junio de 2025

«El exilio científico: una etapa interminable de una España errante» (III de IV)

Álvarez del Vayo

Los embajadores de España en México y EE. UU durante la República

Después de la revolución mexicana, la presencia del primer embajador en México, que lo fue de la República, significó un acercamiento esencial para el posterior papel de las relaciones con el exilio, por tanto, la superación de los resquemores iniciales con la metrópoli y el hermanamiento entre los pueblos.

Julio Álvarez del Vayo sólo estuvo dos años al frente de la embajada, pero consiguió mantener antes y después de su desempeño en la misma una intensa relación, que sólo fue enfriada por su alejamiento geográfico en el exilio a Nueva York, y político al ser un dirigente del negrinismo tras la Guerra Civil.

Álvarez del Vayo (nacido en 1891) fue becado por la Junta de Ampliación de Estudios en 1911 para estudiar en Londres Ciencias Políticas y Económicas en la London School of Economics. Posteriormente se matriculó a partir de 1913 en la Universidad de Leizpig (Alemania) manteniendo relación con Rosa Luxemburgo y con el movimiento socialista alemán. Escribió un libro reportaje en 1918, La senda Roja, en el que relató la revolución espartaquista de 1918. Participó activamente en las campañas antimilitaristas y en las protestas por el asesinato de Jean Jaurés y como consecuencia fue expulsado de Alemania, pasando a residir en Nueva York, donde fue corresponsal de El Liberal entre 1914 y 1916.

La actividad periodística durante la Primera Guerra Mundial la desarrolló en Europa desde Alemania y luego en Suiza, para El Sol de Madrid, La Nación de Buenos Aires y el británico Manchester Guardian, así como para las revistas españolas Vida Socialista y España. Después de la guerra fue corresponsal para Europa de La Nación, residiendo en varias capitales centroeuropeas, viajando a Rusia a resultas de lo cual escribió La nueva Rusia en 1926 y La Rusia a los doce años (1929). Respecto a su compromiso político, fue candidato en Alicante por el PSOE en 1919 y 1920 sin salir elegido. En 1920 junto con Luis Araquistaín y Juan Negrín funda la editorial España. En 1921 abandona el PSOE para integrarse en el PCE, aunque reingresa en 1925. Durante la dictadura de Primo de Rivera siguió siendo corresponsal de La Nación y del Manchester Guardian. En mayo de 1926 estuvo en prisión por un discurso de apoyo público a Unamuno (desterrado por delitos de opinión en 1924 cuatro meses a Fuerteventura, tras el cual se mantuvo exiliado en Francia hasta 1930).

En 1931, al proclamarse la Segunda República fue propuesto como embajador a Alemania, pero no obtuvo el plácet, por lo que fue nombrado embajador en México; en 1933, tras el reconocimiento de la Unión Soviética, iba a ser nombrado embajador en la misma, pero se paralizó el nombramiento por la caída del gobierno Azaña.

La embajada en México de Julio Álvarez del Vayo consiguió saldar la deuda de la Revolución Mexicana mediante acuerdos comerciales y una intensa actividad diplomática, lo que facilitó el posterior apoyo de los gobiernos mexicanos a los refugiados españoles y a la República durante la guerra. Salió elegido diputado por Madrid en 1933 y 1936. Fue ministro de Estado (lo que actualmente conocemos como ministro de Asuntos Exteriores) en los gobiernos de Largo Caballero desde septiembre de 1936 a mayo de 1937. En abril de 1938 regresó al mismo ministerio hasta el final de la guerra.

De izqda. a dcha.: Álvarez del Vayo por Dameson, Fernando de los Ríos por K-Hito y Gordón Ordás por K-Hito.

Con Fernando de los Ríos como embajador en EE UU, las discrepancias fueron constantes pues De los Ríos insistía en que la obtención de armas (infructuosa) debía hacerse legalmente; sin embargo, consiguió una importante colaboración sanitaria (117 médicos, enfermeros y conductores de ambulancias, dirigidos por Edward Barsky) que sí obtuvo la autorización legal, con un fuerte impacto en la opinión pública norteamericana. Los voluntarios para ir a España fueron unos tres mil, agrupados en el batallón Abraham Lincoln, que tuvieron que entrar ilegalmente por Francia. El 20 de noviembre de 1937 (se había declarado el embargo el 11 de agosto de 1936) formuló una protesta formal, que no obtuvo resultado, a pesar de que la opinión pública era más favorable a España, y a principios de 1938 alcanzó un mayor peso con el escrito de sesenta personalidades norteamericanas, que incluían un obispo y antiguos embajadores. El oro se había trasladado a Moscú, pero la plata se llevó a Estados Unidos. Los intermediarios consiguieron aviones en Francia, que se trasladaron a… Estados Unidos, lo que terminó siendo un auténtico fiasco. La jerarquía católica promovió en enero de 1939 una fuerte campaña para el mantenimiento del embargo. Eleanor Roosevelt, primera dama, liberal y defensora de los republicanos españoles, no consiguió cambiar el criterio de su marido el presidente de los EEUU, pues este temía perder el voto católico.

