abril de 2024 - VIII Año

Tercera República

Esta vez, federal. La pretensión sanchista de obviar el resultado de las urnas, escudándose tras de una pretendida mayoría social, que no es una figura jurídica que conste, ni una realidad sociológica de fuste, tiende a explicarse, periodísticamente, por los rasgos de identidad del protagonista: su narcisismo, su soberbia altiva, su afición al lujo, su afán de poder, etc. Pero, no basta.

En primer lugar, la fabulada mayoría social no existe, ni podrá existir. Cada una de las congregaciones convocadas adolece de un individualismo feroz y ofrece una ideología de altas miras desde el campanario de su lugarejo. Además, Bildu y su antiguo protector el orondo PNV, ERC y su contrincante Junts per Catalunya son como el agua y el aceite en sus respectivas zonas geográficas y todos, con relación a España, resultan ácidos disolventes polares. ¿Qué tienen en común con el PSOE?, ¿Cuál es la metanoia que explique esta crisis psicótica de desestructuración por llegar?

A continuación, hay que preguntarse sobre la incoherencia que entraña que el perfil psíquico del engreído y endiosado líder, tras perder las elecciones, se arrastre a suplicar su mandato ante delincuentes, la peor ralea de la sociedad,  unos terroristas no arrepentidos de sus matanzas, otro prófugo de la justicia y los otros golpistas indultados y acreedores de miles de millones de euros, extraídos del patrimonio común de la Nación, gastados en minar la estabilidad del Estado, que no quieren reintegrar. Todos son desafectos al régimen del 78 y algunos conspiradores junto a Putín para desbaratar España y, de paso, desestabilizar y arruinar el proyecto de Unión Europea. La maoría social es un fortín de forajidos.

La Nación es víctima de toda esa  patulea infecta, está humillada y puesta de rodillas ante sus propios victimarios para crear la supuesta mayoría social y otorgar el poder al ufano perdedor,  a cambio de impunidad, la condonación de la deuda y mayores pretensiones económicas, más derechos que los singularicen a costa de los demás españoles, romper el sistema que viene funcionando, más bien que mal, desde hace 45 años y, por último, conseguir la independencia, es decir, la disgregación de España.

Los romanos decían similes simílibus curantur, los que son semejantes entre sí se agrupan y protegen mutuamente. Un ego inflado no encaja bien con esa comparsa. O una cosa, o la otra. El personaje, ciertamente, es un rufián que copió el 20% de su tesis doctoral, sin decirlo; engañó a su tribunal y coló. Luego, tampoco se ha arrepentido él, ni la Universidad ha rescatado su prestigio retirándole el título mal dado. Aquella trampa le salió bien y hoy el personaje es doctor; trapacero, pero doctor. Esta coincidencia con marrulleros no es suficiente para explicar los acontecimientos.

Otro ejemplo: algún día sabremos las razones personales ocultas que explican el bandazo que el personaje ha dado con el asunto del Sahara. También fue una decisión personalísima, hecha a contrapelo de la historia y de las instituciones, sin dar cuenta a nadie, ni a su propio Gobierno, ni al Parlamento, ni al Rey. Hasta parece que la carta se la escribieron los marroquíes, a la vista de los errores que contiene. Tal vez, sea otra trapacería, que ha perjudicado muchísimo a la Nación por la enemistad de Argelia, y tampoco ha mejorado la relación con Marruecos, país traicionero y hostil, mal  vecino, cuya malquerencia continúa. ¿Es un entendimiento entre gentes de la misma calaña?

La propensión a mentir es característica de un pensamiento fabulador: pura patología del área cognitiva que oscila al ritmo de los delirios y pretensiones maníacas del área emocional. ¡Mucho trabajo por hacer en el diván! Y seguimos acumulando coincidencias, porque los nacionalismos reinventan a su gusto los hechos de la Historia. Unos fabulan a parte ante y otros a parte post.

Sobre la valoración de la gestión global de gobierno no entro. Ya lo ha hecho el electorado y a ello me atengo.

Es flagrante el cúmulo de similitudes rufianescas. Pero, ellas solas no explican el afán del conglomerado. Es preciso profundizar sobre qué haya detrás de esta nueva engañifa  de la mayoría social. No basta conformarse con que sea un loco afán de protagonismo personal, ni la convergencia de personalidades raras y peculiares, algún loco cuerdo y psicópatas criminales.

Es público que el PSOE, desde hace tiempo opta a la abolición de la Monarquía y a proclamar una república federal. Este  proyecto lo tiene convenido, escrito y publicado. ¿No será este mandato al que pretende obedecer el ufano perdedor? Es tan posible que en esto vuelven a confluir el partido de Sánchez y la colla de los demás perdedores. Por aquí podemos encontrar el hilo que nos lleve al ovillo.

El partido socialista, actualmente, se parece mucho más al PSOE de Largo Caballero que al surgido de Suresnes. Por tanto, hemos de pensar que también es capaz de dar un golpe de Estado, como lo dio en 1934, o presidir un gobierno de Frente Popular, como hizo en 1936. Está en sus genes y a la vista.

Si Felipe VI cometiera un desliz, por insignificante y fútil que fuera, el golpe de Estado sería inmediato, fulminante y sin paliativos. La Monarquía, que hoy por hoy es una  tabla de salvación de España, habría caído irremediablemente. Trampas y desplantes no le van a faltar al monarca, seguro.

Hoy no tenemos milicianos, afortunadamente; pero, tenemos gudaris en el País Vasco, integrados en Bildu, que son jaleados con homenajes por sus proezas de matarifes. Y Cataluña tiene hambre de ejército propio, ya que incluso tenía amañado con Putin un préstamo de militares de la marca Wagner… Así pues,  igual que hizo Largo Caballero, se puede recurrir a armar a la población civil para organizar la zapatiesta, si es preciso, afín de proclamar la III República Federal Española. La primera fue cantonal, la segunda nació de un golpe de Estado y la tercera será una síntesis integradora de las dos anteriores y resultados parejos, dado que no nacería del sentir y de la voluntad popular.

Un liberal progresista, llamado Benito Pérez Galdós, de quien hoy se ha apropiado la izquierda, dice: “Si España ha de vivir, si  España ha de ser algo distinto a un charco de ranas, entiéndase Ayacuchos, urge apartar del Gobierno a esta gente, que quiere conducirnos a la disolución y la anarquía más espantosa” (Episodios Nacionales, Ayacuchos). Ayacuchos, presuntuosos de la nada y ufanos de una derrota, sí que tenemos hoy, igual que entonces.

¿Qué hacer para espantar las ranas y drenar la charca?

Habrá que esperar y ver qué dice la calle cuando despierte de la siesta y compruebe que le han robado las elecciones que tanto sudor costaron, llevándose de paso el alma atesorada durante más de 500 años de andadura desde el tratado de Tordesillas, que ha facilitado gestas como la toma de Granada y Lepanto en defensa de Europa y su cultura, el ingente proceso de civilización de la América hispana y el encaje en la construcción de la Unión Europea como cuarta potencia de la misma.

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