noviembre de 2024 - VIII Año

Carmen Alborch: un legado vigente

alborchNo resulta sencillo escribir sobre la titánica mujer que fue nuestra querida Carmen Alborch; sobre todo porque destacó de una manera brillante en las múltiples facetas que desarrolló a lo largo de su vida profesional. Una mujer respetada y querida por todos.

Carmen fue una mujer moderna y transgresora; una mujer de fuertes convicciones, comprometida con la docencia y con la cultura, su gran pasión; una mujer solidaria y absolutamente conciliadora; una mujer sobresaliente, que impactó en los diversos ámbitos de la vida; tanto a nivel académico, como profesora de derecho mercantil e investigadora, así como en lo social y lo político.

Carmen necesitaba el mar y su brisa para vivir, porque eran la línea de su horizonte vital y diario, y porque como decía: el mar es apertura, y hemos sido un pueblo emprendedor.

Fue una incansable defensora y luchadora por convicción, de la igualdad de las mujeres en todos los marcos de la sociedad; y de la justicia; de ahí su infatigable insistencia en que ‘tenemos que conseguir un mundo mejor para los hombres y las mujeres’. ‘No podemos en el 2018 seguir teniendo miedo las mujeres, queremos caminar tranquilas, porque el miedo es paralizante y nos paraliza, y siempre está ahí. Cuando las mujeres decimos no, es no; significa que no queremos; y tenemos derecho a ser creídas, pues siempre hemos hablado del derecho a ser escuchados, a tener voz’.

Tanto para ella, como para muchas personas de su generación, la cultura era la libertad. Poder leer libros, poder informarse de lo que ocurría en el resto del mundo, poder ir al cine, todo ello era identificarse con la libertad.

Decía Carmen, que el secreto de su alegría radicaba en ‘creerte lo que haces y en poder desarrollarte. Y que el profundo secreto de la alegría es la resistencia de una misma’.

Durante su etapa universitaria como estudiante en la Universidad de Valencia, y concretamente en la Facultad de Derecho, pudo vivir el período en el que se fraguó el movimiento estudiantil y el Sindicato Democrático de Estudiantes; época en la que compartió numerosos momentos de lucha, de protesta, de reivindicación y de rebelión contra la dictadura; fueron tiempos en los que también protagonizó junto con otros, numerosos encierros en las aulas de la propia Universidad y en el Ayuntamiento de Valencia.

alborch3Pudo vivir en ‘el mayo del 68’ momentos especiales en las aulas, donde junto con otros compañeros y compañeras leían el Libro rojo de Mao y las consignas propias del 68, que le estimulaban la imaginación y el espíritu de rebelión. Fue el transcurso de una época en la que los estudiantes querían cambiar el mundo, y a raíz de ello, surgiría en Carmen su compromiso social.

Fue la lectura de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, – en su etapa como estudiante -, la que especialmente le marcó en su vida; pues supuso para ella, -como dijo en una ocasión-, ‘como abrir una ventana diferente al mundo, y un estímulo muy fuerte para querer cambiar el mundo y luchar por la tan ansiada igualdad’; porque en definitiva el feminismo, le cambió la vida. Y paradójicamente, tanto el movimiento feminista, así como los numerosos colectivos que reivindican actualmente la igualdad, entre los que también se encuentran los colectivos LGTBI, han tomado como referencia a esta escritora, profesora y filósofa francesa.

Decía Carmen que el feminismo es una causa por la igualdad y por la libertad, que contribuye al bienestar de los hombres y de las mujeres; y que ser feminista es una lucha diaria; de ahí surgió su último petitum, que quedará para siempre en nuestras memorias; cuando en su último acto público, el 9 de Octubre del 2018, en la ceremonia de entrega de la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, recibió, la más alta distinción y el honor más elevado de la institución autonómica, pidiendo ‘que el feminismo fuera declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.’

Su gran amigo José Guirao, dijo que con Carmen era fácil ser feminista o subirte a la causa, porque ella lo incorporaba con total naturalidad y con mucha comprensión hacia el otro. Era una feminista que intentaba ganarte no por imposición, sino por empatía.

La Universidad fue el pilar básico de su vida, porque aprender y enseñar era de las cosas más hermosas que un ser humano puede hacer. ‘Debemos formar a la ciudadanía para que tenga criterio propio’, decía Carmen. Curiosamente fue la primera mujer de su facultad en llevar pantalones, y ello la arrogaría a su muy original forma de vestir, porque Carmen tenía un estilo propio e inherente a ella. Decía que los centímetros de su falda no tenían nada que ver con su capacidad de trabajo, y que la seriedad y la alegría no son incompatibles, aunque ello conllevase a que a veces, te tratasen con frivolidad, porque tu apariencia física puede enturbiar otros aspectos de tu trabajo o de tus capacidades, y se quedan sólo con el escaparate.

alborch4Su gran amiga Rosa Conde, recuerda que el día en que llegó el nuevo Gobierno, Carmen entró en el Congreso de los Diputados con un traje azul maravilloso y hubo un silencio en el hemiciclo. Y es que cuando Carmen llegó al Congreso era todo de color blanco y negro, pues casi todos eran hombres con corbata.

Entre numerosos comentarios, se dice que cada vez que entraba en el Congreso, a los Diputados les daba tortícolis.

Carmen Alborch era una mujer que valoraba el trabajo en equipo, porque decía que una sola no hacía nada; y apoyó, como nunca jamás hizo antes nadie, el cine español por la gran cantidad de talento que había.

Con su primer libro Solas, quiso dar una perspectiva histórica de las mujeres solas, y reivindicar la autonomía de las mujeres. Que la soledad se aprende, igual que se aprende a vivir con una persona; y tenemos que tener una educación sentimental que sirva para relacionarnos con los demás, pero que también sirva para relacionarnos con nosotras mismas. Si te empiezas a aceptar a ti misma y a tu autonomía, no generas una relación de dependencia, sino de interdependencia, de reciprocidad. No es lo mismo estar sola, que sentirse sola, o que ser solitaria.

En palabras de Carmen, cuando surgió el llamado ‘Tren de la libertad’, las mujeres paralizamos la reforma de la Ley del aborto, porque fuimos mujeres de toda España a decir que no podían reformar esa ley, porque al final, era el reconocimiento de nuestra libertad, de ser o no ser madres. De ahí su insistencia en el deber que tenemos de formar a la ciudadanía.

No haber tenido hijos fue una decisión muy importante en su vida, pues nunca tuvo un deseo suficientemente mantenido como para decidir libremente tener descendencia.

Carmen Alborch sería lo que denominan hoy, una auténtica ‘influencer’; pues con su genuina personalidad, su fortaleza, su gran tenacidad y sobre todo su alegría de vivir, nos ha dejado un legado del todo incontestable; un legado lleno de principios democráticos y de valores sociales, una manera de hacer y de emprender, que continuará vigente en el transcurso del tiempo, y que está aún por llegar.

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Archivo Entreletras

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