octubre de 2024 - VIII Año

La actuación en Aguilas de la célebre cupletista Consuelo Vello Cano, “La Fornarina”

En el Teatro España de Águilas (Murcia) en 1907

Desde el siglo XVII fueron muy célebres en los escenarios españoles los monólogos cantados por mujeres. Así encontramos, en primer lugar, la jácara y ya en el XVIII, la tonadilla. A finales del siglo XIX, por la influencia de los espectáculos franceses, se produce una evolución en los estilos tradicionales. El varieté pasa a España, donde el teatro musical estaba en pleno auge, triunfando una canción popular: el cuplé. Era este de música melodiosa y pegadiza, y letra atrevida y picante. El primero fue el titulado “La Pulga” estrenado por Aurora Bergues en el Teatro Barbieri de Madrid en 1893, siendo luego interpretado por las principales artistas.

El género de “varietés” será durante el primer cuarto de siglo XX protagonista de la escena española. Era la etapa de la “belle époque”, un periodo  de optimismo y esperanza por el avance de la ciencia que producen un cambio de mentalidad y de valores sociales, donde se inicia la liberación de la mujer, rompiendo con la rígida moral victoriana y los principios decimonónicos. Por entonces aparecen como intérpretes las cupletistas y cancioncenistas, estando entre los primeros nombres representativos de nuestro país Raquel Maller, Consuelo Portuela “la Bella Chelito” y Consuelo Vello “la Fornarina” considerada como “Reina del Cuplé” que actuará en el Teatro España de Águilas.

María del Consuelo Vello Cano “La Fornarina” nació en Madrid en 1883 en una familia de escasos medios. El padre era Guardia Civil y la madre lavandera. No asistirá a la escuela. Los primeros años los pasó acompañando a su madre a la ribera del Manzanares para hacer la colada. En la adolescencia, con catorce y quince años, obtuvo sus ingresos mercadeando con su cuerpo como cantonera en los soportales de la Plaza Mayor, un pasado de pobreza y prostitución que nunca ocultó. Luego entró en una casa de costura, una mancebía encubierta, lo que le permitió iniciar contactos con la alta sociedad, posando por su moderna belleza como modelo desnuda para pintores de la época.

Hizo sus primeras actuaciones como corista en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en 1902. En esa época tenía como nombre artístico “Rosa de Té” que usaba tanto para el alterne como en las funciones. Un mes antes de cumplir diecinueve años será contratada para un pequeño papel en el Salón Japonés de la calle Alcalá. En este era portada sobre una bandeja vestida con un traje transparente como ofrenda a una divinidad. Pronto los periodistas comenzaron a hablar de su talento. Su carrera continuó en 1903 en el Teatro Nuevo Retiro de Barcelona, en el Salón Novedades de Valencia y en el Teatro Romea de Madrid. Uno de sus admiradores, el periodista Javier Betegon del diario La Época, le propondrá entonces adoptar el nombre artístico de “La Fornarina” por resultar más distinguido, como el título de un cuadro del pintor renacentista Rafael Sanzio de una joven con el torso desnudo que cubre con la mano. Lo que parece relacionarse por la sensualidad que desbordaba y por haber sido musa de artistas.

En 1904 su encuentro con el letrista José Juan Cadenas, dio lugar a una fructífera colaboración entre ambos, quedando íntimamente ligados. Este compositor que será su gran amor, adaptará para ella los temas más conocidos del music-hall francés. No tenía una buena voz, pero la suplía con una buena modulación y tonos graves de gran armonía. Consuelo, que empieza a denominarse entonces como la “Reina del cuplé”, se convirtió en un símbolo de libertad sexual y modernidad europea que atraerá tanto a un público popular como a intelectuales de la época, como Jacinto Benavente o los hermanos Antonio y Manuel Machado.

La primera actuación en el extranjero la hará en el Coliseo dos Recreios de Lisboa en 1905. En ese momento se convierte en una estrella de primer nivel con apariciones en los Teatros Lara y Novedades, la Zarzuela de Madrid y el Teatro Príncipe Real de Oporto. Consuelo adquiere un estilo refinado frente a la vulgaridad de otras cupletistas. En 1906 será su primera aparición en la región de Murcia en el Teatro Circo Villar de la capital murciana que levantará altercados por solicitar el público el repertorio más indecoroso que tenía, negándose la cantante por la evolución de su número.

