen, nombre honorífico por méritos individuales y que se podía transmitir como elemento de prestigio familiar.

Un elemento funerario de la Roma imperial, que enriquece un conjunto artístico y religioso madrileño y que hemos contextualizado en su original naturaleza.

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Archivo Entreletras

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