Poco conocido es el caso de Bowers, el embajador norteamericano en España de 1933 a 1939, socialdemócrata y contrario al embargo, que lo tuvo que defender a pesar de sus convicciones, como explicó más tarde en su libro Memorias en España, basado en sus diarios.

Álvarez del Vayo en las posiciones de la guerra mundial se mantuvo apoyando a las potencias democráticas y en contra del pacto germano soviético, realizó además semblanzas periodísticas de Lenin y Trotsky. Durante la misma estuvo en Nueva York apoyando al negrinismo y participando en 1945 en la creación de la Organización de las Naciones Unidas. En 1946 fue expulsado del PSOE junto con los otros dirigentes negrinistas, tanto de UGT como del PSOE.

Ante los acontecimientos mundiales, sus posiciones se fueron radicalizando, discrepando del negrinismo, apoyó la resistencia armada, y se mostró contrario a los acuerdos con los monárquicos planteado por Prieto y, posteriormente, se enfrentó también la política de reconciliación nacional planteada por el PCE. Realizó varios viajes a China desde 1957 a 1973 y, junto con Ramón Lamoneda, terminó participando en el apoyo a la lucha armada con los diversos grupos de origen socialista y comunista (como el PCE-ml) que confluyeron en 1971 en el FRAP. Falleció en Ginebra en 1975, tras 84 años de intensa actividad de compromiso político.

El papel como embajador de Álvarez del Vayo en México fue esencial para superar los iniciales recelos con la metrópoli al haber tenido él anteriormente mucha relación con la élite de la revolución. A los españoles residentes allá se les denominaba gachupines, y con ellos mantuvo también una buena relación al superar los problemas de las compensaciones económicas, lo que facilitaría, a pesar de su conservadurismo, la llegada posterior de los exiliados. La embajada dirigida por Félix Gordón Ordás continuó ese proceso.

Félix Gordón Ordás

La construcción de barcos en España para México fue compensada con el envío de armas a la República en guerra, gracias a la relación anterior del ministro con los gobernantes mexicanos. Posteriormente, Álvarez del Vayo mantendría la actividad periodística en lengua inglesa durante el exilio en el norteamericano The Nation, y en los órganos del exilio negrinista que se distribuían en México. Julián Zugazagoitia ya había recibido el plácet para ser embajador en México, cuando fue detenido en Francia por la policía franquista y fusilado en España. Por ello Álvarez del Vayo mantuvo cierta presencia en nombre de la República.

Así, coordinaría desde Nueva York el Servicio de Evacuación de Refugiados enlazando con el ministro Méndez Aspe desde Londres y el médico José Puche desde México. La emigración científica a México tuvo que ver también con la administración de los fondos por Álvarez del Vayo dada su especial relación desde 1941 con el responsable del Banco de México, Eduardo Villaseñor, también patrono principal del Colegio de México, así como por su relación con los presidentes mexicanos Cárdenas y Ávila Camacho.

El embajador en México Gordón Ordás, veterinario de profesión, miembro inicialmente del Partido Radical, fue miembro del Comité Revolucionario formado en San Sebastián en 1930. Posteriormente ingresó en el Partido Radical Socialista, ya en la cárcel, junto con Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, entre otros. Más tarde, sería diputado por León en las Cortes Constituyentes y uno de los redactores de la Constitución republicana, especialmente sobre la cuestión religiosa. Subsecretario en Fomento y partidario del acercamiento al partido Radical de Martínez Barrios, luego partido de Unión Republicana.

Fue ministro y presidente de la República en el exilio entre 1951 y 1960. Había sido Embajador en México en mayo de 1936. Su labor fue defender con su gran oratoria la causa republicana frente al grueso de la colonia española conservadora, con el apoyo siempre del gobierno de México. Consiguió armas en los bajos fondos de EEUU, que trasladó a México y no pudieron llegar a la España republicana, al ser interceptado el cargamento antes de su llegada a Santander. Más adelante, consiguió armas en Bolivia procedentes de la guerra del Chaco, que sí llegaron a su destino. Consiguió también armas en Checoeslovaquia que se trasladaron a España vía México. Asimismo, como embajador pudo abastecer de gran cantidad de alimentos a España, especialmente de garbanzos procedentes de México. Y desempeñó un importante papel en la llegada de los niños de Morelia a los centros educativos mexicanos. Compatibilizaría además su presencia en México con la embajada en Cuba desde julio de 1938. Sin embargo, a pesar de todo, no fue informado por Negrín de la llegada del cargamento del Vita.

La principal entidad mexicana de apoyo a la República fue la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), dirigida por Vicente Lombardo Toledano, pero su margen de actuación fue limitada. Realmente, la acogida de los científicos españoles sólo fue posible tras la constitución de la Casa de España.

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Archivo Entreletras

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