Intentando olvidar la polémica anterior volverá de nuevo a la región de Murcia en julio de 1907 con ansias de triunfo, visitando primero Cartagena y después Águilas. La iniciativa para traerla partirá del empresario ciezano Benito López Ruano, que había arrendado ese verano el Teatro España. Hará un ambicioso programa con artistas de renombre entre los que estaba la actriz teatral Consuelo Mayendia. Para publicitar la temporada se pondrán carteles en diversos espacios públicos, siendo la primera ocasión que esto se hacía en Aguilas. La principal función de todas sería la de “Fornarina”. Una vez anunciada se convertiría en el principal tema de conversación.

La «Fornarina» en la prensa de Aguilas (Murcia)

Diario El Liberal (22/7/1907)

Desde hace dos días aquí parece que estamos en los tiempos de Rafael de Urbino. Fornarina por todos lados, no se oye otra palabra. ¿Cuándo Llega? ¿Baila o canta? ¿Tiene muchas alhajas?.

En fin que medio pueblo se acuesta pensando en la Fornarina, lo cual no es extrañar, al ver que las gentes al día siguiente solo hablan de la Fornarina.

La cupletista era toda una celebridad levantando en el pueblo una enorme expectación.

Diario El Liberal (26/7/1907)

Desde la llegada de esa celebre estrella del arte sicalíptico, aquí no se habla ni se piensa, ni se hace nada a derechas que no sea buscar por todas partes a la célebre cupletista.

No defraudará en su estreno, demostrando la categoría que albergaba en el escenario.

Diario El Liberal (27/7/1907)

Ha debutado en el cinematógrafo que funciona en el Teatro España, la Fornarina, que ha gustado mucho.

Hará cuatro actuaciones repartidas en dos días teniendo una multitudinaria asistencia.

Diario El Liberal (28/7/1907)

En el cine no se puede entrar; especialmente la gente se agolpa a la puerta del Teatro España donde se espera con ansiedad la 3ª y 4ª sección en que le Fornarina desarrolla todo su arte.

La despedida será todo un acontecimiento. Numeroso público masculino que había caído cautivado a sus encantos acudirá a la estación. Incluso algunos la acompañarán en el tren hasta Almendricos. Muchos conservarán como recuerdo una estampa de su imagen con su firma dedicada. La crónica del corresponsal acerca de su marcha no tiene desperdicio.

Diario El Liberal (2/8/1907)

Al ver como estaban los andenes de la estación en la mañana del 30, creíamos salía algún personaje o familia muy conocida en la población; pero no era así.

Los pollos, y bastantes gallos, iban a rendir el último homenaje a la Fornarina y a las bailarinas y cupletistas Pico y Madrileña, que hablan terminado sus contratos en este cinematógrafo del Teatro España.

Quedan muchos corazones heridos.

Algunos “amateur”, no pudiendo consolarse con perder a esa estrella, fueron a acompañarla hasta la estación, en que se cruzan los correos ascendentes y descendentes; no era cosa de perder tan pronto la luz de los ojos atractivos de la Fornarina y sabemos que deploraron, muy de verdad, los momentos de obscuridad de los túneles por no poder ver, durante esos minutos, su hechicero rostro.

La artista tendrá su consagración internacional poco después. En septiembre de ese mismo año su compañero, el compositor José Juan Cadenas, será nombrando reportero del ABC en París, logrando que actúe en el Apollo Theatre de Paris en un espectáculo donde también estará Pastora Imperio. Igualmente realizó en 1907 sus primeras grabaciones de discos de Pizarra para la casa Pathe Freres, con el músico Quinito Valverde, que había conocido estando en la ciudad. Este sería el autor del tema “Clavelitos” (1909) que se convertirá en el gran éxito de Consuelo. Actuará en los escenarios del Alhambra Theatre, en Londres, el Olympia de París, o el Palais Soleil de Montecarlo. De vuelta en 1910, en el Teatro de la Comedia de Madrid presidió una de sus actuaciones el monarca Alfonso XIII, que pedirá conocerla. Hará en 1912 un intento de desplazarse a New York pero no se materializará. La deuda pendiente que tuvo siempre será hacer las Américas. En 1914 grabó el que será su último éxito “El último cuplé”, como una premonición de un género que estaba entrando en decadencia. Morirá en la cumbre de su carrera, en 1915 con treinta y un años, a causa de unos quistes malignos que no pudieron operarse. La enterraron en el cementerio de San Isidro de Madrid, en una tumba con un hermoso Ángel de grandes alas que esculpió Mariano Benlliure. Era el final del primer mito de la escena española del Siglo XX, del que Águilas pudo apreciar su arte en unas actuaciones que resultaron inolvidables por las pasiones que desato.

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Archivo Entreletras

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